Paloma Torres (1960) posee un vocabulario plástico complejo y sin embargo resuelto con sencillez. Logra el equilibrio entre la elocuencia poética y el rigor estructural de sus composiciones. Enamorada del espacio público y el territorio urbano, le concede una relevancia única al paisaje, rasgo que le permite integrar naturaleza y artificio con la suavidad de los materiales que emplea y las formas que proyecta. Estudiosa, reflexiva desde el registro fotográfico, el análisis en bocetería (cortes, alzados, perspectivas) y la investigación aplicada para desarrollar soluciones mecánicas y de estabilidad. Imaginativa a más no poder, experimenta con técnicas y componentes en aras de perfeccionar un estilo cuyo núcleo ordenador consiste en postular una modalidad propia del espacio, de su habitabilidad y sentido expresivo. Entre cimbras, textiles, volumetrías sinfín, pudriciones de barro, hasta aplicaciones de hoja de oro, nos envuelve con una sensualidad tersa, delicada, original, lo que hace de la vida cotidiana una más amable y llevadera. Tolera y hasta prohíja nuestra mirada indiscreta al permitirnos atisbar los fenómenos profanos y las constelaciones trascendentes, a través de sus celosías y ensamblajes. Mirillas que nos convidan el secreto de la capilaridad que atraviesa todas sus obras, filtros de luz, cribas de aire, tamices de color, cedazos de textura…

Luis Ignacio Sáinz

Texto de sala para la exposición PALOMA TORRES El hilo de la tierra, en Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana.

Fotos Arte Mx

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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