LETRAS
Allen Ginsberg
Escribo poesía porque la palabra inglesa Inspiración proviene del latín: Spiritus, aliento, deseo respirar en libertad.
Escribo poesía porque Walt Whitman le otorgó permiso al mundo para que hablara con candor.
Escribo poesía porque Walt Whitman abrió el verso de la poesía a la respiración sin obstáculos.
Escribo poesía porque Ezra Pound vió una torre de marfil, apostó al caballo equivocado, les dió a los poetas su autorización para que escriban su lengua hablada vernácula.
Escribo poesía porque Pound les indicó a los jóvenes poetas occidentales que observaran a los chinos escribiendo palabras/dibujos.
Escribo poesía porque W.C. Williams viviendo en Rutherford escribió a la manera de New Jersey «Te patio l’ojo», preguntando luego ¿cómo podemos medirlo en pentámetro yámbico?
Escribo poesía porque mi padre era un poeta mi madre de Rusia hablaba comunista, murió en un loquero.
Escribo poesía porque mi joven amigo Gary Snyder se sentó a mirar sus pensamientos como una parte del fenomenal mundo externo del mismo modo que lo hicieron los integrantes de esa mesa redonda en el 84.
Escribo poesía porque sufro, nacido para morir, cálculos en los riñones, presión alta, todo el mundo sufre.
Escribo poesía porque sufro confusión no sabiendo qué es lo piensan los otros.
Escribo porque la poesía puede revelar mis pensamientos, cura mi paranoia también la paranoia de otras personas.
Escribo poesía porque mi mente vaga sometida al sexo la política la meditación en el Dharma. Escribo poesía para retratar con precisión mi propia mente.
Escribo poesía porque tomé los cuatro votos de Bhodhisattva: innumerables en el universo son las criaturas Sensibles para liberar, infinitas mi propia codicia ira ignorancia que deseo atravesar , incontables son las situaciones en que me hallo mientras el cielo está O.K. y los senderos de la mente despierta no tienen fin.
Escribo porque esta mañana desperté temblando de miedo ¿Qué podría decir yo en China?
Escribo poesía porque los poetas rusos Mayakovsky y Yesenin se suicidaron, alguien más debe hablar.
Escribo poesía porque mi padre recitando a Shelley poeta inglés y a Vachel Lindsay poeta norteamericano dio el ejemplo –gran viento inspiración aliento.
Escribo poesía porque escribir de asuntos sexuales estaba prohibido en los Estados Unidos de América.
Escribo poesía porque los millonarios en el Este y el Oeste viajan en limosinas Rolls Royce, los pobres no tienen suficiente dinero para arreglarse los dientes.
Escribo poesía porque mis genes y cromosomas se enamoran de muchachos, nunca de jóvenes mujeres.
Escribo poesía porque no tengo ninguna responsabilidad Dogmática de un día para el otro. Escribo poesía porque quiero estar solo y quiero hablar con la gente.
Escribo poesía para contestarle a Whitman, jóvenes dentro de diez años, hablen con las tías viejas y tíos aún con vida en Newark, New Jersey.
Escribo poesía porque en 1939 escuchaba por radio Blues Negros, Leadbelly y Ma Rainey. Escribo poesía inspirado por las juveniles alegres canciones de los Beatles que han envejecido. Escribo poesía porque Chuang-tzu no podía distinguir si era mariposa o hombre, Lao- tzu dijo el agua fluye colina abajo, Confucio dijo honra a tus mayores, yo deseaba honrar a Walt Whitman.
Escribo poesía porque el exceso de ovejas y hacienda en las tierras de pastoreo destruye desde Mongolia hasta el Salvaje Oeste los nuevos pastos y la erosión es la creadora de los desiertos. Escribo poesía usando zapatos animales.
Escribo poesía «Primer pensamiento, mejor pensamiento,» siempre.
Escribo poesía porque las ideas no son comprensibles excepto cuando se manifiestan en pequeñísimos detalles: «Ninguna idea más que en las cosas.»
Escribo poesía porque el Lama tibetano dice. «Las cosas son símbolos de sí mismas.»
Escribo poesía porque los periódicos titulan un agujero negro en el centro de nuestra galaxia, somos libres para darnos cuenta.
Escribo poesía porque las Guerras Mundiales I y II, bomba nuclear y la Guerra Mundial III si la deseamos, yo no la necesito.
Escribo poesía porque mi primer poema Aullido que no pensaba publicar fue llevado a proceso por la policía.
Escribo poesía porque mi segundo poema largo Kaddish honraba el parinirvana de mi madre en un hospital para enfermos mentales.
Escribo poesía porque Hitler mató a seis millones de Judíos, soy Judío.
Escribo poesía porque Moscú informó que Stalin envío al exilio en Siberia a 20 millones de Judíos e intelectuales, 15 millones nunca regresaron a los cafés de San Petersburgo.
Escribo poesía porque canto cuando me siento solo.
Escribo poesía porque Walt Whitman dijo, «¿Yo me contradigo ?» Muy bien entonces yo me contradigo. (Tengo buen tamaño, contengo multitudes.)
Escribo poesía porque mi mente se contradice a sí misma, un minuto está en Nueva York, al otro minuto en los Alpes Dináricos.
Escribo poesía porque mi cabeza contiene 10,000 pensamientos.
Escribo poesía por ninguna razón ningún por qué.
Escribo poesía porque es la mejor manera de decir todo lo que tienes en mente en 6 minutos o durante el transcurso de una vida.
ARTE
El mundo del cambio irreversible (TeamLab)
Por Alicia González Rodríguez
A diferencia de muchas otras propuestas suyas y de otros artistas de lo digital e inmersivo, El mundo del cambio irreversible es una pieza para ver a la antigua usanza. De menores dimensiones que otras obras en las que el espectador se sumerge, esta obra requiere dirigirse a ella como se hacía con el arte hasta hace bien poco, situándose frente a la obra, pero sin que ella nos abrumase con su dominio del espacio. Somos nosotros y no ella quienes seguimos teniendo el control de la observación: nos paramos a verla y nada en nuestro entorno cambia como sucede en el arte digital que ahora es tendencia. Esa condición de mantener el control y la distancia debería alertarnos de algo. En realidad, TeamLab juega a una falsa posición en la escena. Porque una vez delante de la pieza, nos encontramos como delante de un terrario, o un acuario, mirando con curiosidad y avidez lo que ocurre en los márgenes de la obra, hipnotizados por el movimiento constante que se produce en ella. Parte de la atracción obedece a que en el escenario está el mundo en observación. No trabaja para protegerse, crecer o mejorar, funciona para perpetuar la cacería. Es como su estuviéramos convocados a una gigantesca montería en la que no hay caza menor. Lo vi al visitar el Centro de Arte Hortensia Herrero. Allí entre la multitud de obras de la colección de arte contemporáneo nos detuvimos frente a lo que en apariencia no era más que una especie de pieza en laca Coromandel negro intenso y dorados con cerezos en flor y diminutas figuritas que recrean la vida en una aldea japonesa envuelta en vaporosas nubes. Pareciera que quisieran ocultar lo que sucede a los ojos de extraños. Los ochenteros traerán a la cabeza a esos curries, habitantes de Fragel Rock, por la misma diligencia en el trabajo, la lentitud de movimientos, la sensación de hacer sin querer ser vistos.
Un pescador lleva en la mano su trofeo, otro golpea el parche del tayko, más allá un orondo señor feudal pasea parsimonioso mostrando con su actitud la arrogancia del que todo cree que lo puede. Al poco, se encienden los farolillos y nos parece entender el estallido de un castillo de fuegos artificiales iluminando la vida tranquila de los habitantes de la pieza. Una escena deliciosa de las que el europeo amante de lo exótico admiraba y si podía atesoraba en casa. Pero, ¡alto! No solamente el paisaje evoluciona, las personitas también se mueven, no es un efecto óptico. Y lo hacen respondiendo a nuestro movimiento. Acercando algo más que la mirada a esta escena panorámica comprobamos que todo parece cambiar su rumbo al ver que nos aproximamos.
“The World of Irreversible Change” nos dice la vigilante de sala es el nombre de la pieza y ante la intriga de Martín de diez años, procede a detallarle lo que intuíamos; que la obra es un lienzo interactivo que reacciona a la molestia que significamos los espectadores con nuestra presencia delante de ella. Los ojos y oídos de Martín dejan de estar mustios por haberlo traído a un museo y pasan a un estado de excitado interés al conocer que, dependiendo de lo incisiva que sea nuestra presencia y por supuesto, de las intromisiones que sufran los pobladores de la aldea, podemos modificar su conducta. El entusiasmo de estar ante un videojuego a tamaño real dijéramos convierte a Martín en un ser salivante por llevar su mano a la obra. ¡No!, dice la cuidadora de la sala, porque aparte del sacrilegio de tocar lo expuesto están las consecuencias de esa inofensiva acción. Nos explica, como si fuera el vendedor del bazar de los Gremlins que, de hacerlo en una o varias ocasiones generaríamos un estrés insoportable entre la ciudadanía de este lugar idílico. Sus habitantes se verían obligados a convocar a los samuráis para defenderlos y estos provocarían matanzas, caos y desorden que ya sería imparable. La progresión del desastre iría en aumento hasta que esta civilización de juguete desapareciera ante nuestros ojos.
Escuchamos las indicaciones de la responsable de la sala, con una apostilla más: no hay ningún problema en hacerlo, pero los efectos son incontrolables. Ya ha ocurrido antes, nos dice y hay testimonios de a dónde van a parar las agresiones continuadas a una sociedad indefensa. Me recuerda a Sentinel del Norte y el interés morboso que aquella pequeña isla del Índico suscitó en su momento en Martín. Mira que le contamos que defendían su derecho a defenderse de las incursiones de forasteros incómodos, porque las autoridades de la India hacían la vista gorda ante quienes se atrevieran a profanar lo que sigue siendo un lugar inexplorado.
Lo entiendo, de lejos, piensas en que al final no será para tanto, pasas la mano con la mente y te escudas en que un mínimo cotilleo no les hará sentirse sobreobservados. La culpa será, si acaso, del que, después de ti llegue con su inocente cercanía y desate el fin del mundo. Saberse responsable es un acto difícil de asumir incluso en la adultez. Hay profesiones donde el ejercicio de la responsabilidad se presupone como la política, y es precisamente donde abundan comportamientos infantiles de imposible defensa.
Seis canales sin fin nos contemplan, porque, aunque no lo sepamos estamos ante una secuencia regresiva. Seis canales…, no entiendo. Deduzco que son las planchas de ese lacado, que en realidad es un trampantojo, un engaño visual para captar nuestra atención y transformarnos en lo que pretendíamos ser, observadores observados. Pero, además somos los actores de un ecosistema que puede transformarse en irreversible en virtud de nuestras acciones. Basta un pequeño toque, o ni siquiera, una aproximación a unos sensores ocultos a la vista del público para que se inicie un proceso de incierto desenlace. Nada que no se parezca a la vida real, sólo que, en este caso, tras la explicación somos plenamente conscientes de nuestra importancia como individuos en la vida de los otros, por diminutos que nos parezcan.
Juegan con nuestra curiosidad malsana, es cierto, presentando ante nuestros ojos un pedazo de la vida de una pequeña localidad japonesa, remota, antigua, sobre la que nadie nos diría que podríamos ejercer un pernicioso efecto, salvo que recurriéramos a una máquina del tiempo. Tal vez lo que quieren los creadores de la obra es que aprendamos a anticiparnos a la catástrofe, porque si al principio de la contemplación las flores, el agua, los seres nos parecen reproducciones inertes, más adelante entendemos que no solamente todo tiene vida y que formamos parte de esa comunidad, lejana y ajena que puede perecer por nuestra causa. El sentimiento de unidad en la supervivencia o de responsabilidad por la decadencia es evidente.
Enlaces
https://www.teamlab.art/w/world_of_irreversiblechange/
https://www.youtube.com/watch?v=fvDVu6_0vHs
Reflexión al pie
Observar o actuar. Quizá no siempre es la duda. Hay ocasiones en que la observación sin el acto subsiguiente convierte la observación en parálisis, carente de nada creativo. Actuar en cambio puede parecer cosa de persona concienciada que no requiere de la observación para apretar el botón de inicio al movimiento que cambia las cosas. La vida no es cuestión de dicotomías. Tal vez en esas situaciones en las que le sujeto está rodeado de un contexto hostil o muy activo, la observación es siempre, o casi siempre la mejor de las opciones. Por ejemplo, ser rehén de una organización terrorista podría pensarse que inicialmente es una tarea para sujetos observadores. Una observación preparatoria para la acción, porque sin el acto final el observador puede terminar víctima de su propia pasividad. Por eso el que triunfa es el aventurero dinámico que procesa con rapidez la información para decidir prontamente qué hacer sin dilación. Los observo y me observan y compruebo que mis reacciones varían cuando estoy con ellos, porque estoy alerta, pero con ellos me activo a veces en exceso, porque no tengo tiempo para observar.
¿Soy una mujer observante o de acción? Dicen que lo racionalizo todo. Tal vez por eso estoy aquí escribiendo en lugar de estar haciendo. Aunque llegado el momento los hechos han demostrado que soy más actuante que pensante. Que otra en mi lugar se lo habría pensado más y no habría hecho y habría seguido demorando la acción, sin que por ello estuviera pensando. Porque prolongar el pensamiento termina por ser improductivo, asfixiante y da dolor de estómago, ese que dicen que sufres cuando actúas impulsivamente, justo en el momento anterior a la acción, al de no pensar.
Pienso que debe haber alguna forma de que quienes se dicen personas de acción reflexionen sobre la importancia de pasar de la palabra a los hechos. Llegado el caso los activos, los del impulso transforman ese arrojo en una observación inoperante.
Preguntas al aire
¿Se puede observar sin actuar cuando es necesario? ¿Podemos matar nuestro afán de observación cuando sabemos que la acción conduce al abismo?
¿Has tenido que sujetarte alguna vez las manos para no hacer? ¿Pensaste siempre que eras buen observador hasta que en el peor de los momentos se te escapó el detalle decisivo? ¿Tus impulsos irrefrenables te han llevado por el mal camino o has sabido pararte para pensar en lo desastroso de ese dejarte llevar?
¿Llevas la observación al extremo, sin saber quitar el foco de tu objeto de estudio? ¿Te sirve para algo o es para ti irremediable?
CINE
Por Juan José Díaz Infante
“México es, poéticamente, como un inmenso
parque teológico, con sus dioses sueltos,
con sus fuerzas sueltas, siempre aclimatados y alertas”;
“Todo es imprevisto y nuevo y permanente como el cielo.
Su orden es renovado cada día y siempre con
algo de inaudito”; “la tierra de la belleza convulsiva,
la patria de los delirios comestibles”.
Poeta guatemalteco Cardoza y Aragón escribiéndole
a Bretón la necesidad de bosquejar a México.
Mientras México no se dibuje él mismo, habrá otros dibujos, que todos son diferentes todos los días y hechos por todos. Basta recordar cómo de una manera muy extraña a México también lo dibuja el 007 fundando el desfile de muertos en CDMX. México, sobreinundado de cultura y con una herencia que lo rebasa, ha logrado importar hasta su propia cultura. Un vicio de producir materia prima obligado por el hermano mayor, Big Brother, y que todo lo demás lo compramos procesado. Nuestros productos finales no son nuestros.
Emilia Pérez es una nueva visita de André Breton a México, cuando Bretón llega a Veracruz, el embajador de Francia en México le dice que no hay fondos para su estancia. Diego Rivera fue a recibirlo sin avisar, a Veracruz también, y le ofrece que se puede quedar en su casa y conocer a Trosky. Bretón acepta.
Los premios de Emilia Pérez:
• Premio del Jurado de Cannes
• Oscar a mejor actriz de reparto
• Cannes mejor actriz
• Globo de Oro a mejor comedia o musical (le ganó a Wicked)
• Premio del Cine Europeo a la mejor película Europea
• Bafta a la mejor actriz de reparto
• Globo de Oro a la mejor película en lengua no inglesa
• César a la mejor película 2025
• BAFTA a la mejor película de habla no inglesa
• BAFI película del año
• Sindicato de Actores a la mejor actriz de reparto
• AACTA a la mejor actriz de reparto
• César al mejor director
• César a la mejor música
• Goya a la mejor película Europa
• Satellite a la mejor banda sonora 2025
• César a la mejor fotografía
• Premio del Cine Europeo al mejor guionista europeo
• César a la mejor adaptación y diálogo 2025
• César al mejor sonido
• Premio del Cine Europeo al mejor director
• Critics Choice Movie Award a la mejor película extranjera
• Critics Choice Movie Award a la mejor actriz de reparto
• César por mejores efectos visuales
• Edda Awards por mejor edición en una película de drama
La trama de Emilia Pérez se lleva a cabo en México, es una trama que no pertenece a ningún otro lugar, es la historia de una abogada morena veracruzana graduada de la “Universidad Nacional de México” que trabaja para el “Manitas”, un narcotraficante en su proyecto de cambiar de sexo y cambiar de vida. La trama planteada es alucinante ya que explora una evolución que no tiene solución, es decir, es el sueño imposible. Es el Quijote que ha leído demasiadas novelas de caballería y decide ser el caballero de la triste figura. Un narcotraficante que deja su vida anterior y que cambia de piel y que sufre una transición y se pone fundar una ONG que localiza exitosamente gente desaparecida. El mejor momento de la historia es ver madres o parientes que agradecen que les devuelvan un cadáver. A partir de ese momento, llevar a algún lado la historia es un tema frágil, difícil, imposible y delicado, la solución de la película pertenece a la mente del observador, el escritor hace lo que tiene que hacer, hizo la travesura y ahora hay que codificarla.
Si Emilia Pérez, ese mismo guión, no hubiese sido escrito por Jacques Audiard y hubiese sido escrito por Ibargüengoitia o Alcoriza, la lectura de la película sería totalmente diferente. Si hubiese sido firmado por Jaques Tatti sería una obra maestra. Sucedió lo mismo en El Padrino, la Liga de Derechos Civiles Ítalo-Americana, liderada por el mafioso Joseph Colombo, sostuvo que la película enfatizaba los estereotipos sobre los ítaloamericanos y quería que todos los usos de las palabras «mafia» y «Cosa Nostra» se eliminaran del guión. Cuando Mario Puzo escribe El Padrino, esa novela no define a USA.
Originalmente Audiard estaba escribiendo una ópera de 4 actos, en épocas del COVID 19, ergo es evidente el final operístico. Esta ópera está inspirada en un renglón del libro Ecoute, de Boris Razon. Una historia de un detective que tiene interceptados los mensajes de un criminal y que la historia debraya de una inmersión del detective en esos mensajes y una relación con un personaje de la tienda vecina de su lugar de vigilancia, sin embargo hay un renglón dentro de ese libro, dice Audiard, “A mitad de camino de la novela, hay un personaje que es un capo de la droga que quiere hacer la transición para convertirse en mujer (…) El autor, que es amigo mío, no desarrolló este personaje. Pedí el derecho a expandir el personaje yo mismo”
Emilia Pérez construye su propio universo con el éter de México, un éter que permite explorar temas como la impunidad, el clasismo, la ausencia absoluta de la policía, la ausencia de la filantropía, etc. Sin embargo lo interesante es que no explora ninguna teoría desconocida o teoría del complot, los elementos de la película son Vox Pópuli. La ONU DH reconocen 100 mil gentes desaparecidas en México (se asume un número real mayor), y en el 2024, 10 mil personas solamente en ese año. En México de cada 100 delitos, sólo 6 se denuncian, de cada 100 denunciados sólo 14 se resuelven. La película causó ofensa, discusión y conmoción este año, vale la pena reflexionar sobre toda la indignación que ha causado y que no causan las acciones reales. UNICEF en Bélgica en 2005, hizo una campaña llamada «Smurf Kill» o «La masacre de los Pitufos». La campaña fue diseñada para concientizar sobre los efectos de la guerra y los niños. En el anuncio, se muestra una escena en la que una aldea de Pitufos es atacada por bombas, lo que resulta en la muerte de varios Pitufos. La campaña fue controvertida en su momento, ya que algunos consideraron que era demasiado gráfica y perturbadora para los niños. Sin embargo, el objetivo de la campaña era precisamente llamar la atención sobre la gravedad del problema de los efectos de la guerra y su impacto en los niños. UNICEF buscaba concientizar a la población sobre la necesidad de apoyar los esfuerzos para proteger a los niños en la guerra. Aunque fue controvertida, la campaña logró llamar la atención sobre un tema importante y contribuyó a concientizar a la población sobre la necesidad de apoyar los esfuerzos humanitarios para proteger a los niños y las comunidades de los efectos de la guerra.
Emilia Pérez toca un tema delicado, México. Una sopa de sucesos posibles, dentro de una historia de un narcotraficante que decide cambiar de sexo. De ninguna manera tiene una moraleja, ni le preocupa una narrativa más compleja, cualquiera de las escenas es un Alka Seltzer de resonancia, es brutal. Lo que la hace todavía más ácida es que es una musical, es decir tiene un aire a Sweeney Todd, el barbero de la muerte.
Es el anti héroe, el personaje principal ya es un villano, un villano en transformación, pero la película nunca toca la trama del bueno contra el mal. Nunca en toda la película aparece un policía (solamente para llevar la noticia del secuestro de Pérez), todo se arregla con documentos falsos, disparos, amenazas y secuestro. Solamente el tema del secuestro como industria es un tema de profundidad, los desaparecidos otro, las drogas, otro. Emilia Pérez lo que hace es hacer de esto una normalidad y eso es el shock eléctrico final que no nos permite ni reír, ni llorar. La solución cinematográfica o literaria de la película son segundo plano cuando la película se ve en México.
Si la trama de Emilia Pérez hubiera sido escrita por Richard Wagner, hubiera tomado un giro épico. Tannhäuser, termina de la siguiente manera: Tannhäuser muere al pie del féretro de Elisabeth que se ha sacrificado por él. Los peregrinos le muestran a Urbano IV la escena y le da la absolución. La conclusión de Tannhäuser es una reflexión sobre la redención y el poder del amor. La ópera explora la lucha entre la carne y el espíritu, y la redención final de Tannhäuser a través del amor y la fe de Elisabeth. La música de Wagner es emocionante y apasionada, y la ópera es considerada una de las obras maestras del compositor alemán.
Emilia Pérez no es Tannhäuser, pero es una ópera contemporánea que muestra una realidad de México donde la palabra clave es “realidad” y la película termina antes de que haya esperanza.
“De ninguna manera volveré a México; no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas” Salvador Dalí
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