Homenaje a la tierra femenina amada

Luis Ignacio Sáinz

La magia de Carlos Gutiérrez Angulo en su jirón de paraíso en Huixquilucan. Homenaje a Mezcala y su lítica 1, a través de cenizas y carbones vegetales y de hueso, en formatos de 1.5 x 2 metros. Zoología fantástica con tropiezos de metates y sus manos, molcajetes y sus tejolotes… Artista enorme, poeta visual que celebra la inmediatez de la vida y sus misterios seductores. Alusiones a piedras labradas y barros modelados guerrerenses que delimitan el espacio de origen de su compañera de avatares y bretes.

Más que el misterio, a CGA le viene bien el plural: los misterios. Su origen y sus representaciones encarnan un puente salvífico, un itinerario de perfeccionamiento, ese aprender a despojarse de lo superfluo, olvidando y resistiendo los afeites y los adornos, vertebrándose en la pureza de la forma, la distinción de la figura, la economía de rasgos, para conquistar la fuerza de la expresión: el predicar sin aspavientos, el decir sin palabras. Victoria del silencio en el desvanecimiento de la identidad plástica de tan perturbadoras esculturas portátiles, las más antiguas de las cuales se remontan a una ofrenda de tumba encontrada en Ahuináhuac de entre 700 y 230 a. C.

Los partos de sus obras conservan un halo de fantasma, tatuados por la levedad, flotan, se columpian en sí mismas dada su elasticidad, rasgo que las emparenta con las deidades prójimas de las serpientes: Coatlicue [la de la falda de serpientes, progenitora de Huitzilopochtli], Cihuacoatl [recolectora de almas y protectora de las parturientas fallecidas que a veces se presenta como nuestra madre venerada], Ixchel [guardiana de la luna, la gestación, el amor, el lenguaje textil], Xtabay [benefactora de los suicidas, tipo de muerte calificado de honrosa por los mayas, que se distingue porque una cuerda-serpiente recorre su silueta], Tlazolteotl [la que dona e inocula los deseos sin brújula, fugados al ritmo de la lujuria, y quien también los absuelve]. Y un infinito de referencias que incluye a las masculinas, como Quetzalcóatl o Kukulkán, si bien en esta ofrenda plástica y ritual no han sido requeridas.

Esta constelación de signos y de rasgos hacen de semejante geografía una sumatoria de belleza prioritariamente pensante, no solo sensible, que prefiere a la piedra –y también al barro- como origen para su ulterior versión icónica, pues el material abona en favor de sus enigmas, los afanes y quehaceres que cumple y desempeña.

Aunque nuestro hacedor de sueños no le hace ascos a ningún mineral, su predilección (sensorial, el triunfo de la mirada) reposa en el jade, la serpentina, la filita, el esquisto, el berilo o incluso el cuarzo virĭdis (en latín, no solo verde, sino vigoroso, fuerte, vivo, joven); y más allá de sus vestimentas y atavíos asume una responsabilidad exclusiva: consolar a los dioses cautivos, esos eones caídos en batalla, hechos prisioneros, conservados con aliento vital si bien despojados de sus atributos y energías. El recinto ceremonial de Mexico-Tenochtitlan dedicaba en su palacio o edificio decimocuarto al Cohuacalco que, en palabras de Bernardino de Sahagún:

 

… era una sala enrexada, como carҫel: en ella tenían encerrados, a todos los dioses de los pueblos, que avian tomado por guerra: tenianlos allí como captiuos 2.

 

De función tan misericordiosa (del latín miserere, necesidad; cordis, corazón) se deriva la acepción de que el sueño sea reparador… por eso nuestro compositor depende de la imaginación y el azar: concreta en la vigilia sus delirios oníricos.

 

La poca información existente sobre la cultura Mezcala alcanza también a su religión y sus dioses. No obstante, se ha encontrado una influencia clara de Teotihuacán y los que saben afirman que esto prohijó el culto a tres dioses principales: Xochipilli, el príncipe de las flores; Huehueteotl, el dios viejo, y Quetzalcóatl, la serpiente emplumada. Coleccionista de despojos, abandonos y desperdicios, cuescos, madera (troncos, ramas, raíces), semillas, hojas, frutos, huesos, piedras, quincallería varia, fragmentos metálicos, Carlos Gutiérrez Angulo levanta palacios, confecciona bártulos de fantasía, dona vida a Gólems aborígenes dueños de razón y siervos de instintos a la vez. Su don compositivo evoca el génesis con el poder del fiat… ese hágase que todo lo puede, en una miscelánea que difiere en sus propósitos como los días de la semana. Acumula y disecta, reconstruye, ensambla y metamorfosea objetos recuperados sin la pretensión ultramarina del object trouvéready madefound art que tiene mucho de artificial (verbigracia, Marcel Duchamp y la desaparecida Roue de bicyclette de 1913).

El artista aprende y aprehende los objetos olmecoides sin rendirse a su taxonomía, tributándoles comprensión a distancia: los honra al “nombrarlos” visualmente, impide se les olvide en el marasmo de una sociedad, la nuestra, definida por el espectáculo que ha dado la espalda a toda reflexión significativa. En nuestro atribulado presente pensar es un acto de resistencia crítica que desafía los estereotipos y las iconografías foráneas. Este suculento desfile de imaginerías honra una de las fuentes nutrientes de nuestro pasado sin ceñirse a ella, la aprovecha al renovarla, y con ello darle aliento vital y certidumbre de ser y estar en el tiempo por venir.

Plaza principal y edificio de Los Clavos, zona arqueológica de La Organera-Xochipala, Guerrero.
Fuente: Fernando Reyes Álvarez / CC BY-SA (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)

 

Como buena parte de las altas civilizaciones mesoamericanas se desconocen las minucias de esta antigua modalidad de ser en el mundo; incluso su geografía está en duda y ha solido delimitarse a partir de información de expolios y saqueos 3: zona centro norte de Guerrero, atravesada por el río Balsas, que se extiende desde Tejupilco en el estado de México hasta Tixtla y Chilapa. La irrupción del estilo Mezcala derivará de procesar la devastación pétrea de olmecas y teotihuacanos, hasta lograr un lenguaje único basado en la esquematización y simplificación de la figura, geometrismo y simetría de notable perfección a partir de la forma transformada una y mil veces de un “hacha”, recurriendo a materiales que faciliten su pulido, en particular la serpentina (en latín serpens, “serpiente de piedra”; en griego denominada οφίδιο de donde deriva ofidio, orfito. Silicato de magnesio que incluye cromo y cobalto), veteada de blanco, en una gama del verde al ocre, apreciada en todos los confines del planeta por sus aportes salutíferos que fundan una tradición de litoterapia que se vinculan con las energías kundalini 4.

Geometrismo pétreo en serpentina, “la roca que desvanece las maldiciones”.

 

La contundencia plástica de estas miniaturas alude un insólito nexo con las monumentales estatuas de la Isla de Pascua, las moais de la cultura Rapa Nui de entre 2 y 10 metros de altura (500-600 d. C.), que hemos terminado por redescubrir que son cabezas dueñas de cuerpos, o al menos de torsos, por debajo de la cintura con brazos sugeridos. Soluciones próximas.

¿Representaciones de dioses o retratos de ancianos venerables de la comunidad? Las moais esculpidas en toba lapilli porosa de origen volcánico, basalto o en pocas ocasiones en escoria roja, material de los tocados llamados pukao, empleado además en las pupilas, mientras el blanco de los ojos se cubría de coral.
Ahu (plataforma ceremonial) Tongariki (nombre del lugar), estructura de 100 metros de largo y 4 metros de alto hecha de piedras encajadas, donde reposan 15 gigantes que le dan la espalda al mar.

 

 

Variadísima, la paleta de color de estos lienzos prodigiosos se sujeta a la expresión lineal de un dibujo acicalado de pintura. La aproximación a las figuraciones que originan el despliegue compositivo prima sobre los pigmentos que, como ya es tradicional en la fábrica de Carlos Gutiérrez Angulo, derivan de la quema de huesos e ingredientes orgánicos para elaborar pócimas mágicas, secretas, solo para iniciados que saben leer la naturaleza. Así, los objetos de piedra, barro, o cualquier componente pepenado (reciclado y transformado), mutan sus fisonomías de relieve en planos bidimensionales con clara aspiración volumétrica. Suspiran quizá por su existencia previa, marcada por la autonomía que antecede su condición de partes de un ensamblaje icónico y conceptual. El lagarto, el sol, la mujer insinuada y las ollas esgrafiadas, como si se tratase de copias heliográficas o soportes de placas de rayos X, la pequeña con la luna en ristre o una aparente dispersión de chalchihuites asociados con chilacayotes (tzilacayotli), entidades verdes que se remontan al centro, núcleo de la gestación, hasta de cierta potente divinidad. Al modo en que Chimalma (en náhuatl “la que permanece sentada como escudo”) se encontró con uno cuando barría y decidió tragárselo quedando embarazada ni más ni menos que de Quetzalcóatl 5.

Representaciones de chalchíhuitl en la Matrícula de Huexotzinco (BNF, 387, expediente 02, 03, 06, 19).

 

 

Epopeya pictórica que narra en imágenes la creación del mundo y sus habitantes, así como el necesario agradecimiento de las creaturas mediante la devoción, el rezo y el sacrificio. Quizá por ello los devastadores líticos de Mezcala fueron tan proclives a tallar templos y recintos ceremoniales, como si formasen altares domésticos más que maquetas constructivas. De modo que el señor de Huixquilucan incorpora esta visualidades a sus retablos concebidos como episodios de un revisitado y actualizado ciclo indígena de la invención del inframundo, la tierra y el cosmos. Y para no creerse, el oratorio está acompañado por una especie de olla-pichancha, especie de colador en apariencia, pues igual las perforaciones no existen y son meras decoraciones. Además, la escena es contenida por una aglomeración de poliedros intuidos que se quisieran moradas y alojamientos, engalanados con ventanas falsas y que en escorzo nos convidan una intersección de niveles físicos, mamposterías varias. Profundidas y desplazamientos laberínticos que forjan su propia variante de perspectiva, limitada pues es una ensoñación o sombreamiento. Edmund Husserl denominó Abschattung (en alemán “sombreado”), a la percepción de un objeto o cosa como recuerdo parcial, desde un punto de vista justamente, incapaz de plasmar su totalidad, pues al no poder captar todas las perspectivas se topa con cambios en su apariencia. Por eso asevera José Lezama Lima que: “La memoria, más que el inoportuno existir, […] es la semilla cuya flor se va destruyendo sucesivamente al pasar del germen a la forma” (Introducción a los vasos órficos, Barcelona, Barral Editores, Breve Bibliotreca de Respuesta, 1971, p.14).

Máscaras verdes en celosía de roca serpentina, cadencia de vigilantes discretos casi invisibles, que generan la sensación de estar volcados fuera del cuadro, desbordando sus límites y lanzando su mirada hacia los veedores-escrutadores-metiches empeñados en catalogar la especie que deambula entre cielo y tierra. ¿Mamífero moteado? Animal observable, además, desde una balaustrada azul, mediante unos distorsionados ojos de buey incrustados en el macizo de un murete que funciona de pasamanería y que por su tono rivaliza con la atmósfera…

Nada importa, pues el ritmo de la pintura es suficiente para legitimarse… Lo sabe Carlos Gutiérrez Angulo, lo ejerce a ciencia cierta. Por eso trabaja siempre a ritmos febriles, fatigando los soportes al máximo, extenuando los pigmentos, raspando las superficies intervenidas hasta lograr las texturas justas, como de pieles desgastadas que todavía son portadas por seres vivos: tlacuaches, musarañas, cacomixtles, tuzas lanudas, mapaches, conejos matorraleros de la isla San José, teporingos, mofetas –por si lo dudaran– moteadas

Y convidados por tan poderoso creador nos beneficiamos de nuestros ancestros de la lejanía: aquellos que merecieron el sacrificio de los dioses con la creación del Quinto Sol, el Olintonatiuh: astro rey que conjuga terremoto y movimiento…

 

1 El apogeo de la cultura Mezcala tuvo lugar tras la caída de Teotihuacan, en el Epiclásico (700-900 d. C.). En ese entonces, varios de los sitios asociados a la cultura Mezcala se ubicaron en posiciones defensivas y se dio un incremento notable en la actividad constructiva. El mejor ejemplo de esto es La Organera-Xochipala, único sitio de esa cultura en Guerrero que ha sido explorado arqueológicamente. El aprecio por los objetos estilo Mezcala perduró tras la desaparición de sus grandes centros, como lo muestran las ofrendas del Posclásico Tardío del Templo Mayor de Tenochtitlan.

2 Sahagún, Bernardino de: Historia General de las Cosas de Nueva España [Códice Florentino], 1577, folio 111, vuelto, apéndice del libro 2º. edición facsímil de la Editorial Giunti (1979). autorizada por la Biblioteca Mecidea-Lorenciana de Florencia.

3 Véase, Covarrubias, Manuel: “Tipología de la industria de piedra tallada y pulida en la cuenca del río Mezcala”, en El occidente de México, Sociedad Mexicana de Antropología, México, Distrito Federal, 1948, p. 86; y también Indian Art of Mexico and Central America, A. Knopf, Nueva York, 1966, p.106. Revísese, Paradis, Louise-Iseult: “El estilo Mezcala en contexto: Hallazgos en Ahuináhuac, Guerrero”, en Arqueología, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, segunda época, no, 5, 1991, enero-junio, p. 59-68.

4 Serpiente espiritual que vitaliza y fusiona cuerpo y alma. La energía vital que se representa como un ofidio enroscado en espiral y dormido en el muladhara chakra, “la raíz de soporte” localizada en el perineo, la base de la columna vertebral, simbolizada por la flor de loto roja de cuatro pétalos, desde donde emergen los nadis o canales energéticos principales: idá, pingalá y sushumná. Cuando cesa el sueño de la kundalini, brota la conciencia terrenal.

5 Cfr., Jalpa Flores, Tomás: “El chalchihuitl y el tzilacayotli: la esencia humana”, en Dimensión Antropológica, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, año 21, vol. 60, enero-abril, 2014, p. 7-36. En otra versión es la que derrota a Mixcóatl, gracias a su desnudez que le provocara pasmo al guerrero tolteca, permitiéndole esquivar las flechas que le lanzara éste enloquecido conquistador, quien terminaría yaciendo con ella y de la unión de ambas simientes nacería el Tezcatlipoca blanco, Quetzalcóatl.

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