NFT ¿La tierra prometida?
Casi como cuando Netflix daba un mes gratis, pero no podías aplicarlo dos veces
desde la misma computadora…
Ahora con el concepto del NFT que parece estar ayudando a crear una nueva
manera de distribuir arte, de promocionarlo y tal vez de exhibirlo, dan ganas de
explorar ese universo.
Ha surgido una nueva comunidad en la que el elitismo del mercado es
directamente proporcional a la (des) información sobre el tema.
Una nueva manera de vender y pagar por arte que, por un instante, se
mantiene fuera de las manos del aparato oficial.
Fue una especie de anarquismo virtual del que aún se pueden recoger los
residuos si se encuentra la dirección correcta.
Por otro lado, los videojuegos han dado un paso gigantesco en dirección hacia
la creación de una realidad virtual en la que el dinero, los bienes y la geografía
comienzan a arañar la realidad.
El obstáculo más grande —por el momento— es el uso de la tecnología;
herramientas y conocimiento que se encuentran fuera del alcance para
individuos que viven alejados del teclado.
Si bien es cierto que la pandemia ha puesto la vida cotidiana en balance con el
universo digital, también es cierto que se crearon nuevas fronteras entre las
clases sociales, y un gran porcentaje de la población ha tenido que hacer algún
tipo de alquimia económica para sortear dificultades inherentes a la cuestión
del confinamiento impuesto por la mayoría de los gobiernos e industrias alrededor del mundo.
Todo esto provoca la reflexión sobre el valor real del dinero: es probable que la
moneda se haya inflado y que exista un cero de más en las riquezas globales, un
cero al lado derecho de las cifras que le sobra a unos pocos y le falta a la
mayoría.
Más allá de distraernos con el espacio fuera del planeta, queda una amarga
sensación de que el espacio virtual ha creado una tierra prometida casi al alcance
de nuestras posibilidades. Y ahora mi novia quiere ir a la playa.
Röf
Imagen: La Mano © Röf
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