Luis Ignacio Sáinz
La memoria es la vista del ciego.
Oráculo de Delfos.
En la Hélade la incomprensión y acaso la desconfianza mediaban los vínculos entre dioses y mortales, y tales nudos requerían la intervención de inteligencias superiores, situadas por encima de las pasiones terrenales y olímpicas, para desatar esos puntos ciegos generadores de caos y ruido. Uno de los más afamados vectores de sentido en semejantes diálogos de sordos fue Tiresias de Tebas, fruto del pastor Everes y la ninfa Cariclo favorita de Atenea, dueño del don de la profecía adquirido por castigo. La μαντική o arte de la adivinación podía manifestarse a través de medios asaz diversos: la hieroscopia, examen del hígado (lóbulos, vesícula biliar y vena porta) de un animal recién degollado; la oniromancia, interpretación de los sueños; la astrología, estudio de los desplazamientos de los cuerpos celestes; o el éxtasis apolíneo al beber néctar y ambrosía, masticar el laurel o agitarse en el trípode (asiento-trono de la Pitia).
Según las fuentes variarán las razones de la sanción, coincidiendo todas en la pérdida de la vista. La Biblioteca mitológica de Apolodoro, no el famoso gramático sino alguien que usó su nombre para gozar de su prestigio, rescata la versión fragmentaria de Ferécides de Atenas, consistente en una intromisión no sabemos cuán deliberada por parte del arúspice o augur de joven, quien pilló a la célibe Atenea dándose un baño granjeándose dicha indiscreción la ceguera. Empero, la predilección por la madre mitigó los efectos de la condena, si bien sus ruegos no desvanecieron la pena dada la moraleja del refrán “a palo dado, ni dios lo quita”. En compensación liberó una serie de dones: la purificación del oído para comprender el lenguaje de las aves, la longevidad frisando con la inmortalidad durante siete generaciones, la entrega de un cayado de madera de cornejo macho (Cornus mas, variedad mediterránea) que funciona a modo de brújula perfecta permitiéndole moverse sin riesgo alguno, y la conservación de sus pericias en el Hades (a donde por cierto lo fuese a consultar Odiseo para lograr su regreso a Ítaca). A lo largo de esta suma de los avatares divinos y sus colisiones con humanos, se ofrece el despuntar del cronista del porvenir:
Había entre los tebanos un adivino, Tiresias, hijo de Everes y de la ninfa Cariclo, del linaje de Udaeo el Espartoi [uno de los hombres que nacieron de la siembra que hizo Cadmo de los dientes del dragón o de la serpiente gigante de la fuente Castalia], que se había quedado ciego. Sobre la pérdida de la vista y sobre su don de profecía corren diversas explicaciones. Unos dicen que fue cegado por los dioses por haber revelado a los hombres lo que ellos, los dioses, querían mantener oculto; en cambio Ferécides cuenta que lo cegó Atenea, pues a Cariclo, querida por Atenea… vio a ésta totalmente desnuda. la cual entonces le puso las manos en los ojos y así lo dejó ciego, y cuando Cariclo rogó que le devolviera la vista, ya no pudo hacerlo, pero en cambio limpiándole los oídos le concedió poder comprender totalmente el lenguaje de los pájaros y le regaló un bastón de madera de cornejo, con el que caminaba como si viera. Sin embargo, Hesíodo dice que por haber visto unas serpientes copulando en los alrededores del Cileno y por haberlas golpeado se convirtió de hombre en mujer, pero habiendo contemplado en otra ocasión a las mismas serpientes copulando, se transformó de nuevo en hombre. Por ello Hera y Zeus, que discutían si gozaban más las mujeres o los hombres, le preguntaron a él, que respondió que el coito constaba de diez partes, una sola parte de diez goza el varón, en cambio, la mujer sacia su espíritu gozando las diez. Por ello Hera lo cegó [por develar su secreto] mientras Zeus le otorgó el don de profecía 1
El manuscrito aludido de Hesíodo está irremediablemente perdido en caso de haber existido y de ser evidencia material del pasado tendríamos que inquirir si en su geografía se consignaron pormenores de las transmutaciones del vidente. Se le atribuyó la gesta del agorero Melampo (Melampodia, Μελαμποδεια), poema épico donde se cree que se incluían trances y anécdotas del propio Tiresias y de Calcante. También se le supone la composición de un tratado sobre la Ornitomancia (οἰωνίζομαι), la observación de los augurios de las aves que nuestro poeta y filósofo, rival de Homero, practicaba guiado por un lazarillo.
Tiresias funciona a modo de alfa-omega, representa un ciclo perfecto, ya que las modalidades del tiempo: el de la memoria, el oportuno y el de la espera no mellan su ser, se sitúa por encima de las circunstancias, las sobrevuela. Por si fuera poco, su identidad transita de un género a otro, evidenciando que en su caso son polos virtuales, más o menos efímeros, lo suficientemente duraderos (siete otoños) para aprehenderlos de raíz, valorarlos, ejercerlos y olvidarlos. Se asevera en una variante endilgada al embustero Ptolomeo Queno 2, que en su modalidad femenina de origen sedujo al mismo Apolo (Febo), gemelo de Artemisa (Diana), guardiana de la vida salvaje y la virginidad, desistiéndose de su propio deseo, provocando la ira del siervo de las artes, la belleza y la armonía, patrono de las musas y podestá de los oráculos de notable refinamiento, quien lo mutaría en varón para que padeciera la urgencia del apetito carnal. Sorprende la agudeza, pues, en efecto, dada la menor gratificación del placer masculino, mayor será su “glotonería erótica”, frente a una aparente “saciedad femenina”.
Tiresias, el luminoso transexual, y la ceguera como condición necesaria de la profecía: “por la lumbre quitada, le dio saber lo futuro y alivió, con la honra, la pena”.
1 Apolodoro: Biblioteca mitológica, edición de José Calderón Felices, Libro III, Madrid, Akal, 1987, p. 85-86.
2 Extraña historia o Historia nueva o Historia paradójica, que el patriarca de Constantinopla Focio (s. IX), elevado a la dignidad de los altares de la Iglesia Ortodoxa, en su Biblioteca o Myriobiblion (Inventario y enumeración de los libros que he leído) lo analiza registrándolo como el número 190 de 280 códices (o mejor 279, porque el número 89 [Gelasio de Cesárea, siglo IV: Continuación de la Historia de Eusebio Pánfilo] se ha perdido). https://www.tertullian.org/fathers/photius_copyright/photius_05bibliotheca.htm#190
P. Ovidii Nasonis: Metamorphoseon, Libri I-VII, (Liber Tertius 316-338), introducción, versión rítmica y notas de Rubén Bonifaz Nuño, Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Clásicos, 1979, p. 62-63.
Ovidio: Metamorfosis, Libro III; 316-338.
Y mientras eso en las tierras por la ley fatal es cumplido, 316
y salvas son las cunas de Baco dos veces nacido,
cuentan que acaso Jove, alegrado con néctar, sus cuitas
graves había dejado, y con la ociosa Juno, indolentes
juegos había movido, y: “Mayor, en verdad, es el vuestro 320
̶ había dicho- que el placer que toca a los machos.”
Ella niega. Plació indagar cuál sea del docto Tiresias
la sentencia; ambas Venus eran conocidas a éste;
pues en la verde selva dos cuerpos de magnas serpientes
que se apareaban, había ultrajado con un golpe de báculo, 325
y de varón en mujer convertido (¡admirable!), pasado
había siete otoños; en el octavo, de nuevo a las mismas
vio, y: “Si tanta es la potencia de la llaga dada a vosotras
-dijo-que de su autor mude en la contraria la suerte,
hoy también os heriré.” Golpeadas las mismas serpientes, 330
la forma anterior regresó y vino la imagen nativa.
Este árbitro, pues, tomado en el pleito jocoso, los dichos
de Jove confirma; la Saturnia, grave más que lo justo
y no en la proporción con la causa se había dolido, se dice,
y los ojos de su juez condenó a eterna noche. 335
Mas el padre omnipotente (pues a dios ninguno le es lícito
hacer vanos los hechos de un dios), por la lumbre quitada,
le dio saber lo futuro y alivió, con la honra, la pena. 338
Metamorphoseon, Liber Tertius, 316-338.
Dumque ea per terras fatali lege geruntur 316
tutaque bis geniti sunt incunabula Bacchi,
forte Iovem memorant diffusum nectare curas
seposuisse graves vacuaque agitasse remissos
cum Iunone iocos et ‘maior vestra profecto est, 320
quam quae contingit maribus’ dixisse ‘voluptas.’
illa negat. placuit quae sit sententia docti
quaerere Tiresiae: Venus huic erat utraque nota.
nam duo magnorum viridi coeuntia silva
corpora serpentum baculi violaverat ictu 325
deque viro factus (mirabile) femina septem
egerat autumnos; octavo rursus eosdem
vidit, et ‘est vestrae si tanta potentia plagae’
dixit, ‘ut auctoris sortem in contraria mutet,
nunc quoque vos feriam.’ percussis anguibus isdem 330
forma prior rediit, genetivaque venit imago.
arbiter hic igitur sumptus de lite iocosa
dicta Iovis firmat: gravius Saturnia iusto
nec pro materia fertur doluisse suique
iudicis aeterna damnavit lumina nocte; 335
at pater omnipotens (neque enim licet inrita cuiquam
facta dei fecisse deo) pro lumine adempto
scire futura dedit poenamque levavit honore. 338
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