La modernidad de Germán Cueto

Por Luis Ignacio Sáinz

En 1948 Germán Cueto (1893-1975) dirige el área de danza del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura por invitación de su titular el músico Carlos Chávez. En ese año expondrá en la Galería Mont Orendáin (1) de la Ciudad de México y de entonces procede su óleo sobre masonite Cabeza Cubista. Auténtica obra maestra que manifiesta un dejo de nostalgia, amén de una habilidad sorprendente, pues la primera vanguardia del siglo XX al romper con la perspectiva renacentista, el cubismo, puede darse por finiquitado en 1919. Empero, el cuadro evidencia la convicción profunda de su autor por el geometrismo y la abstracción, que lo animará el resto de su vida, aunque siempre privilegió a la escultura como su modo de composición esencial, desde que se lo sugiriera su maestro Fidencio Nava durante su paso por la Academia de San Carlos (Escuela Nacional de Bellas Artes, 1918-1919). Moderno por naturaleza, de inspiración cubofuturista, formará parte del Estridentismo (1922-1925), grito ilustrado y libertario, fustigador de la tradición rural y animador de la velocidad y el maquinismo, émulo del Manifiesto Futurista de Filippo Tommaso Marinetti (1909).

Con independencia de los materiales que utiliza para armar sus piezas, reivindica siempre el alcance de la expresión, la intención plástica, por encima del preciosismo de fábrica. La suya es una empresa de rescate, a partir de desechos sólidos (alambre, lámina, madera, cordel y lata), un poco de yeso o barro, ocasionalmente bronce, soportes de tela, cartón o masonite, acuarela, óleo y esmalte. Instalado en la humildad de los medios, parirá una vasta obra cuyos hilos conductores son la síntesis, el humor, la perfección formal. Alejado de las tentaciones del mercado, atenderá de modo inalterable al espectador, concebido como dialogante y destinatario de la composición. Su reto consiste en comunicar eficaz y eficientemente, con pocos elementos, algunos trazos, logrando un máximo de contenidos. Las formas que aborda se asumen modernas, irreverentes y lúdicas. Amante del silencio, prefiere que sus seres de fantasía hablen por él; les concede la preferencia y los transforma en sus ventrílocuos. Se ajusta y apuesta por el movimiento y el ritmo, de allí su pasión por la danza y el teatro, a los que promoverá sin fatiga y desde todas las trincheras imaginables: escribiendo obras (1927: Comedia sin solución, revista Horizonte; 1937: La guerra con Ventripón, comedia satírica que denuncia el belicismo, con escenografía y vestuario de Gabriel Fernández Ledesma), diseñando títeres, máscaras (1933: Lázaro rió de Eugene O’Neill, dirigida por Julio Bracho en el Teatro Hidalgo; 1940: ballet La Coronela de Silvestre Revueltas, terminada por Blas Galindo), escenografías y vestuarios, traduciendo textos.

Alérgico a las aulas y su rigidez, optará por el autodidactismo. Se formará dada su interacción con lo más granado del medio intelectual y artístico mexicano. Siendo liberal en política adoptará posiciones críticas y vanguardistas que, poco a poco, lo alejarán del dogma revolucionario de la Escuela Mexicana. Por sus orígenes cántabros del lado paterno, viajará en distintas oportunidades a Europa, donde al vincularse con su prima María [Gutiérrez] Blanchard (2) (1881-1932) establecerá contacto con lo mejor de la intelligentsia franco-española de la época. Con unos toques de pluma emocional, Ramón Gómez de la Serna la pinta de cuerpo entero: «Menudita, con su pelo castaño despeinado en flotantes Abuelos, con su mirada de niña, mirada susurrante de pájaro con triste alegría». El sumo sacerdote de la tertulia del Café Pombo, allá por los rumbos de la Puerta del Sol en el número 4 de la calle de Carretas, la retrató como a tantos otros, mientras fuera pillado él mismo por Diego Rivera en un espléndido lienzo de 1915.

Su incorporación al grupo que polemiza contra el Surrealismo lo acercará a personajes fundamentales de la época como Joaquín Torres García, quien fungirá de su auténtico cicerone en el mundo del arte, incorporándolo en todos los escenarios en los que solía participar. Por su intercesión se sumará a Cercle et Carré, movimiento artístico fundado por el propio creador uruguayo-catalán y el crítico Michel Seuphor en París en 1929, con objeto de promover la abstracción geométrica. Un año más tarde surgirá la revista del mismo nombre, de la que aparecerían sólo tres números (3). En su única exposición colectiva, celebrada en la Galería 23 de París en 1930, en la que intervinieron 43 creadores, con 130 trabajos, entre los cuales figuraban Hans Arp, Fernand Léger, Wassily Kandinsky, Piet Mondrian, Kurt Schwitters y Georges Vantongerloo. Germán Cueto es de los mejor representados en la muestra con 4 obras: 2 máscaras y 2 esculturas. Visitantes y curiosos a raudales, pero renuentes a comprar. La iniciativa cerraría el 30 de abril con una conferencia de música verbal y acompañamiento russolófono (Michel Seuphor: “Poétique Nouvelle”, publicada en Cercle et Carré, no. 3), donde el ponente se parapetaba detrás de una máscara fabricada para la ocasión por el artista mexicano (4).

Frente a la tiranía de André Breton, señalada por su galicismo a ultranza y un tufillo de misoginia, los artistas interesados en la estética abstracta se guarecen en tres movimientos continuos: Cercle et Carré (1929), Art Concret (1930) (5) y Abstraction-Création (1931-1936) (6). Resistencia animada por un doble motivo: comparecer como un frente cosmopolita, una fuerza internacional consciente del valor de su diversidad, y desafiar al Surrealismo a debatir en términos estéticos, filosóficos y de historia del arte. Dos exposiciones realizadas en aquella época serán decisivas para la formación de tales movimientos: ESAC (Expositors Selectes d’Art Contemporain) en el Stedelijk Museum de Amsterdan, organizada por Nelly van Doesburg en 1929 y AC: Internationell utställning av postkubistisk konst (International exhibition of post-cubist art), celebrada un año más tarde en Estocolmo, con la curaduría de Otto Gustaf Carlsund.

Cabeza Cubista trasciende la condición de un cuadro, se erige en síntesis de una biografía intelectual: la del artista abstracto mexicano por excelencia que formó parte de los movimientos decisivos en la construcción de la modernidad, desde París en el periodo de entreguerras. Debe subrayarse que al arribar a tierras europeas Germán Cueto cuenta con una fina sensibilidad y una profusa formación cultural que le facilitará su integración al epicentro de los acontecimientos estéticos del siglo XX. Lo hará en un pie de igualdad, sorprendiendo a propios y extraños por el vigor y la originalidad de sus propuestas; jamás desentonará frente a los monstruos con quienes conviviera, incluyendo a Pablo Picasso, y si bien deben acreditarse los mecenazgos de María Gutiérrez Blanchard y Joaquín Torres García, entre otros, será en sus inequívocos méritos donde deben buscarse las razones del azoro que nos sigue imponiendo. Su figura y el impacto de sus colegas escritores estridentistas (Manuel Maples Arce, Arqueles Vela, Germán Liszt Arzubide) exige una revaloración profunda de los aportes de esta delirante generación de hacedores de utopías triturados por la Revolución hecha dogma gobernante y en el caso del artista por los muros del poder y el poder de los muros de la Trinidad muralística (José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros). El mismísimo José Vasconcelos en su infinita arrogancia no sabrá aquilatar su talento y lo refaccionará con encargos secundarios (7).

(1) Ubicada en el número 154 de la calle de Puebla, en la colonia Roma. Espacio museográfico que albergará a partir del 16 de noviembre de 1949 al Salón de la Plástica Mexicana, promovido por Fernando Gamboa, bajo la dirección de Susana Gamboa, y que si bien consideraba en principio a los «50 mejores pintores, grabadores y escultores de México, desde los ya consagrados hasta los jóvenes», terminaría ajustándose a 51, siendo los integrantes-fundadores de la lista inicial: Ignacio Aguirre, David Alfaro Siqueiros, Raúl Anguiano, Luis Arenal, Dr. Atl, Abelardo Ávila, Angelina Beloff, Alberto Beltrán, Ángel Bracho, Celia Calderón, Federico Cantú, Fernando Castro Pacheco, José Chávez Morado, Erasto Cortés Juárez, Olga Costa, Dolores Cueto, Germán Cueto, Gonzalo de la Paz Pérez, Francisco Dosamantes, Jesús Escobedo, Arturo García Bustos, Jorge González Camarena, Jesús Guerrero Calvan, Xavier Guerrero, Frida Kahlo, Agustín Lazo, Amador Lugo, Leopoldo Méndez, Carlos Mérida, Gustavo Montoya, Francisco Mora, Nicolás Moreno, Nefero, Luis Nishizawa, Juan O’Gorman, Pablo O’Higgins, Carlos Orozco Romero, Luis Ortiz Monasterio, Feliciano Peña, Fanny Rabel, Everardo Ramírez, Jesús Reyes Ferreira, Manuel Rodríguez Lozano, Diego Rivera, Antonio Ruiz, Juan Soriano, Rufino Tamayo, Cordelia Urueta, Héctor Xavier, Desiderio Hernández Xochitiotzin y Alfredo Zalce. Véase, Raquel Tibol: 25 años del Salón de la Plástica Mexicana. Homenaje a los Miembros Fundadores, Catálogo, México, 1974, sp.

(2) Tan extraordinaria artista, discípula del postimpresionista Hermenegildo Anglada-Camarasa y el fauvista Kees van Dongen, cuya obra cubista en nada demerita frente a la de su entrañable amigo Juan Gris, viene al mundo marcada por la deformidad propia de una cifoscoliosis con doble desviación de columna, resultado de una caída sufrida por la madre durante su embarazo al descender de un carruaje. Fantástico personaje a quien le dedicara Federico García Lorca su Elegía a María Blanchard, donde se declara “amigo de una sombra”, oración pronunciada en el Ateneo de Madrid poco después de su muerte (5 de abril de 1932). Cfr., Carmen Bernárdez, Eugenio Carmona, Gloria Crespo, María Dolores Jiménez-Blanco, Griselda Pollock, Xon de Ros, María José Salazar: Blanchard, Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2012, 279 pp.; María José Salazar: María Blanchard. Pinturas 1889–1932. Catálogo razonado, Madrid, Telefónica y Museo Reina Sofía, 2004, 750 pp

(3) Círculo y Cuadrado dedicará sus entregas a los siguientes temas: Pour La Défense D’Une Architecture / No. 1 (marzo 15, 1930); L’Art Réalist et L’Art Superréaliste (La Morphoplastique et La Néoplastique) / No. 2 (abril 15, 1930); Poétique Nouvelle / No. 3 (junio 30, 1930).

(4) “Los ejemplos de música verbal del programa se decían a través de un megáfono que tenía forma de máscara de metal y que me ocultaba todo el rostro, diseñada por el escultor Cueto para la ocasión. Esa máscara estaba sujeta por un palo, de manera que podía apartarla con un simple movimiento de brazo para leer mi texto escrito. A mi derecha, a menos de dos metros, sentado delante de su russolófono recién inaugurado, [Luigi] Russolo tenía que subrayar los recitados con ritmos y ruidos diversos; lo que hizo un cello perfecto”: Michel Seuphor, Cercle et Carré, París, Belfond, 1971, p. 22. El compositor italiano (1885-1947), pionero del ruido como música y de la vertiente electrónica, asociado a futuristas y abstractos, firmó en 1913 un manifiesto conocido como El arte de los ruidos.

(5) Theo van Doesburg publica su manifiesto con dicho nombre, dirigiendo sus baterías contra la figuración y el simbolismo. Concepción próxima a la arquitectura que enarbolaba la indiferenciación entre lo interior y lo exterior, y la necesaria desaparición del concepto mismo de “muro”. Desde 1917 a partir de la revista De stjil impulsará el neoplasticismo o constructivismo, basado en la sencillez, claridad y equilibrio, sustentados en el lenguaje de la abstracción geométrica. Cuando introduce la línea diagonal como elemento estructural de la composición junto a los colores primarios, Piet Mondrian renunciará a formar parte de sus filas. Véase, Evert van Straaten: Theo van Doesburg: Painter and Architect, New Jersey, Princeton Architectural Press, 1996, 266  pp.

(6) Los estatutos de la asociación fundada por Jean Hélion, Georges Vantongerloo y Auguste Herbin contemplaban, en su artículo 1’, como objetivo fundamental: “la organización en Francia y en el extranjero de exposiciones de arte no figurativo normalmente llamado Arte Abstracto, es decir, obras que no manifiesten ni la copia ni la interpretación de la naturaleza”; destacando entre sus intereses la edición de la revista Abstraction-Creation: Art non-figuratif. Los creadores agrupados en Cercle et Carré se integrarían a este movimiento; entre ellos Hans Arp, Piet Mondrian, Antoine Pevsner, El Lissitzky, Alexander Calder, Robert Delaunay, Constantin Brancusi y Julio González. Cinco anuarios saldrían a la luz. Después de la Segunda Guerra Mundial sus intenciones serían heredadas por el Salon des Réalités Nouvelles, promovido por Fredo Sidès.

(7) Le comisionará, alrededor de 1940, una docena de bustos de escritores y filósofos para la colección de la Biblioteca México que lleva el nombre del político e intelectual oaxaqueño: Cervantes, Sócrates, Goethe, Aristóteles, Esquilo, Shakespeare, Homero, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Platón, Dante y Eurípides. Antes, en el periodo ¿1921-1925?, contratará a Ignacio Asúnsolo para realizar el grupo escultórico del patio de la Secretaría de Educación Pública, quien será auxiliado por Germán Cueto; poco después nuestro artista cruzará el Océano Atlántico para instalarse en la capital de Francia durante la larga temporada 1926-1932.

 

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