NFT ¿La tierra prometida?

NFT ¿La tierra prometida?

Casi como cuando Netflix daba un mes gratis, pero no podías aplicarlo dos veces

desde la misma computadora…

 

Ahora con el concepto del NFT que parece estar ayudando a crear una nueva

manera de distribuir arte, de promocionarlo y tal vez de exhibirlo, dan ganas de

explorar ese universo.

 

Ha surgido una nueva comunidad en la que el elitismo del mercado es

directamente proporcional a la (des) información sobre el tema.

 

Una nueva manera de vender y pagar por arte que, por un instante, se

mantiene fuera de las manos del aparato oficial.

 

Fue una especie de anarquismo virtual del que aún se pueden recoger los

residuos si se encuentra la dirección correcta.

 

Por otro lado, los videojuegos han dado un paso gigantesco en dirección hacia

la creación de una realidad virtual en la que el dinero, los bienes y la geografía

comienzan a arañar la realidad.

 

El obstáculo más grande —por el momento— es el uso de la tecnología;

herramientas y conocimiento que se encuentran fuera del alcance para

individuos que viven alejados del teclado.

 

Si bien es cierto que la pandemia ha puesto la vida cotidiana en balance con el

universo digital, también es cierto que se crearon nuevas fronteras entre las

clases sociales, y un gran porcentaje de la población ha tenido que hacer algún

tipo de alquimia económica para sortear dificultades inherentes a la cuestión

del confinamiento impuesto por la mayoría de los gobiernos e industrias alrededor del mundo.

 

Todo esto provoca la reflexión sobre el valor real del dinero: es probable que la

moneda se haya inflado y que exista un cero de más en las riquezas globales, un

cero al lado derecho de las cifras que le sobra a unos pocos y le falta a la

mayoría.

 

Más allá de distraernos con el espacio fuera del planeta, queda una amarga

sensación de que el espacio virtual ha creado una tierra prometida casi al alcance

de nuestras posibilidades. Y ahora mi novia quiere ir a la playa.

 

Röf

 

Imagen: La Mano © Röf

 

La difusión

La difusión

Los centros de producción y difusión

No es nada fácil destruir una cultura, y sin embargo se ha pretendido lo imposible desde que el hombre aparece en el planeta. La imposibilidad de destruir la palabra dicha o escrita —o sea buena parte del espíritu de un pueblo— , es evidente, pero que esto sea evidente no ha impedido que de hecho se haya intentado de muy diversas maneras y en múltiples ocasiones. Teodosio mandó cerrar los templos, dispersó o exterminó a los sacerdotes y con ello quiso destruir para siempre la antigua cultura de Egipto. Pasó el tiempo, pero en 1822 un joven francés, Champollion, descifró la escritura jeroglífica y vino a renacer una civilización soterrada durante milenios. El renacimiento italiano fue, en cierto aspecto, la resurrección y revaloración de la literatura pagana, oscurecida durante la larga “noche gótica” de la que hablara el pintor Rafael. En México, los conquistadores del siglo xvi hicieron lo posible por “decapitar” a las antiguas culturas indígenas. Condenaron al fuego los códices por considerarlos idolátricos, y a pesar de ello, los que más podían saber acerca de cosas idolátricas y diabólicas, los frailes —Sahagún, Durán, Motolinia y muchos otros—, fueron precisamente quienes rescataron y reconstruyeron aquellas antiguas literaturas. Almohades, inquisidores, calvinistas, puritanos, nazifascistas e incontrolables sectarios de todas las épocas y países han intentado siempre decapitar la expresión literaria (léase también religiosa, nacional, política) cuyo espíritu no compartían. De ahí el empeño en desterrar y sustituir idiomas, en desquiciar sistemas educativos y en clausurar los centros de producción y difusión literarias. La sociología de la literatura señala muchos. En la antigüedad fueron, por lo general, los colegios de escribas y sacerdotes —tales como el calmecac en el México prehispánico—; los gimnasios, las bibliotecas, los escritorios donde los amanuenses reproducían, a veces en gran número, las ediciones. En la edad media, los monasterios y las universidades. En la edad moderna, las casas reales y las de los mecenas, las imprentas, las academias. Los salones en el siglo xviii. Las tertulias de café en el xix. Hoy se han multiplicado los centros de producción y divulgación literarias. A los anteriores habría que añadir otros muchos: diarios revistas, editoriales y centros especializados en la creación e investigación literarias. De todas maneras, aunque una dictadura tecnológica se empeñara en quemar todos los libros, siempre quedaría, como señala Bradbury, el recurso más antiguo: la memoria.

Jean-François Champollion

Arturo Souto. LITERATURA Y SOCIEDAD. ANUIES Programa Nacional de Formación de Profesores. México, 1973.

Las aventuras de Fatame

Las aventuras de Fatame

De los sueños

Por Luis Ignacio Sáinz

 

Quedaos con Dios, que en el camino de la virtud es perder

tiempo el pararse uno, y peligroso responder a quien pregunta por

curiosidad, y no por provecho.

 

Francisco de Quevedo: Los Sueños (1627).

 

Cuentan los cronicones y los cantares de gesta que arrancando en el origen del mundo surgió una hacedora de sueños: Fatame. Nombre que podría ser un acrónimo y remitir a una identidad particular, majestad que gobierna sus dominios desde lo alto de una torre, si, justo, la de un ente de luz, aunque también abre un resquicio en favor de su condición semidivina, como emisaria de las potencias que nos rigen, instrumento pues que pone a prueba la claridad espiritual de los sujetos visitados por esas figuras en movimientos, casi siempre en blanco y negro, emparentadas quizá con las alucinaciones, que irrumpen en su letargo. Comoquiera, nos topamos con una leyenda o fábula que sostiene que se trata de un ser capaz de transformar las ilusiones en materia viva y tangible, previa representación en espejismos oníricos: pues, a querer o no, los mortales dudamos de si semejantes imágenes que burlan la vigilia son o no huellas de la realidad, gajos del tiempo, tatuajes de verdad. Empero, algunos somos creyentes y devotos de la existencia de dicha hacedora de esperanzas. Desde la era de los dragones, cronistas y juglares han cantado sus hazañas y correrías al modo de episodios de una gran zaga: la de la piedad y la conmiseración por todos aquellos que se encuentran tocados por los deseos, esos apetitos y antojos que, la verdad de las cosas, nos hacen de carne y huesos, visibles, capaces de superar la incredulidad de los tomases del mundo. Lo han hecho, semejantes bardos, transfigurándose en apóstoles de la palabra, salvando la tradición al circularla de boca en boca.

Miniatura gótica: Dragones refocilándose, dichosos de la ausencia del arcángel san Miguel…

Y este capital oral, el fruto de los testimonios acaecidos siglos atrás, cercano a los huehuetlatolli, las consejas y los dichos de los viejos a los jóvenes para formarles el carácter y templarles el alma en la cosmogonía nahua, recopilados por los emisarios mediterráneos Andrés de Olmos y Bernardino de Sahagún, nos permite a sus herederos, disponer de un arsenal para sobrevivir primero los sinsabores y las aflicciones de la vida y redescubrir después sus sazones y emboques. Sin confundir jamás la curiosidad con el provecho, como quería el don Francisco de las antiparras, al que retratara Diego de Velázquez en los tiempos aciagos y deslumbrantes de Felipe IV, malo tirándole a malísimo en materia de dirección de tan dilatada Corona, bueno tirándole a buenísimo en materia de protector-detonador de las artes y los bienes culturales.

Códice Mendoza *: Y todo se resuelve, conversando…

Gramáticos todos, tal vez a su pesar, pero eso si entregados a que la fama y gloria de Fatame copen la bóveda celeste y la corteza terrestre con sus avatares, prohijando el vuelo de las figuras nocturnas, sean pesadillas o somnolencias reparadoras. Total, que a eso se dedica, entreteniéndose un poco con nuestras ansias y manías, que a ratos se disfrazan de genuinas agonías. Ya el codex lo registra: patrones a la izquierda, matronas a la derecha, todos identificados por el símbolo de tlatolli: la vírgula, ese trazo que recuerda a la tilde de la “ñ” y que nos transporta hasta Persia vía la India con la cachemira o paisley (estampado de bacteria, ameba, gota, lágrima, buta o boteh; en persa: بته ), el diseño en forma de almendra, que se encuentra en los paliacates de algodón que creíamos mexicanísimos.

Pero permítaseme subrayar que, si bien no suele ocurrir, en ocasiones los sueños, que son los deseos, ocultos o manifiestos a flor de piel, lo mismo da, hacen acto de aparición, irrumpen en escena, en toda su majestad, lustre y fulgor. La Fatame de ojos verdes, gemas brillantísimas que confinan el calor, como la esmeralda que en persa significa “piedra verde”, siendo el símbolo de Venus, por si hubiera dudas de su hipnotismo amoroso, partió plaza como quien domeña reses bravas vestida de luces: poderosa y misteriosa, un poquitín incrédula y sacando “provecho de su curiosidad”. Lo que le convidaba albricias magníficas al interlocutor, sujeto lingüístico que se autentifica en la luminosidad de las voces del alfabeto y el diccionario, quién vacilaba y titubeaba frente a los guiños cautivadores, imperceptibles o figurados, pues en verdad ignoraba si eran ciertos, emanados por tan regia presencia, o meros partos de su imaginación delirante. La incógnita se despejaría cuando las pieles musitaron sus razones y ganas, encontrándose, acaso asechándose, pertrechadas en el canto del poeta metamorfoseado en adivino del porvenir:

                                               He ido marcando con cruces de fuego
                                               el atlas blanco de tu cuerpo.
                                               Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
                                               En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta **.

* Antonio de Mendoza y Pacheco (1493, Alcalá la Real, España – 1552, Lima, Perú) fue un político y militar español, caballero de Santiago, comendador de Socuéllamos, primer virrey de la nueva España desde 1535 hasta 1550 y segundo del Perú de 1551 a 1552. Personaje curioso que al alimón con Marcos de Niza y Francisco Vázquez de Coronado escribiera un libro fascinante: Descubrimiento de las siete ciudades de Cíbola y Quivira (1540-1542).

** Pablo Neruda (1904-1973) y un fragmento, la primera estrofa, del “Poema 13” de su libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), Santiago, Editorial Nascimento, 146 pp. Y esta bestia componía semejantes travesías a los 19 años…

Alternativas ¿de vida?

Alternativas ¿de vida?

Por Röf

Dicen que cantando se alegran los corazones.

…Y si funciona, a menos que se canten las golondrinas y todos lloren (como cuando terminas la prepa y abrazas hasta a los que te pusieron el apodo que más odias).

En fin, ahora que leo las noticias más seguido he descubierto que la igualdad, a pesar de ser un derecho humano, no existe. En la India la policía apalea hasta a los viejitos más sabios, el presidente de El Salvador ve el futuro, en Europa es obligatorio entrar al banco con la cara cubierta, al estilo viejo oeste y en México… En México el FONCA ya no existe. ¿Para bien o para mal? Yo sigo sin entender.

Mi dealer perdió la mitad de su dinero con la devaluación de las criptomonedas, pero sigue practicando cultivo orgánico y comercio justo. Yo quiero ir a la playa pero no puedo y mi novia decidió incursionar en la cultura del Hazlo Tu Mismo.

Pero ¿y el sistema inmunológico qué? Nosotros ya convivíamos con el cólera, la tifoidea, el dengue y la comezón en la colita.

La verdad es que yo sigo pensando que vivir de la caridad no es justo para quienes han trabajado constantemente y no padecen ninguna limitación física o mental, pero así las cosas hoy (para salvaguardar la salud de la población).

Sigo pensando que al video animado de Pearl Jam le faltó poner drones sobrevolando ciudades sin gente.

Pero siempre hay un lado positivo, nuevas oportunidades, comercio justo y cultivo orgánico, las alternativas de vida que siempre han estado ahí pero nunca nos detuvimos a observar, las alternativas que no nos cuestan dinero sino voluntad, algunas herramientas que ya teníamos olvidadas y objetos arrumbados en una esquina.

 

Iglesia de madera (Stavkirke) de Borgund

Iglesia de madera (Stavkirke) de Borgund

Por Luis Ignacio Sáinz

Construida alrededor de 1180 y advocada al apóstol Andrés, la iglesia de Borgund está excepcionalmente bien conservada y es una de las construcciones de madera más destacadas de Noruega. Algunas de sus características son los portales lujosamente labrados y en el techo las tallas de cabezas de dragones. Estos templos representan la contribución noruega a la arquitectura mundial, además de que estos edificios resultan los más longevos y los mejor preservados de esta voluntariosa nación que perteneciera en el pasado a Dinamarca y a Suecia.

Siglo XII, municipalidad de Lærdal, condado de Sogn og Fjordane, diócesis de Bjørgvin [Dirección: Vindhella 606, 6888 Borgund, Noruega.]

Los nuevos cristianos que levantaron el templo de Borgund no erradicaron la mitología vikinga, que irrumpe en los lugares menos pensados del conjunto edilicio. Sus paredes están formadas por tablas verticales de madera, tejas, de ahí la calificación de «iglesia de duelas». Los cuatro postes de las esquinas están articulados desde el suelo mediante alféizares, reposando en una basa de piedra. Las duelas intermedias se elevan desde el desplante de las soleras y cada una posee lengüetas y surcos, para enclavarse con sus vecinos y ensamblar una pared resistente. Stavkirke: en noruego, kirke, iglesia; stav, estaca, bastón o vara.

Borgund está construido sobre una planta basilical, con pasillos laterales reducidos y un presbiterio y ábside adicionales. Tiene una nave central elevada delimitada en cuatro lados por una arcada. Un ambulatorio corre alrededor de esta plataforma hacia el presbiterio y el ábside, ambos añadidos en el siglo XIV. Un ambulatorio adicional, en forma de porche, corre alrededor del exterior del edificio, protegido bajo el techo de tejas sobresalientes. El plano de esta iglesia se asemeja al de una cruz griega de doble capa y planta central con un ábside unido a un extremo en lugar del cuarto brazo. Las entradas a la iglesia están en los tres brazos de la casi cruz.

Planta de la iglesia, que representa el marco inferior.

Estructuralmente, el edificio ha sido descrito como un «cubo dentro de un cubo», independientes entre sí. El poliedro interno está formado por columnas continuas que se elevan desde el nivel del suelo para soportar el techo. La parte superior de la galería está formada por contrafuertes arqueados, articulados a la rodilla con las columnas. Por encima de la galería, las columnas están unidas por armazones diagonales denominados «cruces de San Andrés»; que llevan soportes arqueados que ofrecen el equivalente visual de u meta-sentido, una segunda historia: metáfora constructiva de una crucifixión y tributo a un santo. Si bien no es una galería funcional, recuerda a las de los templos líticos, de mampostería, enormes, que jaspean el territorio europeo. Vigas más pequeñas que corren entre estas columnas superiores de soporte auxilian a anudar toda la retícula con firmeza. El peso del techo está soportado por contrafuertes y columnas, evitando el empuje hacia abajo y hacia afuera en las paredes de duelas.

Geometría estable, de belleza singular y con simbolismo apostólico: el martirio del hermano mayor de Pedro, llamado por la Iglesia ortodoxa Protocletos (del griego: Πρωτόκλητος, “el primer llamado”), pues se cree fue el precursor en acompañar a Jesús

La viguería del techo descansa y trabaja con estructuras de tijera en ángulo pronunciado que arman una X, con un tramo superior angosto y un tramo inferior dilatado, atados por un esqueleto inferior para impedir su desplome. El soporte adicional lo proporciona una montura que atraviesa la X, debajo del punto de intersección, pero por encima del entramado bajo. La cubierta está abruptamente inclinada, abordado horizontalmente y revestido con tejas. El techo exterior original habría sido resistente a la intemperie con tablas colocadas a lo largo, en lugar de tejas. En años posteriores, las tejas de madera se hicieron más comunes. La construcción del techo con vigas de tijera es típica de la mayoría de las iglesias de madera.

Estructura de madera donde descansa la techumbre, en emulación de los barcos vikingos.

Borgund tiene techumbres escalonadas que sobresalen, rematadas con una torre. En los frontones destacan con un dejo de insolencia cuatro cabezas de dragón talladas, que se precipitan desde las crestas, evocando las de las proas de los navíos nórdicos. Las cabezas de dragón actuales de Borgund posiblemente datan del siglo XVIII, sin embargo, las cabezas de dragón originales que permanecen en estructuras anteriores, como las iglesias de madera de Lom y Urnes, también en el distrito de Sogn, sugieren su persistencia y continuidad. Este templo todavía conserva sus crestas, talladas con vid y diseños repetitivos vegetales. Tan fabulosos e inquietantes volátiles funcionaban además, como drenes tipo gárgolas (del griego γαργαρίζω, “hacer gárgaras”), los rostros de los canalones del desagüe, de modo que son elementos utilitarios y no quimeras como las que Viollet-le-Duc instaló en Notre Dame de París, a título estrictamente ornamental.

 

Lom, detalle: cabezas de dragón de sus techos.

 

Urdes, detalle: cabezas de dragón de sus techos

La mayoría de los accesorios internos bastardos, es decir procedentes de épocas posteriores, se han eliminado. Así, salvo la hilera de bancos adosados a lo largo del muro dentro del templo en el ambulatorio fuera de la galería y la plataforma elevada, originales desde la fundación del templo, el resto de los enseres y aditamentos se remontan a la Reforma protestante, cuando la iglesia se convirtió al culto luterano, incluyendo un púlpito, una fuente de esteatita (1), un altar y su retablo, un atril y hasta un armario-despensa. El edificio quedó bajo la protección y custodia de la Fortidsminneforeningen (Sociedad para la Preservación de los Monumentos Antiguos Noruegos) al adquirirlo en 1877, transformándose en museo desde entonces.

Se encuentran varias inscripciones rúnicas (2) (runa = letra) en las paredes del portal del oriente. Una lee: “Thor escribió estas runas durante la noche en la misa de San Olav”; la otra consigna: «Ave María». Simbiosis plena entre la tradición vikinga y el emergente culto cristiano. Uno de los contactos cruciales entre ambas concepciones del mundo tiene lugar con el saqueo del monasterio de la isla de Lindisfarne el 8 de junio de 793, en la costa británica del mar del Norte. La voz vikingo, de origen incierto, pareciera remitir a un espacio geográfico, el reino de Viken (del nórdico, “bahía pequeña”) que abarcaba Oslofjord y Skagerrak: el estrecho entre Noruega, la costa suroeste de Suecia y la península danesa de Jutlandia.

Inscripciones rúnicas.

 

Castillo en la Isla Santa de Lindisfarne.

 

Las runas según aparecen en los poemas rúnicos noruego e islandés son:

 

La Stavkirke de Borgund se menciona por primera vez en registros escritos en 1342. La investigación dendrocronológica ha demostrado que la madera utilizada para la construcción de la iglesia fue talada en el invierno de 1180-1181. En consecuencia, su construcción gira alrededor de esa fecha. La estructura medieval se conserva prácticamente intacta. Se compone de nave, presbiterio con la galería circundante y ábside, los dos primeros cuerpos disponen de un centro elevado y una cubierta a dos aguas. Las torres del ábside se cierran con techos cónicos. El conjunto incluye un campanario exento con reloj medieval. Los troncos, durmientes, postes, tirantes diagonales, huellas, duelas, placas y tablones de pared son originales en la estructura en su conjunto, salvo mínimas excepciones de tejas reemplazadas.

La única modalidad constructiva en madera de la Edad Media que ha sobrevivido hasta nuestros días es la Stavkirke. La razón es muy sencilla, ya que las columnas o pilares no se enterraban, pues se colocaban verticalmente sobre una estructura rígida en forma cuadrada que descansaba sobre un asiento firme de rocas. Sus soleras se ensamblaban en sus esquinas por un sistema de espiga-muesca, mientras los postes se instalaban sobre una muesca en la parte superior.

Técnica columnas stav.

 

Portal de pilares y detalle (león).

Casi exclusiva de Noruega, las Stavkirke sobrevivientes ascienden a 28, si bien todas han sido objeto de conservación sistemática y solo en contados casos hasta de restauro integral tras algún siniestro grave como incendio. Además, Suecia conserva una más (Hedared, después de 1501; Borås), la única construida fuera de Noruega, y Polonia otra (Vang, c. 1200; Karpacz), trasladada en 1844.

Stavkirke con nave central de techo elevado, Borgund. Dibujo de Håkon Christie.

De manufactura popular tardía, de mediados del siglo XVI al primer tercio del XVII, son el púlpito y la pintura del retablo muestra la crucifixión en el medio, flanqueada por la Virgen María y Juan el Bautista; en su tímpano vuela en picada una paloma blanca sobre fondo azul.

Lista de Stavkirke medievales

Noruega

Polonia

  • Iglesia de Vang (alrededor de 1200), parroquia; construida en Noruega, fue trasladada en 1844 al territorio de la actual Polonia.

 Suecia

 

[1] La esteatita, mineral de color blanco y verdoso, conocida como piedra o roca de jabón, es una roca metamórfica en extremo blanda, se raya con la uña, compuesta por mineral de talco, siendo rica en magnesio, con cantidades discretas de clorita, anfíboles, piroxenos, óxidos (piritas y magnetitas), carbonatos, olivino, serpentina y micas negras. Como ejemplo de su uso, buena parte de las celosías de la arquitectura india a ella se deben.

[2] Remiten a un grupo de alfabetos que comparten el uso de unas letras llamadas runas, que se emplearon para escribir en el norte de Europa, existiendo variantes germánicas, anglosajonas, escandinavas (danesas, islandesas, suecas y noruegas). Su origen se remonta al 150 y su fase vikinga se diluye alrededor del 1100; sin embargo, sobrevivirá en una variante medieval hasta el 1500, particularmente en Noruega. En la región escandinava estos vocabularios se conocen como futhark o fuþark, término que deriva de las seis primeras runas que se transliteran como FUÞAR y K.

 

 

François Vatel o de la victoria sobre los apetitos

François Vatel o de la victoria sobre los apetitos

Fritz Karl Watel (París1631 – Chantilly24 de abril de 1671)

Por Luis Ignacio Sáinz

Cocinero y maître francés de origen suizo, inventor de la crema chantilly en el castillo homónimo, al servicio de Luis IIPríncipe de Borbón-Condé, antiguo mariscal de los ejércitos franceses, en calidad de contrôleur général de la Bouche, desde 1663. Será aprendiz del repostero Jehan Heverard, padrino de su hermano, entre 1646 y 1653. Año en que lo contratará Nicolàs Fouquet, marqués de Belle-Ile, vizconde de Melun et Vaux, como pinche de cocina en el palacio de Vaux-le-Vicomte. Personaje a quien se le recuerda por ser un gourmet-gourmand inigualable, así como un financiero sobresaliente, que terminaría siendo traicionado por su sucesor Jean-Baptiste Colbert, superintendente de Finanzas del Reino, a las órdenes del cardenal Giulio Mazarino (Pescina, Abruzzi, 1602 – Vincennes, Francia, 1661), tutor del Monarca, Luis XIV, El Rey Sol

 

Château de Vaux-le-Vicomte (1651-1656), proyecto del arquitecto Louis Le Vau y construcción de Michel Villedo, en Vaux, para Nicolàs Fouquet (1615-1680). https://vaux-le-vicomte.com/en/

 

Nicolàs Fouquet, marqués de Belle-Ile, vizconde de Melun et Vaux

 

La caída de Fouquet le impone una suerte de orfandad a Vatel, quien ignorante que el monarca pretende hundir al bandido, pero no a su corte y equipo de colaboradores, muy especialmente a él mismo en su calidad de notable maître des plaisir, sobre todo tras verlo en acción en la inauguración del Château de Vaux-le-Vicomte el 17 de agosto de 1661, donde además de servir a la familia real en una vajilla de oro macizo y al resto de los huéspedes en una de plata, de prepararle un festín de 5 tiempos, amenizó el banquete con la escenificación de Les Fâcheux (http://sitelully.free.fr/cb1.htm), ballet bufo que inaugurara el género, música de Jean Baptiste-Lully y libreto de Molière (Jean-Baptiste Poquelin, París, 1622-1673), compuesto para la ocasión. Carente de información, considera que la caída de su empleador será la propia y huye a Londres donde un amigo del defenestrado logrará que lo contrate y tome bajo su protección ni más ni menos que Luis de Borbón II, para su palacio de Chantilly.

 

Grande Château de Chantilly, arquitectura de Jules Hardouin-Mansart y jardines de André Le Nôtre, para Luis de Borbón II.

 

Llamado El Gran Condé (París1621Fontainebleau1686), primer príncipe de sangre real conocido como duque de Enghien, era además príncipe Condé, duque de Borbón, duque de Montmorency, duque de Châteauroux, duque de Bellegarde, duque de Fronsac, conde de Sancerre, conde de Charolais, par de Francia, príncipe de sangre, gobernador de Berry y general en jefe de las tropas galas durante la Guerra de los Treinta Años. Caso interesantísimo no sólo para la heráldica, sino para la teoría de los modos de conquista y conservación del poder, pues el caso del Rey Sol o del Rey de Francia estipula, según Maquiavelo, la facilidad de hacerse con el poder, por la herencia que establece el derecho divino de los reyes, y la dificultad de mantenerse en él, por la homogeneidad de méritos de quienes forman parte de la nobleza. De allí que el florentino denominará al Monarca primus inter pares, non entre iguales. Y como nunca antes o después este conspirador de La Fronda, Prince Condé, tendrá tantos o más méritos que el propio Luis XIV para alzarse con el reino. De semejantes equívocos y otras ambiciones surgirá la Trilogía de los mosqueteros de Alexander Dumas padre: Los tres mosqueteros (1844), Veinte años después (1845) y El vizconde de Bragelonne (1848), tramas y anécdotas con la llamada guerra de la Fronda, esos movimientos de insurrección ocurridos en durante la regencia de Ana de Austria, y la minoría de edad de Luis XIV, entre 1648 y 1653.

 

El Grand Château de Chantilly antes y después de las reformas de Mansart, en 3D

 

Petit Château de Chantilly, arquitectura de Jean Bullant, s. XVI.

 

El 21 de abril de 1671, el príncipe de Condé, convida al monarca y la corte del palacio de Versailles, compuesta por alrededor de 3 mil súbditos, a unos festejos a celebrarse durante los siguientes tres días con sus tres noches para obtener el perdón regio, ser nombrado mariscal de los ejércitos franceses en una presumible contienda con Holanda, al costo de una tercia de banquetes con valor estimado en 50 mil escudos, y de esta forma recuperar su prestigio y salir de la bancarrota. El éxito de la estrategia de reconciliación depende, entonces, de las habilidades dignas de hechicería de François Vatel, quien desesperado por las deudas que tiene el castillo con sus proveedores renuentes a hacer entregas, y la tempestad que azota las costas del Canal de La Mancha, duda que lenguados, anchoas, langostas y camarones, corazón marino de los manjares a preparar, acompañantes de corderos y patos esos sí en existencia, arriben a tiempo; vencen sus dudas y decide, por honor neurótico, quitarse la vida justo el 24 de abril de 1671 [1], la jornada del banquete de cierre de la estancia real.

 

Los Grandes Écuries [establos] de Chantilly (3) , arquitectura de Jean Aubert, 1719-1740. https://domainedechantilly.com/fr/#

Inmolación inútil, con retraso, pero si arribó el pedido.

Y habrá algunos que entonces y todavía ahora se pregunten por los orígenes del estallido social de la Revolución francesa de 1789. Sin duda no se trató de pugnar por los que terminarían alzándose como derechos universales del hombre y del ciudadano, sino, con modestia paulina, en favor de una hogaza de pan y un tarro de agua… El dispendio espacial de estos ejemplos constructivos, Vaux-le-Vicomte y Chantilly, emblemáticos de una arquitectura del paisaje exultante, voraz, carente de límites y fronteras, que serán todo lo reprobables que queramos, en la moral íntima del sujeto, en la ética exterior del ciudadano, pero eluden siempre, con éxito, la banalización constructiva. Son monumentos del buen gusto, si bien éste es aristocrático, injusto, excluyente, humillante, no sucumben a la tentación del dinero nuevo, la improvisación y la frivolidad. Constituyen mojoneras del tiempo, llegaron para quedarse, siendo señales tangibles de una cultura espiritual que irremediablemente persigue y alcanza su peculiar estatuto de civilización material con aspiraciones de trascendencia. Delirantes irrupciones en la geografía que, en su versión de sueños de la vigilia, amplían el fuste de la imaginación.

Sus promoventes, Fouquet en Vaux-le-Vicomte, originario de la noblesse de robe, a un tris de la nada que se afana en olvidar, y Condé en Chantilly, insigne depositario de la noblesse d’epée, tan cercano a la gloria que suele ignorarlo, despojándose de las caretas de la subordinación al monarca, no simularán siquiera el menor pudor en rivalizar con la Corona de las lilas y su riqueza…ambos escenarios de la potencia antecederán a esa levedad incomprensible del Château de Versailles, cuya obra finalizará hasta 1692, aunque la apertura formal terminada de la Capilla real se prolongará hasta 1710, lo que borrará de la memoria sus inicios como coto de caza dispuesto por Luis XIII, que alberga un palacete enladrillado con gracia solitaria manifiesta en sus mansardas y la plaza de armas que opera en tanto vestíbulo de congregación y partida de las batidas cinegéticas, a caballo y con sabuesos que anuncian el sacrificio de las bestias…

 

Vista interior de la Capilla real y corte longitudinal.

 

Por el deceso de Louis Le Vau en 1670, Colbert designaría con razón a François d’Orbay (1634–1697) a cargo de las obras, tras haber sido principalísimo colaborador de Le Vau, relevado a su vez por Mansart. Un elemento de transición arquitectónica de Luis XIII a Luis XIV radica en la solución de los copetes edilicios con planos inclinados que alojan ventanas denominadas mansardas: remates que están recubiertos de tejas dispuestas en escamas y fabricadas con pizarra, si bien en contextos urbanos son más recurrentes las chapas de cinc troqueladas. Esta modalidad de cierre del alzado de un edificio incorporando ventanería, deriva del apellido de su creador  François Mansart (15981666), tío del alarife que sí interviene en Versailles, como antes en Chantilly, y a quien le corresponderá difundir este artilugio constructivo que garantizaba por igual la ventilación y la iluminación, con la novedad de recurrir a la cantería.

 

 

A cerca de cuatrocientos años de que dieran inicio las obras en este territorio que alcanzó las 8 mil hectáreas, el dominio sigue siendo considerable, pues cuenta con 800 hectáreas, 200 mil árboles, 35 km de canalizaciones, 11 hectáreas de techumbre, 2 153 ventanas, 67 escaleras, 700 estancias, 2,513 ventanas, 352 chimeneas, 483 espejos, 42 km de senderos con 372 estatuas, 55 estanques… Numeralia discretísima frente al portento de su existencia (http://www.versailles3d.com/es/ ), una que, sin tapujos, generó la guillotina y el terror como lecciones de conducta y columnas de una pedagogía basada en la emulación…el miedo al ejemplo.

Más allá del horror, en semejantes fastos de la imaginación, François Vatel fue, incontinente asumido, un contribuyente o causante mayor. Somos deudores de su gentileza al saciar las expectativas de nuestros sentidos: elevándolos a una condición suprema, engalanando los apetitos en atavíos metafóricos, simbolismos henchidos de locura y sin razón, pero siempre reconociendo a la belleza como su materia prima preferida y consentida. Visiones, aromas, sabores, sonidos, caricias, peldaños de la escala de placer que estableció como regla de la convivencia plena y la satisfacción a ultranza…

Pese a que Pierre Corneille (1606-1684) es modernísimo y edificante: “Aquel que puede hacer lo que desea, ordena cuando sugiere” (Sertorius, 1662), el barroco francés encontró a su más acertado cronista en Molière, quien con un cinismo refinado nos suele terrenalizar: “Prefiero un vicio interesante a una virtud que aburre” y “Me alimento de una buena sopa, no de un lenguaje hermoso”.

Polos, un vicio interesante y una buena sopa, entre los que fluctúa el ser y el hacer de Vatel…

1 Luis XIV en aras de sacudirse la influencia de su propia madre como Reina regente (Ana de Austria, hermana de Felipe IV rey de España, su tío carnal y además suegro, pues es el padre de la Infanta mayor María Teresa, la Reina consorte de Francia), cómplice-patrocinadora del príncipe de la Iglesia italiano Giulio Mazarino, destituye al protegido de ambos Nicolás Fouquet, instruyendo el 5 de septiembre de 1661 al capitán-comandante del Cuerpo de Mosqueteros señor d’Artagnan, se encargue de prenderlo y conducirlo a la fortaleza de Pignerol, donde consumirá hasta su último aliento. La razón será la ostensible riqueza de su subordinado, quien al sumarse a la administración de la monarquía carecía por completo de fortuna, pues su padre se incorporó como burócrata del Estado lo que le permitió ser considerado de la nobleza por toga (noblesse de robe) en oposición a la nobleza de la espada (noblesse d’épée).

2 La fama de coreógrafo y escenógrafo de la vida nobiliaria era tal que Madame de Sévigné, quien como nadie en su época compuso cartas por millares, escribió el 24 de abril a su hija Madame de Grignan para referirle el triste acontecimiento: “le grand Vatel s’est poignardé” (el gran Vatel se apuñaló).

3 Los Boutellier fueron los primeros señores de Chantilly, cuando la finca se reducía a un fuerte amurallado (actual Grand Château), levantado en la cima de una colina rocosa y circundado por ciénagas. Saqueado sin pausa alguna durante las jacqueries [levantamientos campesinos] de la Guerra de los Cien Años, el conjunto fue adquirido por los Orgemont en el ocaso del siglo XIV. En 1484, Guillermo de Montmorency heredó Chantilly. Hacía 1560 el condestable [equivalente del Magister equitum de la dictadura romana] Anne de Montmorency [nombre femenino de pila en honor de su madrina Ana de Bretaña], favorito del rey Francisco I, mandó construir a Jean Bullant un castillo renacentista (el Petit Château) vecino del Grand Château, fortaleza medieval. En 1632, el duque Enrique II de Montmorency perdió a la letra la cabeza por sublevarse contra el cardenal Richelieu, valido de Luis XIII. Chantilly fue heredado entonces por su hermana Carlota, casada con el príncipe de Condé, Luis de Borbón II.

 

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