Imaginando un mundo liderado por el artista callejero extraordinario

Por Juan José Díaz Infante

 

“Me da alegría ver estudiantes de Columbia manifestándose

pacíficamente en contra de la situación actual en Gaza,

mismos que todavía tienen capacidad de

compasión y capacidad de pensamiento”

Omar Gasca

 

Primero definiciones

 

Banksy

Banksy es el pseudónimo de  un artista callejero, activista político y director de cine, se asume que vive en Inglaterra. Sus obras a menudo combinan humor negro con graffiti ejecutados con una técnica distintiva de uso del stencil. A pesar de su popularidad, su verdadera identidad sigue siendo desconocida.

Derecho de expresión

El derecho a la libertad de expresión está consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que describe sus elementos fundamentales como derecho consustancial a todas las personas. Posteriormente, ese derecho ha quedado protegido en infinidad de tratados internacionales y regionales.

Grafiti

Los grafitis son, en términos generales, escritos deformados y estetizados que dejan registro del nombre de su autor, también denominado tag. Se realizan principalmente con pintura en aerosol, haciendo en algunos casos variaciones con látex, esmaltes e incluso plumones.

El grafiti es el medio de comunicación y expresión más frontal, pues su autor de forma anónima y fugaz expresa sus ideas y sentimientos. Es una manera de hacer declaraciones públicas importantes de todo tipo.

El grafiti, se debate si es vandalismo o arte, sin embargo, en Berlín el grafiti es legal si éste le sube el valor a la propiedad y por el contrario es un crimen si le baja el valor a la propiedad. Esto es un paradigma que deberíamos de extrapolar en estos tiempos en los que vivimos una realidad grafiteada. La verdad, la postverdad, la verdad histórica, las noticias falsas, la mentira y los otros datos. Todos estos recursos mediáticos son grafiti de la libre expresión y de la comunicación.

La libre expresión está sufriendo un tratamiento similar al grafiti y por eso es importante mencionarlo junto a Banksy y el paradigma de si el grafiti mediático al subir el valor de la propiedad deja de ser un crimen. Lo mismo debiese de considerarse las manifestaciones pacíficas dentro de las universidades esta semana en Estados Unidos. Las manifestaciones se consideran grafiti y vandalismo. Dónde está la justicia y la  legalidad, cuando un país como los Estados Unidos arresta a una serie de estudiantes, para que no vaya a haber violencia, y simultáneamente permite que bombardeen escuelas y hospitales con premeditación, alevosía y ventaja. Es la fórmula del grafiti al revés, un bombardeo de civiles no es vandalismo, pintar una pared merece cárcel.

Cuando Picasso, indignado, pinta el Guernica, una pintura fuera de serie que muestra a un pueblo en un momento de terror, fue en una situación similar. El bombardeo del pueblo de Guernica, un acuerdo vil entre Franco y Hitler para experimentar qué sucedería si se realizaba un bombardeo sobre objetivos civiles. España le permite a Hitler bombardear Guernica para probar armas y resultados, sólo por experimento. Lo curioso es que Franco nunca fue acusado por crímenes en contra de la humanidad. La sociedad civil decidió que no había que darle nombre a sus atrocidades, el grafiti realmente debería de ser castigado.

Regresando al derecho de expresión, como una libertad mínima ante las atrocidades, debe de haber un respeto absoluto a alguien que no está de acuerdo con una matanza de civiles, sin embargo, varias universidades esta semana en Estados Unidos han generado demostraciones pacíficas buscando que se resuelva el problema del genocidio que está provocando Israel en Gaza. La respuesta de las administraciones de las universidades ha sido llamar a la policía y ha habido cientos de arrestos. En algunos casos excepcionales, la policía se ha rehusado a acudir bajo el argumento de que son demostraciones pacíficas sin violencia.

Estamos viviendo tiempos extraños, Donald Trump puede anunciar cualquier acción ilegal que se le ocurra y parece que por haberla hecho vía Twiter (ahora X) y la hizo pública, él mismo, considera, que ya es legal. Por otro lado cualquier persona dice que «tiene otros datos» y ya con eso basta para que los argumentos se diluyan sin conclusión, ni respuesta. Nuestros políticos han hecho que todo sea irrelevante. Mañana se  podría publicar en las redes que murió Carlos Santana y resulta que solamente es un ejercicio alarmista de Fake News y no pasa nada. Sin embargo la vida se atora cuando Wikileaks publica algo que es verdad y resulta que no hay ninguna intención institucional interesada en publicar verdades y la consecuencia es que Julian Assange debe de ir a la cárcel.

El caso Palestina es un genocidio andando. Vivimos una especie de dislexia, donde ya no sabemos si el grafiti ideológico que vivimos le sube o le baja el valor a nuestra propiedad, llamada “nuestro Mundo”. Movimientos globales requieren juicios globales de cultura del grafiti. Si las acciones le suben el valor al mundo, son legales, si le baja el valor al mundo, son un crimen. La generación sistemática de pobreza es un crimen.

En un panorama político empañado por la división y la desilusión, me gustaría proponer un ejercicio imaginario, proponer un candidato sorprendente para cambiar el status quo: propongo al enigmático artista callejero conocido sólo como Banksy. Con sus obras de arte que invitan a la reflexión y su enfoque intrépido para desafiar a la autoridad, Banksy ha capturado la atención de millones de personas en todo el mundo, generando llamados para que asuma el cargo más alto de cualquier país. Efectivamente la propuesta es candidatearlo para que pueda ocupar la presidencia de cualquier país.

Si bien la candidatura de Banksy pudiera parecer poco convencional, sus credenciales como defensor de la justicia social y la libertad de expresión son irreprochables. A través de sus icónicos murales e instalaciones subversivas, Banksy ha abordado cuestiones que van desde la desigualdad de ingresos y la degradación ambiental hasta la corrupción gubernamental y los abusos de los derechos humanos.

¿Pero cómo sería una presidencia de Banksy? Para empezar, probablemente no se parecería a nada que el mundo haya visto jamás. Atrás quedaría la retórica rancia y las promesas vacías de los políticos tradicionales, reemplazadas por una refrescante dosis de honestidad, integridad y talento artístico.

Como presidente, Banksy utilizaría su plataforma para amplificar las voces de los que no tienen voz y destacar las injusticias que aquejan a la sociedad. Su administración estaría marcada por la transparencia, la rendición de cuentas y un compromiso firme con la defensa de los valores de la democracia y la libertad.

Pero quizás lo más importante es que una presidencia de Banksy serviría como una llamada de atención para el establishment, desafiando las estructuras de poder arraigadas e inspirando a una nueva generación de activistas y agentes de cambio para levantarse y exigir un mundo mejor.

Por supuesto, la idea de que Banksy se postule para presidente puede no ser más que una quimera. Después de todo, la verdadera identidad del artista sigue siendo un secreto celosamente guardado y su aversión a ser el centro de atención está bien documentada. Pero en un mundo desesperado por un liderazgo visionario e ideas audaces, la idea de una presidencia de Banksy ofrece una tentadora visión de lo que podría ser.

Entonces, mientras lidiamos con los desafíos del presente y miramos hacia el futuro con esperanza e incertidumbre, tal vez sea hora de preguntarnos: ¿por qué no Banksy para presidente? El Presidente anónimo.

Su primer discurso, hagamos un  ejercicio imaginario para un nuevo mural de Banksy, el muro está vacío en Washington o Virginia. Unos policías americano style armados hasta los dientes arrestan seis señoras con bolsas para que dejen de molestar, esto sucede del lado izquierdo del muro; del lado derecho, un personaje de cuello blanco llega con una caja de balas y le surte armamento a un soldado con seis ametralladoras, una bazooka y seis bombas que automáticamente se están lanzando sobre un hospital que se encuentra en la extrema derecha del muro, el escenario está lleno de civiles y una niña está tratando de cerrar la ventana para que no pasen las balas…

El presente artículo ha sido publicado simultáneamente en: Revistadesubastas.com y en el periódico PLAZA DE ARMAS de Querétaro

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