Homo poeticus

Homo poeticus

Por Juan Coronado

Mi abuela me decía que yo llevaba la poesía en la sangre: Desde entonces no me interesan ni el trabajo ni el placer ni el amor. Vivo para la poesía. De ella se nutren todas las partículas de mi cuerpo. Los efluvios todos de mi anatomía gritan: poesía, poesía, poesía. Mi primera composición poética fue una especie de prefiguración del pañal desechable. Antes de conocerte te adivinaba. Y no se crea que fui tan precoz que escribía en la cuna, no. Componía en el pensamiento cuando apenas podía decir “bu,bu,ta,ta”. De ahí deduzco —y resuelvo de paso una vieja polémica— que el pensamiento precede al lenguaje.

Aprendí a escribir a los cuatro o cinco años (más tarde que Sor Juana, lo cual me da una infinita rabia, pues cómo puede ser que me gane una mujer) y desde entonces lleno y lleno papeles blancos sin el menor asomo de angustia. Nunca he dado uno solo de mis poemas a la letra impresa. Ya cuando me muera que se peleen los editores por publicar en 30 tomos mi poesía completa. No le tengo ninguna fe a la fama. Es más, creo que me haría daño. Por lo único que me gustaría publicarla, sería por hacer palidecer de rabia (por más que trato de evitar el ritmo y la rima, me persiguen como una maldición) a los 4 mil 827 finos poetas de nuestro valle.

La vida es triste para mí porque no puedo abrir la boca sin que salte una sinécdoque, una sinestesia o un oxímoron travieso. Los versos se me encabalgan a las piernas y no me dejan vivir una existencia simple y común. En los restoranes, por ejemplo, los meseros no entienden mis elipsis y termino comiendo lo que comería un canario ya ahito y cansado. A mi mujer no le hacen ninguna gracia mis hipérboles cuando discutimos sobre la personalidad de mi nunca bien ponderada madre política.

Es una desgracia el haber nacido con este don de querer hermosear las palabras. No saben cuánto envidio la forma de ser de las criaturas simples. No saben el martirio que representará, el próximo primero de septiembre, el ir acomodando mentalmente el discurso en endecasílabos polirrítmicos. Porque hasta eso tengo mal; no sólo la boca sino el oído. Cuando escucho, cuento sílabas deshago hiatos y voy rimando puntillosamente todo lo escuchado. Maldigo el día que leí el manual de Tomás Navarro Tomás. Mi obsesión es siempre trasladar al eje paradigmático todo lo que está sucediendo en el eje sintagmático. Veo metáforas y metonimias donde todos ven el simple pan y el dulce vino. Hasta en la lengua de ternera guisada con jitomate veo la distancia entre significante y significado y concluyo que, en verdad, el signo es arbitrario.

Todo mi transcurrir por el muno es un desfile de sememas y lexemas que me sobrecalientan el lóbulo del cerebro donde se deposita la facultad del lenguaje. Gracias a Dios, cuando sueño, lo hago siempre en verso libre y sin abuso de recursos retóricos. En las mañanas es cuando estoy más sobregirado y le doy fuerza a la composición gongorina o me lanzo sobre infinitas paráfrasis del Primero sueño de nuestra más alta dama del verso. En las tardecitas ya estoy relajadón y me salen dulces voces a la Campoamor o Nervo. Apenas empieza a anochecer y me pongo rubendariano a más no poder.

Hace mucho que no hago el amor porque no hay quien me aguante una cabalgata épica a la manera de la Araucana o el Mío Cid. No es fácil ser poeta de esta magnitud. Un día, con un plato de sopa de letras, reproduje íntegramente El cementerio marino de Valéry… y en francés, para más detalle.

La gente como que te empieza a hacer el vacío. Nadie te puede preguntar si estudias o trabajas porque te ve en los ojos el peso completo de todos los manuales de poética, retórica, ciencia y arte del estilo y demás auxiliares para la teoría de la composición poética. Tu cara misma refleja toda la carga de los sonetos, silvas, endechas, redondillas y romances que tienes entre pecho y espalda. Sólo cuando tengo que hacer un cheque y poner la cantidad en letras, me deja de salir la rima y me sale una simple prosa poética.

Mi última lista del mercado, bien la podría firmar José Juan Tablada o alguno de los poetas concretos del Brasil. Y ya no escribo más porque, porque en verdad les digo que, de seguir así, les soltaría en este mismo instante la verdadera historia de la corrupción en México en dodecasílabos trocaicos.

NOTA DE LA REDACCIÓN

Encontré este texto por casualidad, como suceden muchas cosas. Amarillento y descuidado el papel porque debe tener unos cuarenta años de edad. A ese descuido entendible se suma el de la falta de fecha, aunque estoy cierto que debe haber sido publicado en el suplemento sábado del periódico unomásuno.

No sé si estuve presente cuando Huberto Bátis le metió mano empuñando el flamigero lápiz con el que tachaba faltas y engrandecía la redacción de lo que le pusieran enfrente, pero casi puedo jurar que identifico las frases que cambió el gran Maestro.

El texto me sigue pareciendo impecable y genial y así como en su momento decidí sumarlo a algún proyecto de dossier, hoy me parece justo y necesario publicarlo en este espacio para poder compartirlo y con ello demostrar que no soy del todo egoísta.

Por supuesto busqué en internet (donde casi todo se encuentra) a Juan Coronado y en un sitio de Literatura INBA encontré esta información y la foto del autor que aquí publicamos.

Nació en la Ciudad de México el 29 de marzo de 1943; falleció el 12 de octubre de 2021. Ensayista y narrador. Obtuvo la Maestría en Literatura Iberoamericana y el Doctorado en Letras en la FFyL de la UNAM. Fue profesor en la FFyL. Colaborador de El BuscónEl FaroLos EmpeñosSábado, y Vaso Comunicante.

 

Banksy para presidente

Banksy para presidente

Imaginando un mundo liderado por el artista callejero extraordinario

Por Juan José Díaz Infante

 

“Me da alegría ver estudiantes de Columbia manifestándose

pacíficamente en contra de la situación actual en Gaza,

mismos que todavía tienen capacidad de

compasión y capacidad de pensamiento”

Omar Gasca

 

Primero definiciones

 

Banksy

Banksy es el pseudónimo de  un artista callejero, activista político y director de cine, se asume que vive en Inglaterra. Sus obras a menudo combinan humor negro con graffiti ejecutados con una técnica distintiva de uso del stencil. A pesar de su popularidad, su verdadera identidad sigue siendo desconocida.

Derecho de expresión

El derecho a la libertad de expresión está consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que describe sus elementos fundamentales como derecho consustancial a todas las personas. Posteriormente, ese derecho ha quedado protegido en infinidad de tratados internacionales y regionales.

Grafiti

Los grafitis son, en términos generales, escritos deformados y estetizados que dejan registro del nombre de su autor, también denominado tag. Se realizan principalmente con pintura en aerosol, haciendo en algunos casos variaciones con látex, esmaltes e incluso plumones.

El grafiti es el medio de comunicación y expresión más frontal, pues su autor de forma anónima y fugaz expresa sus ideas y sentimientos. Es una manera de hacer declaraciones públicas importantes de todo tipo.

El grafiti, se debate si es vandalismo o arte, sin embargo, en Berlín el grafiti es legal si éste le sube el valor a la propiedad y por el contrario es un crimen si le baja el valor a la propiedad. Esto es un paradigma que deberíamos de extrapolar en estos tiempos en los que vivimos una realidad grafiteada. La verdad, la postverdad, la verdad histórica, las noticias falsas, la mentira y los otros datos. Todos estos recursos mediáticos son grafiti de la libre expresión y de la comunicación.

La libre expresión está sufriendo un tratamiento similar al grafiti y por eso es importante mencionarlo junto a Banksy y el paradigma de si el grafiti mediático al subir el valor de la propiedad deja de ser un crimen. Lo mismo debiese de considerarse las manifestaciones pacíficas dentro de las universidades esta semana en Estados Unidos. Las manifestaciones se consideran grafiti y vandalismo. Dónde está la justicia y la  legalidad, cuando un país como los Estados Unidos arresta a una serie de estudiantes, para que no vaya a haber violencia, y simultáneamente permite que bombardeen escuelas y hospitales con premeditación, alevosía y ventaja. Es la fórmula del grafiti al revés, un bombardeo de civiles no es vandalismo, pintar una pared merece cárcel.

Cuando Picasso, indignado, pinta el Guernica, una pintura fuera de serie que muestra a un pueblo en un momento de terror, fue en una situación similar. El bombardeo del pueblo de Guernica, un acuerdo vil entre Franco y Hitler para experimentar qué sucedería si se realizaba un bombardeo sobre objetivos civiles. España le permite a Hitler bombardear Guernica para probar armas y resultados, sólo por experimento. Lo curioso es que Franco nunca fue acusado por crímenes en contra de la humanidad. La sociedad civil decidió que no había que darle nombre a sus atrocidades, el grafiti realmente debería de ser castigado.

Regresando al derecho de expresión, como una libertad mínima ante las atrocidades, debe de haber un respeto absoluto a alguien que no está de acuerdo con una matanza de civiles, sin embargo, varias universidades esta semana en Estados Unidos han generado demostraciones pacíficas buscando que se resuelva el problema del genocidio que está provocando Israel en Gaza. La respuesta de las administraciones de las universidades ha sido llamar a la policía y ha habido cientos de arrestos. En algunos casos excepcionales, la policía se ha rehusado a acudir bajo el argumento de que son demostraciones pacíficas sin violencia.

Estamos viviendo tiempos extraños, Donald Trump puede anunciar cualquier acción ilegal que se le ocurra y parece que por haberla hecho vía Twiter (ahora X) y la hizo pública, él mismo, considera, que ya es legal. Por otro lado cualquier persona dice que «tiene otros datos» y ya con eso basta para que los argumentos se diluyan sin conclusión, ni respuesta. Nuestros políticos han hecho que todo sea irrelevante. Mañana se  podría publicar en las redes que murió Carlos Santana y resulta que solamente es un ejercicio alarmista de Fake News y no pasa nada. Sin embargo la vida se atora cuando Wikileaks publica algo que es verdad y resulta que no hay ninguna intención institucional interesada en publicar verdades y la consecuencia es que Julian Assange debe de ir a la cárcel.

El caso Palestina es un genocidio andando. Vivimos una especie de dislexia, donde ya no sabemos si el grafiti ideológico que vivimos le sube o le baja el valor a nuestra propiedad, llamada “nuestro Mundo”. Movimientos globales requieren juicios globales de cultura del grafiti. Si las acciones le suben el valor al mundo, son legales, si le baja el valor al mundo, son un crimen. La generación sistemática de pobreza es un crimen.

En un panorama político empañado por la división y la desilusión, me gustaría proponer un ejercicio imaginario, proponer un candidato sorprendente para cambiar el status quo: propongo al enigmático artista callejero conocido sólo como Banksy. Con sus obras de arte que invitan a la reflexión y su enfoque intrépido para desafiar a la autoridad, Banksy ha capturado la atención de millones de personas en todo el mundo, generando llamados para que asuma el cargo más alto de cualquier país. Efectivamente la propuesta es candidatearlo para que pueda ocupar la presidencia de cualquier país.

Si bien la candidatura de Banksy pudiera parecer poco convencional, sus credenciales como defensor de la justicia social y la libertad de expresión son irreprochables. A través de sus icónicos murales e instalaciones subversivas, Banksy ha abordado cuestiones que van desde la desigualdad de ingresos y la degradación ambiental hasta la corrupción gubernamental y los abusos de los derechos humanos.

¿Pero cómo sería una presidencia de Banksy? Para empezar, probablemente no se parecería a nada que el mundo haya visto jamás. Atrás quedaría la retórica rancia y las promesas vacías de los políticos tradicionales, reemplazadas por una refrescante dosis de honestidad, integridad y talento artístico.

Como presidente, Banksy utilizaría su plataforma para amplificar las voces de los que no tienen voz y destacar las injusticias que aquejan a la sociedad. Su administración estaría marcada por la transparencia, la rendición de cuentas y un compromiso firme con la defensa de los valores de la democracia y la libertad.

Pero quizás lo más importante es que una presidencia de Banksy serviría como una llamada de atención para el establishment, desafiando las estructuras de poder arraigadas e inspirando a una nueva generación de activistas y agentes de cambio para levantarse y exigir un mundo mejor.

Por supuesto, la idea de que Banksy se postule para presidente puede no ser más que una quimera. Después de todo, la verdadera identidad del artista sigue siendo un secreto celosamente guardado y su aversión a ser el centro de atención está bien documentada. Pero en un mundo desesperado por un liderazgo visionario e ideas audaces, la idea de una presidencia de Banksy ofrece una tentadora visión de lo que podría ser.

Entonces, mientras lidiamos con los desafíos del presente y miramos hacia el futuro con esperanza e incertidumbre, tal vez sea hora de preguntarnos: ¿por qué no Banksy para presidente? El Presidente anónimo.

Su primer discurso, hagamos un  ejercicio imaginario para un nuevo mural de Banksy, el muro está vacío en Washington o Virginia. Unos policías americano style armados hasta los dientes arrestan seis señoras con bolsas para que dejen de molestar, esto sucede del lado izquierdo del muro; del lado derecho, un personaje de cuello blanco llega con una caja de balas y le surte armamento a un soldado con seis ametralladoras, una bazooka y seis bombas que automáticamente se están lanzando sobre un hospital que se encuentra en la extrema derecha del muro, el escenario está lleno de civiles y una niña está tratando de cerrar la ventana para que no pasen las balas…

El presente artículo ha sido publicado simultáneamente en: Revistadesubastas.com y en el periódico PLAZA DE ARMAS de Querétaro

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