Por Héctor Ramírez *

Enrique Echeverría, Libertad pictórica, es un libro que cumple con creces su cometido. En poco más de trecientas páginas nos acerca al artista y a su mundo. Nos deja ver no sólo parte representativa de su trabajo, también nos muestra cómo lo veían los demás y cómo se veía a sí mismo.

La publicación es inteligente y está magistralmente resuelta con una estructura que comprende textos teóricos, presentación de obras y contenidos reciclados, entiéndase esto en el mejor sentido del concepto, porque el reciclaje es el proceso de recolección y transformación de materiales, para convertirlos en nuevos productos, ya que de otra manera, serían desechados como basura.

El texto de Ester Echeverría se titula ENRIQUE, con esa familiaridad que nadie puede tener más que ella.

Es un testimonio vivo, personal y lleno de admiración y cariño con fotografías familiares y personales que nos aproximan, en imágenes y palabras, al Enrique hombre.

Aquí Ester nos revela que el hecho de conocer en su infancia al intrépido Charles Lindberg, fue lo que despertó en Echeverría la idea de estudiar ingeniería en aeronáutica; habla también de su trabajo como aparadorista de boticas, de cómo en algún momento el artista se ganó la vida haciendo tiras cómicas con un personaje llamado Don Cheve.

Entre los méritos e intereses de Enrique, Ester menciona que fue el primer artista mexicano en obtener la beca Guggenheim y también habla de los esfuerzos que hizo para formar la UNIÓN DE PINTORES, ESCULTORES Y GRABADORES DE MÉXICO ¡Ay Maestro si supiera que esto sigue siendo una tarea titánica e imposible! A sesenta años de distancia de que usted se propuso organizar a sus colegas, no hay quien pueda poner de acuerdo a un gremio en el que muchos quieren opinar, pero muy pocos están dispuestos a hacer algo.

En APERTURA, VOZ. LA PINTURA DE ENRIQUE ECHEVERRÍA el historiador Arturo López Rodríguez realiza una revisión del movimiento de Ruptura y nos comparte que, en su momento, Rojo y Felguérez, hablaron de la pertinencia de referirse más bien como una Apertura a los trabajos y las búsquedas que se realizaban.

López nos cuenta de la creación de Galería Prisse en la que participaron Echeverría, Héctor Xavier, Vlady, Gironella, Josep Bartoli  y el joven José Luis Cuevas, esto como un acto de rebeldía por parte de artistas que estaban unidos por un deseo de cambio.

Así mismo revisa varios periodos del trabajo de Echeverría y de algunas de sus más importantes exposiciones; habla de la etapa en Nueva York, y de cómo ello le permitió alejarse de la pintura de Arturo Souto, su maestro, para recibir de lleno el impacto del expresionismo abstracto y en particular del ruso Nicolás de Stael.

En el texto también hace referencia a los diferentes periodos estilísticos por los que pasó Echeverría y menciona la importante exposición que tuvo lugar en Bellas Artes hace veinte años (2003) Enrique Echeverría. Tiempo suspendido 1923-1972 en la que se reunieron 151 de sus obras. Señala también que la obra de nuestro artista fue muy bien recibida por el coleccionismo privado y además se encuentra en el acervo de recintos como los Museo de Arte Moderno de Nueva York, Tel-Aviv y México.

Por su parte José María Espinasa, en su texto LA PRESENCIA DEL SENTIDO EN LA PINTURA, nos deja ver que es más escritor y editor que funcionario público, ya que en un tono literario nos obsequia reflexiones muy interesantes acerca de si la Ruptura debería de considerarse en todo caso Rupturas, por todos los ires y venires que se dieron en la época en la que trabajaron los jóvenes artistas contemporáneos de Echeverría. La conclusión a la que llega es que, en todo caso, más que ruptura o continuidad, lo que se proponían los artistas en esa época era una Transformación.

Espinasa realiza una revisión acerca de la influencia de pintores en el exilio como Souto, Climent y Gaya y de cómo el ambiente político de la época resultaba determinante en muchos sentidos. Aquí me detengo, porque creo que viene al caso recomendarles a ustedes la lectura de la novela EL ESPIA DE FRANCO, de Luis Rius ya que —de manera tan detectivesca como entretenida— nos ayuda a entender de qué iban estos asuntos a mediados del siglo pasado entretejiendo política con arte, ya que el protagonista de la novela es un pintor.

Chema Espinasa hace referencia al autorretrato entre los participantes de la Ruptura, ya que está presente en Gironella, Vlady, García Ponce o Lilia Carrillo, siendo la marca personal en el caso de José Luis Cuevas.

Es una autodefinición, un “así soy” o un “ese soy yo”, que no pocas veces es doloroso y en el que hay una evidente melancolía común en el caso de estos artistas, dice José María.

Por lo que toca a Echeverría habla de una paradoja, de una melancolía no melancólica y establece que a diferencia de la desesperación de Cuevas por el paso del tiempo, en Enrique se trata de una manifestación juguetona, lúdica.

Juan Rafael Coronel Rivera, titula su texto ACTUAL, y nos explica que es éste el pseudónimo que Enrique Echeverría eligió desde su condición de un ser al que le tocó desarrollarse en entre-guerras, entre dos catástrofes que definieron/destrozaron al ser humano en el siglo XX y que marcan el modernismo como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y lo contemporáneo como resultado de la Segunda, y es quizá por ello que habla de Echeverría “como un ser interiormente fragmentado”, en una búsqueda permanente entre “lo moral” y “el deber ser” (aquí pienso yo en esos senderos bifurcados en los que Echeverría podía moverse cómodamente entre el oficinista y el artista, entre la creación y la organización de sus colegas artistas) y Juan Coronel llega a una importante conclusión:

“A Echeverría le interesaba buscar en la representación pictórica un yo auténtico, no un estilo, sino un lenguaje.”

Atendiendo a su permanente interés antropológico, Coronel habla de la Ruptura como una tribu de artistas nómadas, empeñados en la realización de viajes iniciáticos; de una necesidad de romper con su pasado inmediato de “antiguos mexicanos” para arriesgarse en una actualidad mestiza construida a partir de la necesidad de conocer nuevos horizontes, de visitar otros países o vivir en ellos y que, de alguna manera, caen en el espejismo de que se integrarían al arte contemporáneo primermundista.

Juan Coronel apunta que algo fundamental en la actitud de la Ruptura es la capacidad de disentir de lo nacionalista dando paso a una pluralidad expresiva muy valiosa, que en el caso de Echeverría, quien optó por ser un pintor contemporáneo, se traduce en dos actitudes evolutivas claras: la exploración de cánones estéticos múltiples y una fructífera interacción con el extranjero.

De la discusión formal entre lo figurativo y lo abstracto, Juan Coronel señala que, más que una controversia pueril, debe entenderse como un análisis que abre las perspectivas cognoscitivas y conceptuales de lo que será la filosofía del arte en la segunda mitad del siglo XX y que Enrique Echeverría supo entender y capitalizar enormemente,  ya que como dice Juan “no era un pintor netamente sensorial, sino un artista formado en la teoría, un estudioso de la pintura en el sentido formal”, lo que le permitió intercalar la descomposición geométrica de las formas, a las cuales les agregó una vivencialidad emocional para llegar a un muy preciso expresionismo. Es por todo esto que, como bien señala Coronel, fue de los pocos peces que abrevó, muy inteligentemente, entre dos aguas: Abstracción y Figuración.

En la sección OBRA PICTÓRICA cabe destacar el cuidado y la calidad de las reproducciones. Tuve la fortuna de ver algunas de las obras originales en la casa de Ester Echeverría y me sorprendió enormemente la fidelidad cromática que tiene el libro con éstas.

La sección de textos que llamo RECICLADOS, inicia con la recuperación de un texto de 1992 escrito por Teresa del Conde que, hasta antes de la publicación del libro que nos reúne aquí, era inédito.

En él explica cómo decidió que Echeverría fuera su tema de disertación de Maestría en Historia del Arte para la UNAM, la cual derivó en la publicación del libro UN PINTOR MEXICANO Y SU TIEMPO: ENRIQUE ECHEVERRIA.

Quizá esta publicación es la razón de que el texto de pronto tenga cierto aire “somero”, ya que si bien Del Conde habla de los diferentes estilos por los que pasó la obra de Echeverría; hace acertados apuntes acerca de sus influencias; se detiene a reflexionar sobre las técnicas, en realidad parece no interesarse demasiado por profundizar en los temas, y probablemente la razón sea que pensó “quien quiera saber más, que lea mi libro”. Sin duda, el texto no deja de tener un gran valor por lo que aporta a esta publicación dedicada a Echeverría.

El siguiente texto LA EVOCACIÓN DE UN PINTOR es de Xavier Moyssén publicado en la Revista de la Universidad.

Moyssén hace un elogio de la vocación artística de Echeverría y lo califica de maestro del color. Hace referencia a la obra que está ejecutada a base de grises, azules, blancos y negros y a otra muy distinta en la que se decanta por tonalidades cálidas, vivas y luminosas. También nos habla de los temas que eran recurrentes y de interés para el artista: naturalezas muertas, flores, paisajes y personas.

Desafortunadamente para el lector, Moyssén sólo menciona por encima la faceta de Echeverría como artista experimental ya que habla de proyectos con la fotógrafa Graciela Iturbide y de otro con música electrónica sintonizada, realizado con el ingeniero Raúl Pavón, por supuesto no deja de mencionar las ACETOGRAFÍAS.

Salomón Grimberg por su parte realiza un RETRATO ÍNTIMO. Este es un artículo cuyo título no podría ser más adecuado, ya que comparte toda una serie de recuerdos y reflexiones sumamente personales del autor en su relación con el artista. Nos define a Echeverría como persona y como creador plástico con una precisión deslumbrante y nos comparte la definición de la pintura que el propio artista le dio:

Mi pintura nace de un objeto fácilmente identificable, un fruto, un paisaje, una persona. Así es como empiezo a pintar, pero luego, sigo con lo que me viene a la mente, tal vez lo modifico añadiéndole o quitándole algo, hasta que no sea fácil de reconocer. Pero el objeto está ahí, solo, después de pensarlo y hacerlo subjetivo.

Después encontramos las ACETOGRAFÍAS, LAS ACUARELAS Y LOS APUNTES en donde podemos darnos cuenta que la magia experimental de Echeverría tenía más intención que accidente en el caso de las acetografías, ya que los resultados lo delatan como un artista tan creativo como formal. En las Acuarelas se percibe un control absoluto en el manejo de materiales tan caprichosos, en los que no hay margen de error y se muestra navegando a placer entre las aguas de la figuración y la abstracción

Los ANEXOS son un estupendo cierre para la publicación en lo que se refiere a textos, ya que en ellos podemos encontrar una entrevista realizada por BAMBI (Ana Cecilia Treviño) para Excélsior en 1953, donde de manera absolutamente divertida hace una Reseña de la Ruta del Quijote en bicicleta y de algunas historias ocurridas en el viaje que Echeverría hizo por Barcelona, las Cuevas de Altamira, Londres y África.

La entrevista que le realiza Emmanuel Carballo para Excélsior en 1959 tiene un tono completamente distinto con preguntas directas y concretas en las que las respuestas son en el mismo sentido.

En la entrevista Echeverría dice que después de los 3 grandes hubo una generación de pintores grises: Chávez Morado, Anguiano, Guerrero Galván y Rodríguez Lozano y apunta “En México se alcanza el prestigio, la fama, por antigüedad, practicando el alpinismo burocrático”

De Rivera dice que es necesario revalorizar su obra, de Orozco afirma que admira su fuerza expresiva y su caos organizado, pero no le convencen sus cuadros de caballete; y es contra Siqueiros que se tira a fondo diciendo “Su obra no me gusta; puedo decir que es mala, mala por exceso de monstruosidad y de amaneramiento”.

Ante la pregunta de cuál es el camino que debe seguir la pintura, su pintura, responde:

“Cuando predomina la temática se llega al arte de propaganda. Cuando se equilibra la anécdota y la expresión, se consigue lo que es tan difícil de conseguir: el arte. Un ejemplo: El Guernica de Picasso”.

El siguiente ANEXO es de Rosa Castro, de su sección Genio y Figuras publicado por Excélsior en 1954 y en él reseña la inauguración de la Galería Proteo de Alberto Gironella. Menciona los expositores que son de diversas épocas y da la noticia de la exposición de Echeverría, al que describe de una manera curiosa: “es el vivo retrato físico de algunas de las figuras —apacibles— de Picasso”.

El artículo escrito por Paul Westheim que vió la luz en el suplemento La cultura en Méxco en 1965 por decisión de Mariana Frenk quien consideró que era oportuno traducirlo y publicarlo es un artículo serio, profundo y cuyas reflexiones sobre el trabajo de Enrique Echeverría son muy valiosas.

Habla, por ejemplo, de cómo a diferencia de artistas que encuentran una “fórmula, un estilo” que les permite producir cuadro tras cuadro, en el caso de Echeverría se trata de un artista que está permanentemente en la búsqueda de nuevas formas expresivas y que “todo lo que pinta es Echeverría, pero cada vez es otro Echeverría”. Menciona también que los entonces jóvenes integrantes de la Ruptura expresaban la espiritualidad del color para plasmar sus experiencias interiores.

Para Westheim, Echeverría parte del fenómeno óptico, pero lo convierte en vivencia y dice:

“Pintar es para él crear una nueva belleza, la belleza pictórica”.

De Raquel Tibol se recupera un artículo publicado en Excélsior en 1974, y en él habla acerca del homenaje a Echeverría en el Salón de la Plástica Mexicana y de la experimentación que realizó con las Acetografías. Explica el método que utilizaba y se refiere a los resultados y relata cómo fue que Echeverría decidió inventar sonoridades sustantivas para la denominación de sus obras como: Trasipa, Sarupa, Magzume, etc, en lugar de utilizar sólo números.

Nos refiere que en la última conversación que sostuvo con Enrique Echeverría, éste le dijo que estaba haciendo escultura “que no tendrá color —precisó— no quiero mezclar; todavía no me gusta la integración; me preocupa el arte ambiente, pero eso será para más tarde”.

Los ANEXOS finalizan con lo que me parece que es un texto de sala con motivo de una EXPOSICIÓN DE TRIBUTO EN SU MEMORIA, que tuvo lugar en el Museo de Arte Moderno en 1980 y que está firmada por Fernando Gamboa quien era Director de ese recinto en esa época.

El texto es igual de breve que sustancioso y transcribo aquí un párrafo:

“Echeverría fue un pintor pictórico. Desarrollaba su concepción a base del color, que es su verdadero tema. Los paisajes, los retratos, las naturalezas muertas son para él pretextos para componer su poesía cromática, nunca literaria. Esto se puede afirmar sobre todo para sus años de madurez.”

  • El texto fue leído por su autor en la Segunda presentación del libro ENRIQUE ECHEVERRÍA. Libertad Pictórica que tuvo lugar el viernes 14 de julio de 2023 en el Museo Casa del Risco en San Ángel. Ciudad de México

 

 

 

 

Abrir chat
¿En qué lo puedo ayudar?
Bienvenido
En qué podemos ayudarte