ARTES VISUALES
Luis Ignacio Sáinz
Algunas expresiones dominantes de la pintura de nuestro tiempo subestiman la importancia del oficio, como si el rigor del trabajo de gabinete pudiera desestimarse y esfumarse frente a la expresión. En consecuencia, hoy día proliferan los hacedores que predican o provocan sin, paradoja de paradojas, saber pintar, esculpir, estampar, entre un sinfín de manifestaciones estéticas. Estos seres confusos y ambiciosos anclan sus preocupaciones en el mercado del arte: territorio del comercio y la especulación, mas no de los valores formales de la composición, donde concurren con galeristas-financieros, gestores institucionales públicos, críticos y curadores, entregados al culto del demonio bíblico Mammón, alentador de la avaricia. Tan desalentador y hegemónico panorama contamina el tópico del “reconocimiento”, que tiende a identificarse, desde esta lógica, con el éxito económico, generando la ansiedad correspondiente de “ser en el dinero” y ya no de “ser en la significación y el sentido”.
Lenka Klobásová (1977) persevera en mantenerse congruente con su vocación creativa, orientada al ejercicio de plantearse problemas y resolverlos a través de representaciones. Iconicidades que amén de prodigar armonía y belleza, convidan no contenidos explícitos, pero sí animan y estimulan a quienes observan sus obras a establecer un diálogo profundo, luminoso y nutriente. Ojos abiertos, oscuridad completa, visión del alma. Entre la seducción poética y la meditación espiritual Lenka Klobásová emprende un viraje en su composición: suspende su filosofismo budista-zen, lo hace desde una humildad en la representación. Ahora, la materia de la visualidad es una sucesión de fracciones que parecieran visiones narrativas integrales, pero en el fondo son cortes de realidad, una de carácter flotante, en cascada, donde los entes o las figuras se afanan en conquistar su libertad absoluta. Sensaciones en imágenes, imágenes en sensaciones; periplos de ideas gratas, emocionales.
Seikō – Éxito, mixta sobre tela, 180 x 130 cm, 2020.
La creadora se refocila en un (aparente) miniaturismo, bellísimo, donde el cuadro equivale a un trozo de tejido o un corte muscular a punto de montarse en una lámina, esas tiras de sílice llamadas justo portaobjetos, para ser escrutado en el microscopio, planteándonos a la consideración de nuestra conciencia sus enigmas y misterios, auténticos puntos ciegos que nos aturden el entendimiento en su armonía formal, sígnica, cromática. En este preciso caso el despliegue de la artista no es geográfico, propio de sus asombrosas visitaciones paisajísticas, intervenciones holísticas, ya sean submarinas, terrestres, aéreas o espaciales, sino taxonómico, es un ejercicio de disección de laboratorio, donde la nacida en Brno, capital histórica del Margraviato de Moravia, se afana en buscar y quizá encontrar el secreto de la función del órgano: cómo se construye la representación de lo visto, cómo se decodifica la imagen, cómo se deposita la percepción visual en la bodega de las ilusiones.
Así las cosas, ni siquiera el ojo le interesa, lo margina y tal vez desecha, sus componentes también resultan ignorados, aun los muy próximos al iris: la córnea o el cristalino, mientras la mismísima pupila, ese conector delicadísimo que le pertenece y caracteriza, salvaguarda un pequeño milagro: el del diafragma contráctil, dilatación y reducción ante los embates de la luz. Aquí reducida a su célula básica, el átomo de Demócrito de Abdera (ἄτομον: lo indivisible), la mínima expresión de las partículas en la antigüedad. Y este conjunto frágil se conjuga en sus propios modos: ojos abiertos, oscuridad completa, visión del alma. O lo que es lo mismo, la mirada no es suficiente para lograr una percepción de lo real y sus manifestaciones, se precisa de la habilidad de la mente (memoria, imaginación) para emprender reconstrucciones conjeturales, verosímiles.
Vibes – Ondas, mixta sobre tela, 120 x 120 cm, 2020.
Especie de subtítulos que identifican en las virtudes del alma el triunfo del sujeto, la habilidad del ser por domeñar las tentaciones y los ruidos del mundo; de allí que los atributos del fenómeno óptico se le subordinan a las fibras del espíritu, la esencia, pues de algún exigente proceder filosófico, lindan con los accidentes. Ceguera exigua que, al no observar la circunstancia y el contexto del todo, puede imbuirse de unas cuantas letras, las de Yavé (en hebreo יהוה, las consonantes YHWH), el tetragrammaton, que originaron el universo y que justifican nuestra existencia en sus variaciones, según el mito de la creación de la Toráh (1), sinónimo de La Ley y sus 613 mandatos que forma parte del Tanaj (2), aceptado en su núcleo fundamental, con variaciones en la sumatoria última, como sacro para las religiones abráhamicas (judaísmo, cristianismo, islamismo).
V & N, mixta sobre madera, 129 x 500 cm, 2020.
Paisajismo abstracto que reconcilia lo nimio y lo trascendente, el grano de polen y la estela de un cometa, a través de la textura, la anulación del color, la suavidad del trazo. Arte que no llama la atención; seduce, invita a pensar, evoca el placer. Una de sus múltiples virtudes consiste en esa rara habilidad para desvanecer la distancia entre el continente y sus contenidos. La forma por abstracta que sea coincide siempre con su fondo. Todo intelectualismo desaparece, cualquier lirismo se evapora. Los lienzos cumplen de lazarillos en el empeño por mirar en la ausencia de luz, agazapados a la sombra y sus destellos ocasionales e intermitentes.
Nuestra hacedora de universos desconocidos se alza experta en la formulación de enigmas. Quizá por ello, los títulos fungen de claves para la incursión en los territorios icónicos. El arte en calidad de escritura secreta resplandece en tanto suma de grafismos nutrientes de una sensualidad reflexiva. Y ella, palindroma encarnada, Lenka que es Aknel, sonríe en el rumor de las imágenes, atisbándonos discreta con un dejo de misterio, quizá perpleja ante el desfile de un cosmos que se le ha revelado a través de hermosísimas representaciones e iconos deslumbrantes. Poesía visual que revalora el silencio y el vacío. Está en deuda con los accidentes de la belleza: la imperfección y la erosión. Tributo a la armonía del tiempo en los objetos, las representaciones y sus ecos sensibles.
Wabi-sabi (侘·寂) o de la voluntad por reconocer la plenitud de las arrugas y las fracturas, pues en ellas anida el secreto de la felicidad que renuncia a las tentaciones y los ruidos del mundo. Estética que entroniza la simplicidad, dándole la espalda al truco (en italiano, maquillaje) y las estridencias: Kintsugi (金継ぎ, carpintería de oro) (3), la belleza de las cicatrices que, en su calidad de accidentes con sus heridas, forman parte de la historia del objeto. De allí que se matice la idea misma de perfección y brillo tan propias del Occidente frente al gusto por la opacidad discreta, matizada, devota de cierto tenebrismo: el de esos “fulgores fugaces y perezosos”, en la escritura incomparable de Junichiró Tanizaki (El elogio de la sombra, 1933), a quien Lenka Klobásová dedicara su exposición del Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez (Zacatecas, 2019: Vuelo de Tanizaki). Transparencia, pues, turbada, que huye de la luz.
Ima – Ahora, mixta sobre tela, díptico 180 x 260 cm, 2018.
Profundidad, sobriedad y densidad que cifran una estética, la de pensar sintiendo o la de sentir pensando. La artista lo explica en sus propias palabras:
En mi práctica profesional la pintura contemporánea constituye el principal mecanismo de expresión de mi sensibilidad como sujeto creador, así como el medio de representación de mi circunstancia personal y social, a través de mi lenguaje plástico: uno que desde la abstracción tiende a aglutinar elementos tanto geométricos como orgánicos. La pintura es mi segunda piel, mi vocabulario para comunicarme con otros y con las realidades del mundo: las de naturaleza espiritual o intangible y las de naturaleza objetual o tangible.
El arte contemporáneo encarna la pluralidad y la diversidad de cómo los artistas se empeñan en ser en el espacio social, de apropiarse de su historia y entorno, para posicionarse crítica y polémicamente frente a los dolores y los placeres de la vida cotidiana, de sus múltiples significados y sentidos. Para mí es una manera de manifestar mis convicciones más profundas; entraña un ejercicio de autenticidad que me permite mostrar lo que soy, pienso y siento (4).
Y esta cosmovisión se manifiesta en el despliegue de universos visuales en la superficie de los soportes (lienzo o madera) que claman por adquirir sentido en la aglomeración de capas de pigmento. Si bien se elude el artificio rígido del boceto, deviene tan evidente la fascinación por el dibujo que semejante impronta tiende a diluirse en el material empleado para transferir color y sus correlatos de luz y sombra. El “yo” declarativo encuentra la vigencia de su realidad, única y exclusivamente, en el encuentro inter-subjetivo. La artista necesita de la mirada de una alteridad que la legitime: ese otro que cierra el círculo dialógico en la aprehensión del objeto, en la revisión exhaustiva que le permite “hacerlo suyo” para comprenderlo. Nuestra compositora de constelaciones antes desconocidas se alza experta en la formulación de enigmas. En su quehacer simbólico los títulos fungen de claves para el desciframiento de una significación oculta en la propuesta visual o, acaso, en la postulación de una razón enunciable. La pintura en calidad de escritura; suma de grafismos que, en su armonía y tejido, convidan el ánimo de quien desafía a los dioses a través de la creación, asumiendo la tentación del conocimiento en tanto sendero de libertad.
Tsuta – Hiedra, mixta so bre tela, 150 x 200 cm, 2021.
An undiscovered Paradise – Un Paraíso por descubrir, mixta sobre tela, 150 x 180 cm, 2021.
Las “representaciones recordativas” de Edmund Husserl expresan la riqueza de determinaciones de este arte sin reposo, consistente en no diferenciar sentido y plenitud en su iconicidad. Por eso la abstracción que nos convida evade su traducibilidad: es ella misma en la unidad de su identidad, para la que el lenguaje no es un esqueleto formal externo, sino la fusión de la modalidad en que se presenta o manifiesta el objeto identificado o conjeturado con su intención y voluntad. El poder expresivo del silencio y lo abrumador del vacío fértil que se fue despojando, poco a poco, de su precisión figurativa. Empero, allí escondida se haya tan magnífica taxonomista, la que se manifiesta sin pudor en sus postales botánicas, donde las hojas y los tallos bailan sin freno, empeñadas en huir del confinamiento de los cuadros, avanzan gozosos hacia la geografía donde los deseos se materializan con tan solo pronunciarlos: hiedras del Paraíso. Contraste curioso ya que otros de sus episodios pictóricos se solazan en “despellejar” la base de las composiciones; modernos ritos que aluden en voz baja a esa deidad de los mexicanos de la lejanía: Xipe Tótec, (“nuestro Señor el desollado”, a veces nombrado “bebedor nocturno”: Yoalli Tlauana). El Tezcatlipoca rojo, uno de los cuatro originales, el que se sacrifica convirtiéndose en alimento para saciar a los hambrientos, regenerador del maíz y emisario de la guerra. Lenka Klobásová colma así nuestros antojos.
Into the void – En el vacío, mixta sobre tela, tríptico 200 x 70 cm, 2021.
Un no sé qué de azar, de ruptura de los automatismos, de sorpresa inoculadora de la alegría, define la actual etapa creativa de la artista checa. Sin guiones compulsivos ni intenciones prefabricadas, la mano piensa por si sola, asistida por una reflexión aplicada, pues se trata de un ser que escapa de la cárcel de las imágenes, huye de los trazos y las incisiones, dándole su lugar a un pensamiento mundano, sensual, profano, que se deleita en las pieles y las cáscaras, tanto como en los huesos y las vísceras. Desde lo profundo de sus obras nos convida las estructuras que las sostienen, las urdimbres y las tramas que se cubren sutilmente con la segunda piel, la de su conjuro óptico y táctil, que nos obsequia. La meditación atraviesa de cabo a rabo las pinturas, como si fuese una ristra tántrica de reflexiones, una sādhana (en sánscrito, साधन: «un medio para lograr algo»), una práctica teleológica, orientada a la consecución de un fin. Declaración de un vitalismo que evade la materia, o que puede hacerlo, poseyendo un estatuto de objetividad a ratos tangible, a ratos intangible; o, mejor aún, de contenidos intangibles a partir de las formas tangibles.
Shotō – Archipiélago, mixta sobre tela, 180 x 130 cm, 2020.
Los errantes – The Wanderers, mixta sobre tela, 110 x 210 cm, 2022.
Moles pétreas cubiertas de musgo, pobladas por arbustos, jaspeadas con colonias de maleza, que flotan o tal vez hayan encallado en el fondo del mar. En su autonomía son islas que procuran sobrevivir en la camaradería del archipiélago. Se muestran con relativa impudicia, son jades de corazón turbio, nunca esmeraldas cristalinas; gajos de esperanza, talismanes de serpentina de brillo graso y sedoso; algas, bacterias, coacervados (las moléculas de Aleksandr Oparin). Se aprecia con naturalidad un tránsito: el de los objetos que se resignifican al convertirse en espacios. Partisana zen, Lenka Klobásová se rebela ante lo banal de la realidad, se ha enlistado en el regimiento de quienes se combaten a sí mismos por principio. No predica, quizá porque cree en no creer. Sus cualidades estéticas, de fábrica, son la asimetría, la sencillez, la aspereza, la ingenuidad; y con ellas inventa y propone, deja que le surja de sus entrañas, un orbe preñado de preguntas que expresan su estupor frente a la creación.
Trabajos-sueño y goces-vigilia que provocan nuestra imaginación, convidan sus deleites, estimulan nuestra aprehensión, derruyen las fórmulas y, sobre todo, imponen con ligereza modos originales y maneras novedosas de abordar el cansado mundo que nos engulle y en el que transcurren, a veces sin brújula, nuestros pasos. Su itinerario estético muestra y demuestra una significativa vastedad de tópicos y modalidades de intervención; lo hace sin negarse, articulando cada una de sus piezas a manera de eslabones de una cadena, formando un continuum de estilo siempre reconocible. El corolario de su entrega creativa es un corpus abierto, una unidad de lo diverso donde triunfa la belleza sobre el escepticismo de nuestro tiempo. Lenguaje propio, imaginería
No exenta de dolores, neutralizados desde lo profundo de su conciencia, Lenka Klobásová nos ofrece sus heridas, tatuajes y cicatrices como enigmas a consideración de nuestra mirada, al modo de la poesía de las tajemné dálky (» distancias misteriosas «) del simbolista Otakar Březina (1895). Suele condensar su posición de vida en una frase de gran calado: “Art is my survival strategy”. Tiene razón y por ello hay que celebrarlo.
(1) En la tradición judeo-cristiana los cinco libros atribuidos al patriarca Moisés: el Pentateuco cristiano: Génesis (Bereshit [בְּרֵאשִׁית]); Éxodo (Shemot [שְׁמוֹת]); Levítico (Vayikrá [וַיִּקְרָא]); Números (Bemidbar [בְּמִדְבַּר]); y Deuteronomio (Devarim [דְּבָרִים]).
(2) O Mikrá, que contienen los 24 textos canónicos judíos, agrupados en tres capìtulos: la Torá (תּוֹרָה), Instrucción o Ley; los Nevi’im (נְבִיאִים), Profetas; y los Ketuvim (כְּתוּבִים), Escritos. Las diferencias en el número de libros del Antiguo Testamento: 39 para los protestantes, 46 para los católicos y 51 para los ortodoxos.
(3) Procedimiento de restauro también conocido como Kintsukuroi (金繕い, reparación de oro). Técnica que cubre las fracturas de la cerámica con un barniz de resina que se mezcla con polvo de oro, plata o platino.
(4) Comentarios de Lenka Klobásová durante la inauguración de su exposición Qi, brújula de la armonía invisible, en el Museo de Arte Contemporáneo de San Luis Potosí (2019).
FOTO
Luis Ignacio Sáinz
Es como si los artistas hubiesen asumido que el arte del retrato, el espejo del alma y la vida, ha dejado de tener sentido. La imagen, que en la antigüedad tuvo como fin rescatar el alma de la muerte y del olvido, devolviéndole un cuerpo imperecedero, ha acabado por ser la exposición de la condición fugaz y terminal del hombre contemporáneo.
Pedro Azara (1)
Registrar en imagen la conciencia, el timbre y el carácter del sujeto a merced de la lente, prescinde del cuerpo y se ceba en la mirada. Sí, en la expresión ya estereotipada de que “los ojos son el espejo del alma”. Cecilia Santos (Guadalajara, 1982) se levanta por encima de semejantes obviedades, hundiendo las raíces de su curiosidad en una profundidad rara por poco frecuente, que linda con la taxidermia de la psique. Otea en los pensamientos, sensaciones, fantasías, obsesiones, imaginerías e intuiciones de una galería de hacedores de objetos donde depositan el universo entero de tales ideas y emociones.
Los creadores se vacían en sus obras, y de ellos, nuestra cronista visual se precipita en sus cáscaras, las apariencias anatómicas, cual Narciso hundido en el estanque tras fracasar en asir su propio reflejo. Ella, como el adagio latino, bien puede expresar: “Vine, vi y vencí” (2). Lo hace con naturalidad, consciente de que sus interlocutores no se percatan de la fuerza de su mirada, capaz de esquilmarles un poco de su ψυχή (en griego, “alma”). Los pilla embelesados en sí mismos, seducidos por su gracia plena, y entonces, y sólo entonces, les exprime su substancia.
El retrato es una impronta, tiempo materializado, un instante plástico que rinde cuentas de una persona; tal vez aquí resida un aire de perversidad. Un halo fantasmal fatiga su geografía, pues allí mora “algo íntimo y privado” de quien ha sido aprehendido en la representación. Cuando acierta en capturar los rasgos y gestos característicos del modelo, eso que se ha denominado expresión, evoca con sorpresa —y en una suerte de contradicción— procesos específicos de intervención del organismo en cuanto físico: la disección y el embalsamamiento. Su peculiaridad radica en que la autenticidad de esa existencia devenida objeto, trasciende la capa que envuelve y atesora la anatomía y la funcionalidad de los sistemas que la animan.
Así, el propósito de semejante género, en la territorialidad de la fotografía, se afana más bien en capturar el movimiento que comunica el “disectado”, haciéndolo único e irrepetible. La voz “fotografía” (del griego, Φωτογραφία: “describir a partir de la luz”) les fue ajena y desconocida a sus inventores: Joseph Nicéphore Niépce, heliografía; Henry Fox Talbot, calotipo; y el más narcisista de ellos, Louis Daguerre, daguerrotipo. El fuste del término “describir a partir de la luz” compila el proceso, o al menos lo enuncia, en demérito de su resutado: la imagen como producto. De modo que la que justifica esta nueva técnica erigida en arte es el acto mismo de representar. Sin la menor duda esta es la razón por la que Joan Fontcuberta en El beso de Judas: fotografía y verdad (3), tras una prolija revisión del origen y el posible autor del neologismo Φωτογραφία, se detiene en su etimología, y con acierto, propone: “escritura aparente” o “escritura de las apariencias”…
Luis Valsoto
Alejandro Colunga
Cornelio García.
Carmen Bordes
Humberto Baca
Gabriel Macotela.
Los phantasmata de Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, conocido como Paracelso (1493-1541), descritas como “alucinacionees creadas por el pensamiento” o, en el caso de los retratos fotográficos, por la connivencia de la luz (profundidad de campo, difracción y velocidad de obturación, entre otros tópicos a considerar) y el compositor visual que presiona el percutor de la máquina después de ponderar, además, los factores del espacio y su atmósfera. En pocas palabras, la cámara sí miente y sus frutos icónicos no son una evidencia, son instantes, fragmentos, incapaces de rendir cuentas de una totalidad indivisa.
Ismael Vargas
Javier Arévalo
José Fors
Ya sea que posen, comparezcan naturales, asuman su papel, se muestren taciturnos o juguetones o tímidos o soberbios, los modelos de este desfile de retratos dan para mucho, son hebras que nos permiten hilar madejas… Cecilia Santos los agarra desprevenidos a algunos, mientras a otgros los padece en su artificio, cual si hubiesen sido paridos en pedestales y hechos de bronce sin más: heróicos, vencedores de mil batallas, contra el silencio, la frivolidad de transformar soluciones en fórmulas, los fantasmas de los ecos sinfín, simulando que tienen algo que ofrecer y pronunciar. ¡Qué barbaridad! La coleccionista de esperpentos y quimeras vaya que es paciente, “aguanta vara” como se dice en el ruedo, cuando el miura resiste los embates del picador, creciéndose ante el castigo.
La lente perspicaz capta a este archipiélago de hallazgos plásticos en contextos encontrados: con su obra como remate o “back” de la toma, en meditación profunda, alojados en su espacio privado, en diálogo amable con la cámara o, ¡quién lo pensara!, en un rapto de prédica… todos vivitos y coleando, pero algunos de ellos hacen sus aspavientos, trizas y trazos, desde la tumba, en su rara condición de fantasmas entrañables, vahos de melancolía que nos advierten que “el león no es como lo pintan”. Los más renuncian de algún extraño modo a su subjetividad y se transforman en objetos representables. Entonces, se montan en pasarela virtual y vagan o deambulan en sus pasillos desafiantes o seductores. Se convierten en lo que hacen, metamorfosis más o menos, devienen sus propias fragmentos de imaginación. Saben que serán fotografiados y suplantan, destronan, a sus propios modelos, si acaso los tienen. Los menos ignoran que sus espíritus serán robados por las imágenes congeladas, son sorprendidos en pleno quehacer compositivo o distraídos, papando moscas y hasta en sentida alocución, semejante al trance del púlpito o la cátedra. Para nuestro provecho hay alguno que nos mira con sorna y ternura, casi con Einfühlung (empatía; del griego, ἐμπάθεια, “el que siente por dentro”).
Los Grillos
Juan Carlos Macías
Gonzalo Lebrija
Alberto Castro Leñero
Victor Hugo Pérez
Karla Rippey
Hieratismo y desparpajo, coquetería y presunción, campean las imágenes cautivas de Cecilia Santos. Nadie escapa a sus propios demonios, pues al menos desde 1677 con la publicación de la Ética demostrada según el orden geométrico de Baruch Spinoza sabemos que: “El deseo es la esencia misma del hombre en cuanto es concebida comno determinada a obrar algo por una afección cualquiera dada en ella” (III: Del origen y de la naturaleza de los afectos. Definiciones de los afectos: I). Todos sucumbimos, gozosos o no, a las tentaciones del mundo, la carne y el demonio. Empero, las mujeres salen mucho mejor libradas, pareciera que están más conformes consigo mismas, hunden sus raíces en la tierra, y eso les proporciona un dejo de naturalidad del que la mayoría de los varones están faltos, entumecidos para la eternidad. En pie de igualdad, siendo el género un dato más o menos inútil porque no hace las veces de apellido del arte y además no deriva de la genitalia, sino de la preferencia, el apetito y la propia noción en movimiento de cuerpo. Unos y otras arman una composición coral, segmentada en movimientos y arias, donde los acentos, el qué decir y el cómo decirlo, tejen una trama horizontal y una urdimbre vertical en esa iconografía quasi-textil.
Como una paradoja, desde sus inicios, la fotografía, como técnica y como arte, privilegió el reto de la expresión en la aprehensión de rasgos físicos y morales de los seres sometidos a su inquisitiva mirada. Fue y lo sigue siendo, un lenguaje que rebasa la mezquindad sexista. Así, como un botón de muestra, Julia Margaret Cameron (4) (1815-1879), la mismísima tía abuela de Virginia Woolf, nos legó paradigmas del género, planos llenos de misterio y exotismo, quizá explicables por haber nacido en la India (Calcuta) y fallecido en Sri Lanka (Kalutara), cuando todavía eran rescoldos del colonialismo británico. Esta es la estirpe de Cecilia Santos.
Julia Margaret Cameron: [su sobrina] Julia Jackson, 1867.
Cecilia Santos y Humberto Baca en el Taller Chapultepec.
Artista que ha frecuentado otras temáticas con singular acierto: el desnudo y las flores, aunque recurriendo a las bondades del color. La potencia expresiva de la composición monocroma es enorme pues permite que se consigan muy sutiles contrastes de luz y sombra con paleta tan austera. En mi opinión, su vocación se manifiesta en todo su esplendor con las pesquisas sobre la complejidad psico-emocional de las personas: desentraña sus secretos con sutileza, sin hacer alarde alguno de su capacidad introspectiva. Los desnuda metafóricamente, con dulzura y ternura, olvidándose que algunos de ellos son, fueron, auténticos monstruos, por la energía de su lenguaje, por la intensidad de sus biografías.
Eduardo Sarabia
Claudia Rodríguez
Francisco Morales
Gil Garea
Adrián Guerrero
Flor Garduño
Ricardo Pinto
Francisco Ugarte
Magali Lara
Para ella la cultura es una piel adicional, quizá la primigenia, le viene desde lejos, es obvio que su sensibilidad y su curiosidad colisionaron y de semejante encuentro parieron a este ser discreto y profundo, que acompaña —y lo hizo con Gilberto Aceves Navarro— los procesos de fábrica de un sinnúmero de compositores de línea y volumen. Tan solo en la actualidad ha venido registrando esa iniciativa delirante, pero concretada, de jaspear los paisajes de Zapopan, y dentro de poco de Guadalajara, con esculturas monumentales, de formato público urbano, referenciadas al contexto y a su propia isóptica, en mancuerna con Humberto Baca y Jorge Huguenin, llamada Escultórica Monumental (5). Se ha apropiado de las vocaciones de otros para dejar testimonio de los desarrollos creativos más allá de los bienes resultantes. Lo cual es de agradecerse, ya que acostumbramos a dar por sentado que los artistas trabajan en pleno aislamiento sin mantener diálogos con técnicos y profesionales [incluídos intelectuales] de muy distinta laya, sin los cuales difícilmente llegarían a buen fin semejantes alumbramientos. Además, es evidente que el estilo de cada compositor plástico y visual se distingue por sus procedimientos y hasta manías personales.
Águeda Lozano
Federico Silva
Caleidoscopio de identidades que, en la mirada de Cecilia Santos, festeja la pluralidad y la diversidad, de formas de ser, de modos de idear circunstancias y fenómenos superiores a los prevalecientes en nuestra realidad, lacerada por la violencia y la intolerancia. Utopismo renovado, que confía en la cultura y las artes para impulsarnos a ser mejores y más felices.
1 El ojo y la sombra. Una mirada al retrato en Occidente, Barcelona, Gustavo Gili, 2002.
2 Esta suerte de apotegma se le endilga a Gaius Iulius Caesar (100 a. C. – 44 a. C. ), político, gobernante, escritor y estratega militar, quien tras derrotar a Farnaces II del Ponto en la Batalla de Zela, aprieta su triunfo y arrogancia en la locución: “Veni, vidi et vici”, que resonara en el Senado de Roma el año 47 a. C.
3 Barcelona, Gustavo Gili, 2015, 3ª edición corregida y aumentada, 136 pp., donde sostiene que las apariencias han sustituido a la realidad. Lo que recuerda la sentencia de Adorno: “la ideología es la cáscara que envuelve al mundo”.
4 Personaje sorprendente que en 1874 escribiera su autobiografía Annals of my glass house, publicada hasta 1899 por Photo Beacon de Chicago, donde defiende su fascinación por el supuesto “desenfoque” de sus retratos y en consecuencia lo prescindible de la “nitidez” como criterio estético, aludiendo a esa calidad filo-intangible que atesora la profundidad del alma y la conciencia. Comenzó su carrera a los 49 años cuando su hija y yerno le obsequian una máquina marca Jamin. Entre 1864 y 1879 tomó poco más de 3 mil fotografías. En su casa en la isla de Wight transformó el depósito de carbón en cuarto oscuro y el gallinero en estudio. Fue habilitada en el uso de la cámara ni más ni menos que por Oscar Gustav Rejkander (1813-1875), ferviente practicante de la fotografía de desnudo, y el diácono anglicano Lewis Carroll (1832-1898), autor de Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo.
5 Iniciativa del Centro Cultural Exim con patrocinio empresarial y respaldo municipal que se remonta al 2017. Hasta la fecha se han instalado en el espacio público obras de Humberto Baca (Hilo de Ariadna), Alberto Castro Leñero (El grito), Alejandro Fournier (Luz, piel del tiempo), Gonzalo Lebrija (Cubo torcido), Gabriel Macotela (Torre), Pedro Martínez Osorio (Xochicalli, casa de la flor), Claudia Rodríguez (Rizo), Francisco Ugarte (Dos monolitos de concreto) e Ismael Vargas (Maíz). Se prevée en el futuro próximo producir y colocar piezas de la autoría de Federico Silva y Águeda Lozano, los más sobresalientes creadores en activo de nuestro país, a mi juicio.
ARTES VISUALES
Luis Ignacio Sáinz
La scultura è una arte che, levando il superfluo da la materia suggetta, la riduce a quella forma di corpo che nella idea dello artefice è disegnata. (1)
Giorgio Vasari (1511-1574).
Sintetizar, eliminar, apretar, reducir, abreviar, esquematizar: “quitando lo superfluo de la materia dominada”, tal como prescribía el aretino. Concepción por demás moderna que se ahorra los efectos para nuclearse en lo esencial: el nudo que amarra el movimiento y el reposo de las formas. Más importancia que los componentes la tienen los fenómenos de luz y sombra al desplazarse sobre la textura de las esculturas. Así, la piel pétrea, de grano reventado o de suavidad inesperada, posee una calidez y tersura que le envidiaría cualquier epidermis. Sara Hemsani traspone y confunde a conciencia curvas, sinuosidades y oquedades de los cuerpos más femeninos que masculinos, con las figuras en torsión, los objetos en rotación, de su imaginería. Sensualidad apenas contenida, inmanente, que quisiera brotar con fuerza.
Volúmenes que funcionan como anzuelos de los sentidos, especialmente del tacto en tanto estrategia de reconocimiento de lenguaje propio: el braille, donde las yemas de los dedos substituyen a los ojos, y además de leer, de alguna limitada manera ven… Lo que trae a colación al poeta y ensayista Paul Valéry (1871-1945) cuando nos ofrece en Introducción al método de Leonardo da Vinci (1895): “Hay un paso, desde las formas nacidas del movimiento hacia los movimientos en que las formas se convierten, con la ayuda de una simple variación en la duración”. Cotejar pues, al objeto con la forma de su desplazamiento. Ejercicio taxonómico que desempeña un órgano de manipulación física y algo más: la mano, que piensa por sí sola, es rebelde, posee vocación orquestal, se brinca las trancas, apoderándose del mundo con el escrutinio tangible-sensorial y en consecuencia representándolo en sincronía con el hemisferio cerebral que la rige. Vector de la expresión del creador, instrumento de reconciliación con la circunstancia fenoménica, sutura de las inbtenciones y los deseos. Su quehacer y apoderamiento es de vértigo, nunca se verbaliza, limitándose a hacer o deshacer; a querer o no, crea o destruye. Su magia se distribuye en el concierto de 27 huesos: el carpo o muñeca, 8; el metacarpo o palma, 5; y los 14 huesos restantes, las falanges, forjan las terminales móviles: pulgar, índice, cordial, anular y meñique. Con dicho dispositivo prensil, Sara Hemsani decidió emular a los dioses, trasegando las tierras y las arenas.
Esta artista, capaz de transitar sin problema entre géneros, se refugia y elige primordialmente el placer atávico: amasar, modelar para crear vida ex nihilo. Como los progenitores que mezclaron granos de mazorcas blancas y amarillas de Paxil y Cayalá para, según nos cuenta el Popol Vuh (códice quiché de Chichicastenango) crear cuatro seres destinados a adorarlos: Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah, Iqui-Balam, en orden de aparición. Empero, tales criaturas sabían demasiado, casi perfectas, todo lo veían, y los formadores del génesis Tepeu y Gucumatz optaron por nublarles la visión para que sólo se percatasen de lo inmediato y lo efímero, lanzándoles un vaho a los ojos, empañándolos “como cuando se sopla sobre la luna de un espejo.” La prole de la escultora corre con mejor suerte, pues además de parirla la nutre y protege, son gajos y jirones de su mismísima entidad existencial
A diferencia de la fábrica tridimensional que establece su centro hacia dentro, de naturaleza centrípeta, acumulando en sí misma su energía y punto de equilibrio, la postulación plástica busca huir, salir del soporte, desbordarlo, de carácter centrífugo, se expande fuera de su territorio de origen, fijando su “alojamiento” en la irradiación de un movimiento carente de núcleo. Entre estos polos de composición espacial se sitúan los dibujos y los collages, logrando esbozar una red visual-constructiva que hace de cada parte un miembro de una familia estética. Me parece que el lenguaje de Sara Hemsani se enriquece considerando esa compleja convivencia de expresiones plásticas y visuales propias y autónomas, pero convergentes y ensamblables.
Sin afán de forzar la interpretación deviene útil examinar los axiomas newtonianos sobre el movimiento y el comportamiento de las fuerzas y los cuerpos. Se trata de tres principios que reestructuran la mecánica clásica y no por ser temas selectos de la física deben situarse lejos de nuestras preocupaciones estéticas. Más lejos todavía, la apreciación crítica de los fenómenos artísticos, tanto en sus procesos como en sus productos, demanda una comprensión rigurosa de su propia materialidad y objetividad, con independencia de sus implicaciones filosóficas y/o cadenas de significación y sentido.
Tenemos entonces:
Primera ley de inercia (2)
Todo cuerpo continúa en su estado de reposo o movimiento uniforme en línea recta, no muy lejos de las fuerzas impresas a cambiar su posición.
Segunda ley fundamental de la dinámica (3)
El cambio de movimiento es directamente proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime.
Tercera ley o principio de acción y reacción (4)
Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: quiere decir que las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto.
Quizá en la interrupción del reposo descanse el fundamento y origen de piezas hermosísimas que propenden a conciliar elementos sueltos, embonables; y a desdoblar o enrollar una masa como si se tratase de una ola en el cénit de su movimiento, antes de romper y diluir su estatuto de onda parida por el viento en fricción con la superficie del agua, lo que provoca su arrastre. El hecho consiste en que la autora esté o no consciente de semejantes implicaciones, en parte mecánicas, en parte dinámicas, resulta evidente que resuelve con absoluta consistencia tales embrollos o factores relativos de determinación. Con inusitada naturalidad trasciende los demandantes aspectos técnicos —constructivos—, lo que genera una suerte de espejismo, dado que sólo en apariencia las composiciones son simples o sus hechuras sencillas. Otra diferencia, las esculturas brindan enteros, las pinturas calan y tantean, exhiben fragmentos, porque no se nos olvide: los macizos arriban, las porciones se fugan: centro y periferia, totalidad y parcialidad…
Las pencas de maguey son brazos implorantes, suplicantes, penitentes. Algo deben. Los cuerpos de perfil son negativos, sombras evasivas, de una trinidad escultórica erguida, con un dejo arrogante: no se dejan ver, imponen sus formas, esos trazos y esos trozos de anatomía. Promesas de intemperancia, ecos de liviandad, que no terminan por agotarse, pululan en el ambiente, pero no acontecen ni se perpetran… Vaya situación: los deseos convertidos en escenografías, en simulacros circulatorios y de traslado, coreografías asimétricas y de espacios mutilados. Pasados a rodillo, exprimidos, los lienzos y los papeles están ayunos de texturas, de esgrafiados, de accidentes; a un soplo de ser translúcidos de lo comprimidos que están. La delicadeza luciendo su apetito de cuasi-invisibilidad. Juego macular cautivador.
Dar, recibir y agradecer, los alcances de la expresión icónica en Sara Hemsani, entregada a la fertilidad de la vida y sus significados abiertos, recuerda en esas prácticas que son principios a las tres Gracias o Cárites de la Hélade, nacidas de Zeus y Eurímone, ninfa heredera del titán Océano: Aglaya (el Resplandor), Eufrosine (la Alegría) y Talia (el Florecer). Vigilantes olímpicas de la generosidad y las respuestas que detona, círculo virtuoso de los καλούς τροπούς (en griego, buenos modales; kaloús tropoús). La armonía, el equilibrio y la belleza son las cimbras de su planteamiento artístico, orientado a procurar una sensación de plenitud y bienestar.
Sin polemizar, ni sucumbir a los arrebatos de un lirismo frívolo que camufla la ignorancia, crece gracias al trabajo de gabinete, a su capacidad de explorar y aprender, a su disposición para admirar el talento de sus pares. Es su propio paradigma, con ella y frente a ella se mide. Intenta no preocuparse, sino ocuparse. Poner —literalmente— manos a la obra y de esta manera va acopìando luminosas manifestaciones de su conciencia, su espíritu y su talento.
1 Le vite de piú eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a tempi nostri, edición de Lorenzo Torrentino, Florencia, 1550, Capítulo VIII: De la Scultura. http://bepi1949.altervista.org/vasari/vasari05.htm “La escultura es un arte que, quitando lo superfluo de la materia dominada, la reduce a esa forma de cuerpo que está dibujada en la idea del creador”. Esta obra cumbre del pintor, arquitecto y escultor de la Corte de los Médici, detonador de la historia del arte como disciplina y género literario, tuvo una segunda edición ampliada en 1568, que, como dato curioso, en la Biblioteca Nacional de España se cuenta con un ejemplar anotado por el mismísimo Doménikos Theotokopoulos “el Greco” (1541-1614).
2 Isaaco Newtono, Eq. Aur.: Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, Londini: apud Guil. & Joh. Innys, Regiæ Societatis typographos, Editio tertia aucta et emendata, MDCCXXVI, p. 13 et seq. Axiomata, sive leges motus [Leges solae descripta msunt, commentariis praetermissis.]. Lex I: Corpus omne perseverare in statu suo quiescendi vel movendi uniformiter in directum, nisi quatenus illud a viribus impressis cogitur statum suum mutare.
3 Ibid., Lex II: Mutationem motus proportionalem esse vi motrici impressæ, & fieri secundum lineam rectam qua vis illa imprimitur.
4 Id., Lex III: Actioni contrariam semper & æqualem esse reactionem: sive corporum duorum actiones in se mutuo semper esse æquales & in partes contrarias dirigi.
ARTES VISUALES
Luis Ignacio Sáinz
Hemos olvidado el arte de escuchar las voces profundas de la naturaleza y entre ellas los susurros de la materia orgánica, que jamás comparece inerte. Antonio López, rehén innovador de la volumetría, nos convida un secreto en el desfile de sus fantasías cuajadas: su oído funciona como bocina del alma, permitiéndole dialogar con los elementos que devasta o talla. En tan sutiles conversaciones la madera, por caso, una que no ha sido talada sino recuperada, manifiesta su destino: irrumpir en x identidad formal (pues sabemos que los géneros no se definen por la genitalidad), y hacerlo con y más z rasgos (impuestos por la morfología del soporte, por ejemplo que una veta reviente y marque el seno de una figura, casi extirpándolo por encima de su botón). La escolástica tiene razón: adaequatio rei et intelectus. La verdad tomista como correspondencia entre el lenguaje y el mundo efectivo.
Astas, talla en jacaranda con cornamenta de ramas de encino, 160 x 66 x 60 cm, 2021-2022.
Nuestro compositor tridimensional se ajusta a las posibilidades inmanentes de las masas utilizadas, a partir de las cuales su gramática constructiva forjará una significación irrepetible. Se crea, entonces, realidad desde factores o ingredientes que se resisten a perecer, siendo vestigios de vida latente. Así, la jacaranda empleada viene de un árbol provecto sembrado en la calle de Corina en Coyoacán, hasta que una fuerte tormenta lo derribó, mientras que los troncos y las ramas de encino y pino se recolectaron, no podaron, en otros rumbos de la megalópolis. Lucro del azar, reciclaje de la fortuna… que brinda la ocasión, pero que sólo la virtud la aprovecha. Compositor de bulto, notable en su refinamiento, que parte de elucidar las posibilidades de las substancias, homónimo del manchego de Tomelloso (1936) que afirma: “el realismo es maravilloso porque es donde todo tiene cabida”.
Mujer y hombre del homónimo español (1936)…
Quehacer en soledad, puesta a prueba de la fuerza y precisión del escultor que se redescubre en los pliegues de los bastimentos que elige para presentificarse a través de sus ideas-embriones-fetos-partos. Antonio López evidencia su fertilidad al preñar los intersticios, esos “dentros” de los troncos, donde se asomarán tarde que temprano rostros y cuerpos jadeantes, necesitados de aire, que al nutrir sus pulmones reinciden en su calidad de sueños en vigilia. Extraña pócima, el talento del artista, que insufla la conciencia del despertar y el despertar de la conciencia, haciendo de los seres de madera auténticas criaturas, exitosos gólems. A un tris de que ocurra el milagro se revela una mujer hecha y derecha, aunque permanezca todavía enroscada en sí misma, en posición fetal, si bien ya fue expulsada del útero.
Nido, talla en jacaranda sobre nido de ramas de pino, 90 x 90 x 35 cm (arriba); mágica en bronce (centro y abajo), 2021-2022.
La neo-nato se aferra a los orígenes, reposa en un lecho varejudo, de sarmientos, vástagos y mugrones. Aún no espabila, como si dudase que ya debe valerse por si sola. Semeja a Oroburus, la serpiente que se muerde la cola, ese símbolo integral donde se confunde el principio y el final…
Antonio López instalará su comunidad de fieles en una de las crujías del que fuera Convento de Nuestra Señora de la Expectación de la Orden de San Jerónimo. Sus cuatro magníficas obras, tres femeninas y una varonil, se aposentarán en esta arquitectura deslumbrante en operación desde 1623, objeto de un sinfín de modificaciones al caer natural del tiempo, incluyendo la torre barroca proyectada por el alarife Cristóbal Medina Vargas Machuca (1665). Soy la raíz muestra a un personaje macizo, duro, de complexión robusta, que pareciera jactarse del dibujo estriado que sella su anatomía de pino, cuya cabeza se entrevera con un ornamento gigante, a mitad de camino entre una celosía precaria y un antifaz pifiado. Se intuye una textura impermeable, que le otorga un aire solemne, hasta hierático, a este fundador de estirpe y linaje.
Soy la raíz, talla en pino con intervenciones de ramas de pino, 124 x 40 x 26 cm, 2021-2022.
Alegoría del principio que funciona como “dador de simiente”, asumiendo una calidad contradictoria, pues raíz viene del latín radix que refiere al crecimiento subterráneo que proporciona estabilidad a una planta en oposición al tallo que se desarrolla aéreamente, en este caso el atributo no se hunde en la tierra, sino que desafía la gravedad, lanzándose en pos de la bóveda celeste. Será ello una característica de su avidez trascendental, parecido tal vez a Banquo quien no sería soberano, pero si fuente de monarcas (“su descendencia serán reyes”: una profecía del aquelarre [las profecìas de las tres brujas] en William Shakespeare, Macbeth, Acto I, Escena III).
Esta cuadrilla estaría coja si careciese de alguien dedicado a salvaguardar a sus miembros, es decir de un Guardián (sustantivo m. y f. del alemán antiguo wardjan) o todavía mejor dada su fisonomía “ángel custodio” o “ángel de la guarda”. Las religiones nucleadas en Abraham le conceden particular relevancia a dicho ente protector. Empero, será en la Summa duodecim quaestionum donde Honorius Augustodunensis o de Regenburg (1080 – ca. 1137) vinculará los senderos humanos con los angélicos, en tanto hechuras del primer motor [1]*. De la espalda le brotan unas alas abreviadas hasta su mínima expresión, sin cubierta de plumas, el armazón de ramas deshojadas, peculiaridades que contrastan con la evidente anatomía sexual femenina, si bien fortalecen la idea misma de la maternidad en tanto defensa a ultranza.
Guardiana, talla en cedro blanco con alas de ramas de encino, 77 x 130 x 55 cm (izq. y der.); mágica en bronce (centro), 2021-2022.
Piquete angélico que siembra el azoro por su belleza y que en la transgresión del realismo dogmático se legitima en la pureza del oficio y la profundidad de la expresión. Gracia plena.
[1]* Sic Deum, qui est lux, vita et gaudium angeli et homines similiter habere poterunt; quem soli non habebunt, qui visum mentis ab eo avertunt. Igitur homines non pro angelis restittuntur, sed pro seipsis Deo, aeterna luce, aeterna vita, ac aeterno gaudio perfruuntur: Así podrán tener a Dios, que es la luz, la vida y el gozo de los ángeles y de los hombres; a quien solamente no tendrán, los que tienen la visión de la mente se alejan de él. Por lo tanto, los hombres no son restaurados a los ángeles, sino por sí mismos a Dios, disfrutan de la luz eterna, la vida eterna y el gozo eterno. Véase, Liber Duodecim Quaestionum, De Scriptoribus Ecclesiae Relatis, en Documenta Catholica Omnia, volumen MPL172, columna 1186.
LETRAS
Francisco Martínez Negrete
CAMBIAR DE CORAZÓN
I
El mundo es de los vivos que se atreven a burlarlo
no de los poetas melancólicos poseídos y agobiados
por Saturno.
Hoy me despierto feliz
me miro en el espejo hago gárgaras se vuelven
un rugido de león
puro bicarbonato la gaseosa importancia
burbujeante del ego
acodado en el borde de mi ser
casi nada botín de sombras de oscuro movimiento
bajo la superficie de cuál identidad
del verbo bla bla bla en el arco del discurso
y el imbécil extraño que me mira empapado de las
aguas del espejo.
¿Quién el apotecario el aduanero de tan sútiles
diversas sensaciones?
En la fuente de sodas del hipotálamo vamos ¡ea!
generemos amor
endorfina de primera pantaletas al aire y entre cruda
maleza
la babosa sonrisa vertical/
sumido en las vicisitudes de las virtualidades tú
bien puedes ser otra de lo mismo
amar a todas en una que amarte en todas a ti
a ti que lates en todas y a todas las que laten en ti
en esta mascarada y suave vals de fina ramería
y delicados modales
como dos esquizofrénicos esperando el cabal
y genuino reconocimiento del otro
miramos en diferentes direcciones
cuando el uno y la otra son lo mismo
la vis de la gallina y su antediluviano coqueto
parpadeo
con que entras a mi pasión de saurio en el plástico
condón mental en donde estallas
los fuegos pirotécnicos del miedo y el pretexto
de apenas brillar
para no ser
sino absurda energía pasajera con un leve perfume
de nostalgia.
Dejo de sombra enturbias la límpida mirada
Pura telequinesis referida a la cueva de ignoto
sentido
a la víscera inmunda que Jesusa Rodríguez llamase
corazón
con el aplauso de latón del aire que pasea su helado
chiflón
por la calle desolada de cada latido
repica la ululante desfondada fanfarria
donde tampoco estás.
II
Una elegía tan opiácea como árabe
es lo que mereces a las tres de la mañana
menta fría cenizas ilusiones del vaho
para espantar la líquida negrura de los óleos
que amenaza colmar las mortecinas velas
ya no se diga hundir mis barquichuelas ansias
que navegan navegan y no llegan a ti
tú que estás como siempre a la hora del desastre
—como dijera Jaime.
III
Alabanza del Ciego que profirió tu nombre
en este no tenerte: alrevesada.
Hay un aire de adiós en la penumbra
un nada más que hacer con tu recuerdo vivo.
Enredado en tu fría telaraña
de nunca más de siempre no me olvides
el tiempo me traspasa.
Contradictorios mensajes
delinean tu rostro en la humareda
que desprende la terca llamarada
deste cortocircuito cerebral
donde nos hallo.
IV
Entre fríos resplandores ya regreso
a la luminiscencia de la gárgara.
Lajas rugidos palinodias
disuelven su sentido en un instante.
El único sentido en el instante
es que todo conmina
a la más gorgoritante cirugía:
Exhalar tu cuerpo de mi vida
equivale a cambiar de corazón.
Tenochtitlán, septiembre y 2006
CANTIGAS DE AMOR AUSENTE
I
Filo de amor al trovar
pico de pájaro al viento
que lo lleva pobre canción
que no llega apenas destrenzada
por los dedos del viento enmudecida
por su beso frío
y la sorda indiferencia
en los oídos de la bella.
Qué más da nada
al fin más triste
que el amor si a sí mismo se consume
moribundo de sed
de no ser correspondido.
II
Así está bien dijo ella,
practiquemos el amor con desapego
qué fácil es decirlo
cuando ya no se ama cuando
el pecho se cierra pertrecha su castillo
con las piedras heladas del rencor
de miedo y abandono
eleva el corazón su puente levadizo
y en el foso resuena
un río de indiferencia
ella que ayer
abriera sus alas
jugosa y sonriente
como la mañana
ella
que ayer
fuera mía.
III
El pájaro sueña
en devolver al trino la luz de la mañana
en que el invierno
regrese a ser verano
tiemble el rocío muerto de deseo
en sus labios
y
el viento alise
entreveradas plumas
al vuelo.
IV
Con
sus sueños templa el canto
lo impele contra
el silencio:
arde
en el instante el silbido
su pasión de navaja
abre
su brecha al corazón de lava viva
su brecha al corazón.
V
Espuelita de plata
vienes calando
hondo y despacio
pálida estrella
el sordo río
de mi quebranto
canta el pájaro herido por el canto.
RAZONES DE AMOR
Porque yo no te quiero
para incendiar la noche
en juegos pirotécnicos
de corta duración.
No como desliz fluctuante del ahora
rutilante atracción usable y desechable.
Como vino feroz que alumbre el alma
para dejarla luego más sombría.
No desde la lujuria y la locura
rebotando tras un ego portentoso
para lucirte como pieza de caza
trofeo a su buen gusto en fiestas y salones.
No con el ansia adictiva de la droga
de su fiesta de angustia espejismos fantasmas.
Como objeto virtual de admiración o aplauso
dorada máscara que oculta su vacío
bajo la adrenalina de una sonrisa hueca.
No te quiero como amor de temporada
como última moda como pasión inútil
Cenicienta al final sin príncipe y zapato.
Con un amor Amor quererte quiero,
más humilde posible duradero
con un amor sencillo que alimente
su semilla constante día con día
de las urnas de nuestros corazones
para crecer el árbol de los días
de tallo bimembre y flores amarillas.
Con un amor sensato
sin prisa ni quebranto.
Con un amor sincero
confiable y duradero.
Con un amor sencillo
tenaz y verdadero
que florezca la flor de su membrillo
y resista el embate de los años.
Con un amor así quererte quiero
pausado y lisonjero
espiritual y entero
que nos lleva a cumplir nuestro destino:
compartir la aventura del camino.
CAMBIAR DE CORAZÓN. Francisco Martínez Negrete. Col. Cuadernos de la salamandra. SECRETARÍA DE CULTURA DEL DISTRITO FEDERAL/ EDICIONES SIN NOMBRE. México, 2011
Comentarios recientes