ARTE
Por Juan José Díaz Infante
Se ha inaugurado una exposición en el Seminario de Cultura Mexicana, la obra de Gabriel Macotela en sus 70 años de algarabía. La exposición tiene pintura de Gabriel, maquetas tipo ciudades de metal iluminadas, dibujos, fotografías de él tocando la batería, es un bonito viaje a través de la obra de Macotela.
Sin embargo creo que habría que contar una historia en particular, que más bien es una leyenda urbana de una de sus obras que debería de ser objeto de discusión y parecería que no fuese central en la leyenda de Macotela.
Cómo narrar lo muy relevante, cómo generar contexto y energía a la historia de una de las esculturas más grandes del mundo, la más alta de Latinoamérica y la segunda más alta en el mundo en el momento de su inauguración. “Mujer chimenea, homenaje a Efraín Huerta”. No le puedes pedir a Robin Hood que presente un curriculum y su página de Linkedin. En algún momento de la militancia de izquierda romántica de Gabriel, le propusieron hacer la mujer más grande del mundo, una gran escultura de 100 metros de altura. Para generar un referente del tamaño de la pieza, en algún momento de la arquitectura de la Ciudad, 100 metros era el límite de los edificios grandes de Reforma, el edificio Citibank (hoy mutilado, Reforma 390) o la Bolsa Mexicana de Valores, ese era el límite de altura de la construcción.
Esta gran mujer es visible cuando uno maneja en el periférico apreciando la belleza del smog y los espectaculares, una figura muy alta que siempre ha estado en el panorama visual de la ciudad, uno no sabe a la lejanía si es una chimenea descompuesta por un temblor o es el Quijote. Eso siempre es característico de los proyectos de gobierno. La Mujer Chimenea es una escultura, arte público, ubicada en San Antonio y Periférico, antes, una fábrica de Cemento Tolteca que funcionó hasta 1986. Su historia, en 2005, en la inauguración del segundo piso de periférico —en uno de esos camiones sin techo de doble altura— a Isaac Masri se le ocurrió hacer una “obra de arte público” y le propuso hacerlo a Andrés Manuel López Obrador, en aquel momento Jefe de Gobierno.
A Gabriel Macotela le propusieron hacer de la chimenea abandonada y triste, una obra de arte, la condición: no cobrar. Resulta que ahora parece un acierto hacer que los artistas trabajen gratis, como en el caso de Orozco en Chapultepec. Esa práctica de negociar con los artistas el no cobrar (o con cualquier otra persona), genera un daño a la economía que se llama deflación. En la época de Lincoln se llamaba esclavitud y, en este caso se presume como si fuera un gran logro. El artista no costó, pero la escultura si costó, 22 millones de pesos y la pagaron la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, Grupo Copri y algunas otras donaciones y participaciones de ingeniería de la UNAM y el IPN.
La escultura iba a estar rodeada de un lago artificial y un complejo cultural que iba a ser construido ahí mismo. El proyecto incluía un teatro al aire libre, un parque, una escuela de artes y oficios. La escultura fue inaugurada por Alejandro Encinas y nunca se hizo el lago o las otras instalaciones, junto con la “suavicrema” o Estela de Luz (104 metros) son las esculturas más altas de Latinoamérica.
Mujer Chimenea quedó encerrada dentro de un conjunto de departamentos en la dirección de Toltecas 166 y el acceso para apreciarla es limitado, hay que conocer a alguien que viva ahí. Por supuesto, muchos de los que habitan en ese lugar no saben que eso es una escultura y menos que es de Gabriel Macotela.
El arte en México y la arquitectura de autor todavía no son comprendidos y se trata de hacer un trabajo monumental que siempre se atropella por la pésima gestión de quienes «administran». Sólo por hacer un paralelo, la “suavicrema”, una estela de luz totalmente vertical, fue la ganadora de una convocatoria a un concurso de arcos. Pedro Ramírez Vázquez, que había participado en el concurso, reclamó de manera muy enfática que la “suavicrema” no era un arco. Nuevamente es un proyecto que quedó a medias en medio de una discusión isabelina y de una pésima gestión.
Los artistas y los generadores de ideas quedan a la deriva y las obras quedan podadas de su potencial y son realmente testigos de la historia. Pero de una historia de difícil lectura, hay que volver a ver la misión de una escultura vista desde un punto de vista del tejido social. La cultura debe de ser de un elemento que provea orgullo a los ciudadanos de pertenecer a ella y sobre todo generar tejido social, pero no se puede hacer si el objetivo fundamental o la costumbre es deshacer el tejido. Un proyecto que al final queda ahogado por intereses que no congenian con el mínimo civismo por todas sus partes.
Sin embargo, esta historia me permite hablar de mi amigo Gabriel como uno de esos personajes que son resilientes a todos esos factores de desastre del contexto social que vivimos y que su obra sigue ahí, como un tesoro a ser descubierta. Donde a los que nos gusta el arte tenemos que volvernos una especie de antropólogos de la belleza.
Hablar de Gabriel de manera “planchada” en una literatura de “curriculum” o de presentación en un evento social, “aquí les presentamos al gran artista”, o como uno de los creadores más destacados del arte contemporáneo mexicano, sin poner el contexto de las peripecias que un artista tiene que hacer… para ser artista, es no hacerle justicia. Hay artistas que a pesar de todo, insisten en navegar la estructura de un país en desarrollo que se merece el arte y que merece belleza.
El arte es una materia muy frágil y hay que saberlo manejar y celebrar. Gabriel Macotela es un ejemplo de un artista que merece nuevas lecturas, merece que se maneje su trabajo con la fragilidad que necesita y que se celebre su ingenuidad, que se celebren sus pinturas de arena que le conocí en los 80s, cuando fundó Cocina Ediciones y la librería El Archivero. Merece, sin duda, volverlo a leer.
Nacido en Guadalajara, Jalisco, en 1954, Macotela formó parte de una generación que revitalizó la plástica mexicana en los años ochenta. Estudió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado «La Esmeralda», y a lo largo de su carrera ha colaborado con escritores, músicos y artistas de diversas disciplinas, integrando un enfoque multidisciplinario que se ha convertido en su sello distintivo. Ha participado en numerosas exposiciones colectivas en México y en el extranjero, tanto de pintura, escultura, y libros de artistas en Francia, India, Cuba, Brasil, Estados Unidos, Alemania y España. Vale la pena conocer sus instrumentos metálicos, esculturas tocables, sus edificios maqueta de cuento, descifrarlas como una navegación de vida, para luego poder imitarla.
La pintura como testigo
Las obras de Macotela han sido descritas de “músicas” maneras, aquí cito a la Galería de Mónica Saucedo, “Macotela concibe a la expresión plástica como un medio privilegiado para comunicar emociones, ideas y sentimientos. Con un valor enunciativo de alta intensidad, mediante un estilo dinámico, feraz, casi barroco pero contenido, profundamente lírico, de una enorme fluidez y cargado de una multiplicidad de significaciones que expresan los sutiles matices de una interioridad a flor de piel. El arte de Macotela representa uno de los momentos más lúcidos y luminosos de nuestra actual pintura”
«El arte debe ser un testigo del tiempo», ha declarado Macotela en varias entrevistas. Su obra visual está impregnada de una preocupación filosófica y poética por explorar los campos de la expresión. Cuándo la obra tiene que ser instrumento musical, cuándo debe de ser música o si ésta idea debe de ser un libro o una pintura. Macotela crea canales de expresión como si fuesen anzuelos tirados en el mar para que el espectador pueda engancharse de distintas maneras a distintas ideas.
Gabriel Macotela no ha perdido la humildad que lo caracteriza. Suele trabajar en su taller de la Ciudad de México, donde continúa experimentando con nuevas técnicas y formas de expresión. Macotela se mantiene fiel a la creencia de que el arte es un medio de resistencia y un espacio de reflexión, y su obra sigue siendo una ventana abierta a las inquietudes y deseos más profundos de un espíritu en movimiento que quiere ser siempre creador.
Con casi cinco décadas de trayectoria artística, Gabriel Macotela sigue siendo un pilar fundamental de la plástica mexicana contemporánea, inspirando a nuevas generaciones de artistas a mantener viva la llama de la creatividad y el compromiso social que el arte debe de sobrevivir y queda ahí para ser descubierto y apreciado para aquel que, repito, quiera ser antropólogo de la belleza.
Foto © Juan José Díaz Infante
LETRAS
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos en la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando. Corriente en todo, menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba con los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte, el Otro Yo era melancólico y, debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero después se rehízo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Éste no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero en seguida pensó que ahora si podría ser íntegramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir una nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: “Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte, tan saludable”.
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír, y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
MARIO BENEDETTI. La muerte y otras sorpresas. Siglo XXI Editores. México, decimoquinta edición, 1980
FOTO
Por Pop Up Subastas
La colaboración de Juan José Díaz Infante y Tinieblas Jr.
En una fusión única de fotografía experimental y la icónica cultura de la lucha libre mexicana, el fotógrafo Juan José Díaz Infante y el luchador Tinieblas Jr. lanzan su obra colaborativa “Máscara versus Cámara”. Esta serie de fotografías profundiza en el estudio visual del significado de la máscara, explorándola como un objeto de navegación que transita por la periferia de la realidad.
Concepto y Significado
“Máscara versus Cámara” se centra en la máscara, un elemento esencial en la lucha libre mexicana y en muchas otras culturas alrededor del mundo. La máscara es mucho más que una simple cobertura facial; es un símbolo de identidad, misterio, y poder. En la lucha libre, oculta la verdadera identidad del luchador, creando un personaje que puede asumir un mito propio, separándose de la persona real que está detrás.
Díaz Infante y Tinieblas Jr. exploran esta dualidad y profundidad en su serie fotográfica. Utilizan la máscara para desafiar la percepción de la realidad, mostrando cómo este objeto puede ser tanto una barrera como un portal hacia una dimensión diferente de la identidad y la experiencia humana.
Estamos viviendo tiempos extraños a nivel local y universal, donde es evidente que necesitamos la necesidad de modelos éticos para la formación cívica de los ciudadanos. Tenemos una necesidad de superhéroes, la ciencia ficción como precedente de pensamiento científico, necesita el modelado urgente de una sociedad que se sepa comportar y que le sepa exigir a sus dirigentes.
¿Qué es lo que plantea este ensayo visual?: La Necesidad de Superhéroes en la Sociedad Moderna y sobre todo en México, en un momento histórico crítico.
Los superhéroes encarnan arquetipos universales que resuenan con la psique humana. Según Carl Jung, los arquetipos son símbolos y patrones de comportamiento inherentes a la humanidad, presentes en el inconsciente colectivo. Los superhéroes a menudo representan el arquetipo del héroe: figuras que superan grandes adversidades, protegen a los inocentes y luchan por el bien común. Estos personajes permiten a las personas conectar con narrativas fundamentales de valentía, sacrificio y justicia. En tiempos de crisis o incertidumbre, los superhéroes ofrecen modelos de esperanza y resiliencia. Los conflictos que enfrentan y superan reflejan las luchas personales y colectivas de la sociedad. Por ejemplo, personajes como de Phantom, luchando desde un país imaginario en África, Bangalla, 21 generaciones de Phantoms que dan la ilusión de inmortalidad, sin poderes extraordinarios es un cómic leído por más de 100 millones de personas, Facebook before Facebook. Superman y Batman surgieron durante la Gran Depresión y los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, momentos en los que la gente buscaba esperanza y un sentido de justicia. En la actualidad, México pudiese estar en búsqueda de un superhéroe. Hay narrativas de superhéroes que son muy necesarias de estar constantemente reinsertando en una sociedad cada vez más frívola, son vehículos eficientes para explorar cuestiones morales y éticas. Los dilemas que enfrentan estos personajes a menudo reflejan debates contemporáneos sobre el poder, la justicia, la responsabilidad y la libertad. Historias como las de Spider-Man, con su lema «Con gran poder viene una gran responsabilidad», incitan a la reflexión sobre el uso del poder y las consecuencias de nuestras acciones. Los superhéroes nos obligan a cuestionar qué significa ser justo y actuar con integridad. Sobre todo marcan una división sobre el bien y el mal, una línea que hoy en día parece perdida. Los superhéroes han creado una nueva mitología moderna. Historias épicas de lucha y triunfo que resuenan con la experiencia humana. Estos personajes y sus aventuras forman una rica tradición narrativa que se entrelaza con la cultura popular, ofreciendo lecciones y moralejas que son relevantes para la vida actual.
El Proceso Creativo
La colaboración entre Díaz Infante, conocido por su enfoque innovador y experimental, y Tinieblas Jr., una figura legendaria en la lucha libre, crea una sinergia única. El proceso creativo involucra una serie de sesiones fotográficas donde Tinieblas Jr., con su emblemática máscara, se presenta en un nuevo contexto que desafía la percepción tradicional del luchador enmascarado.
Díaz Infante ha generado una fusión de retrato y arte contemporáneo que retoma un tema muy trillado de la fotografía mexicana, toma un lugar común y lo plantea de otra manera. Estas imágenes de Tinieblas Jr., generan un aura de misterio y poder que emana de la máscara. Las fotografías exploran temas como la identidad oculta, la representación de poder, y la frontera entre la realidad y la ficción.Y regresan a una expresión de Arte Pop finalmente, increíblemente frontal. Una obra que se puede leer de distintas maneras.
**Exploración de la Periferia de la Realidad**
La serie se adentra en la periferia de la realidad, ese espacio liminal donde lo conocido y lo desconocido se encuentran. La máscara, en este contexto, actúa como una herramienta de navegación que permite al portador moverse entre diferentes planos de existencia. Para Tinieblas Jr., la máscara no sólo es un accesorio de lucha libre, sino una extensión de su ser que le permite explorar y expresar múltiples facetas de su identidad.
“Máscara versus Cámara” no sólo celebra la rica tradición de la lucha libre mexicana, sino que también invita a los espectadores a reflexionar sobre la naturaleza de la identidad y la percepción. La obra ofrece una visión profunda y multifacética del rol de la máscara en la cultura y el arte, destacando su capacidad para transformar y trascender.
Esta colaboración entre Díaz Infante y Tinieblas Jr. es un ejemplo poderoso de cómo dos disciplinas aparentemente dispares pueden converger para crear algo verdaderamente original y significativo. La serie de fotografías es una exploración visual que desafía al público a mirar más allá de la superficie y a considerar las múltiples capas de significado que una simple máscara puede representar.
“Máscara versus Cámara” es una obra que captura la esencia de la colaboración entre dos talentos excepcionales: Juan José Díaz Infante y Tinieblas Jr. A través de su estudio visual del significado de la máscara, la serie no sólo honra la tradición de la lucha libre mexicana, sino que también ofrece una reflexión profunda sobre la identidad, la percepción, y la realidad. Este proyecto promete dejar una huella duradera en el mundo del arte contemporáneo y la cultura popular, demostrando el poder transformador de la colaboración interdisciplinaria.
La necesidad de superhéroes en la sociedad moderna es multifacética, abarcando desde la conexión con arquetipos psicológicos y el ofrecimiento de esperanza, hasta proporcionar escapismo y permitir la exploración de cuestiones éticas. Los superhéroes no sólo entretienen, sino que también reflejan y moldean la cultura y los valores sociales, proporcionando modelos a seguir y narrativas que inspiran a las personas a superar sus propios desafíos. En un mundo complejo y a menudo incierto, los superhéroes continúan siendo una fuente de fortaleza, inspiración y reflexión.
ARTE
Guerreras en el tiempo
Mujeres entretejidas
De Mónica Dower/ Artista visual
Por Luis Ignacio Sáinz
Escritor
En su preocupación por los umbrales y las raíces Mónica Dower reconstruye por un lado su propia genealogía, la odisea de Chorzele – Oaxaca, como su identidad óntica y ontológica 1, la hazaña de ser más allá del género, pero a partir de él, de las mujeres combatientes en los campos de batalla y en los escenarios de la convivencia social. Nuestra creadora, comprometida con la reflexión crítica, se vacía de convicciones fundamentalistas al levantar escrutinio feroz sobre los orígenes, los suyos y los (en apariencia) ajenos. De su pericia en la compulsa de datos y evidencias se impone un principio ordenador: existen las voluntades, no las razas; en consecuencia, devienen defendibles los valores, no los credos. Semejante apertura en el reconocimiento de las otredades permea cada una de sus propuestas icónicas, gajos de historias sublimes e inquietantes, de la serie Guerreras en el tiempo. Mujeres entretejidas. Seres de latitudes encontradas, ignorantes unos de otros, entran en comunión al vincularse en tramas de punto, en hilados cruzados: las mexicanas reposan en tejidos suzanis; las ultramarinas descansan en textiles oaxaqueños. En las palabras de la propia hacedora de utopías igualitarias: “… intento crear correspondencias ocultas, insospechadas y lógicas y al mismo tiempo naturales”.
Textil suzani 2
Textil tehuano 3
No perdamos de vista la confesión esclarecedora de Mónica Dower: “La mayoría de las mujeres que deseo pintar son anónimas; son mujeres que he encontrado en las diversas investigaciones realizadas en mi serie anterior, Chorzele/Oaxaca. Lo que más me ha llamado la atención en estos clavados a los archivos de la web, son las mujeres ataviadas con sus mejores galas, en su gran mayoría listas para complacer, para casarse, aún con ser extremadamente jóvenes. Prisioneras de su condición femenina y de su rol cultural, las quiero traer conmigo, mixturizarlas en este tiempo, tejer con ellas una sutil y hermosa trama que las resitúe en un nuevo registro simbólico y en un primer plano (ya no el segundo), en alianza con visiones y diseños que rebasen la exclusiva mirada occidental. Este nuevo registro recoge las estéticas originales, se inspira en ellas y las prolonga, no ya como elementos limitantes o reductivos, sino como un campo de memoria que las reconoce y les da un lugar” 4.
Charles Etienne Brasseur de Bourgbourg 5 en Voyage sur l’isthme de Tehuantepec (1859-1860) relata la fascinación por la mujer tehuana, indisolublemente ligada a su atuendo. En este preciso caso, la moda pareciera determinar el ethos del sujeto, uno colectivo femenino y dominante. En un pasaje nos convida con pasmo genuino su descripción de una zapoteca (didxhazaà): “Esa noche ella llevaba una falda de una tela a rayas, color verde agua, un huipil de gasa de seda rojo encamado, bordado de oro, su cabello separado en la frente y trenzado con largos listones azules, formaban dos espléndidas trenzas, lo repito, jamás he visto una imagen más impresionante de Isis o de Cleopatra”.
Qiu Jin entretejida con textil oaxaqueño óleo y acrílico sobre tela, 190 x 120 cm, 2020.
Soldadera entretejida con textil óleo y acrílico sobre tela, 190 x120 cm.
La mujer caballero del lago espejo (1875-1907; 搸㸽 kῇ Jiànhú Nǚxiá), poeta, pensadora, combatiente por los derechos de las mujeres: libertad de casarse, educación y abolición de la costumbre del vendado de pies, ejecutada por decapitación a los treinta y un años de edad por delito de insurrección. Personaje elevado en los altares del culto oficial que la transforma en diva cinematográfica, objeto de culto en su propio museo en Shaoxing, evitando su impronta en la vida cotidiana, haciendo de ella una suerte de vaho insustancial dentro de una sociedad autoritaria radical en su misoginia. Su convicción feminista queda de manifiesto en estos versos de 1903:
Mi cuerpo no me permite
mezclarme con los hombres.
Pero mi corazón es más valiente
que el de cualquiera de ellos.
Soldadera anónima, mujer armada que se diferencia de “las soldados” que se enlistaran reglamentariamente en los contingentes revolucionarios, en que participa sin negar u ocultar su condición femenina. Esta imagen procede de una fotografía tardía ca. a 1940 de Rutilo Patiño (Jaral del Progreso, Guanajuato, 1890-1969) que es una pose de estudio. Rasgo que no invalida la importancia de los aportes de las mujeres revolucionarias. De acuerdo con el testimonio de una periodista y guionista estadounidense, Edith O’Shaughnessy, casada con el encargado de negocios de la embajada del vecino del norte:
La heroica mujer que acompaña al ejército,
llevando consigo a sus hijos o cualquier otra posesión
mortal; así como su ganado, canastas, cobijas,
chivos, loros, frutas, etc. Estas mujeres son el
único avituallamiento visible de los soldados. Los
acompañan en sus largas marchas; los cuidan,
los alimentan, los curan y los entierran y si acaso
llega a haber dinero, entonces se les paga. Todo
lo van haciendo sobre la marcha, además de
prestar (…) cualquier otro servicio (…).
Es sorprendente la abnegación con que van por la vida 6.
Semejante paradigma de dignidad se inserta, como dibujo delicadísimo, en una base-soporte floral que glosa un bordado con técnica de cadenilla en máquina de pedal y rematado a mano con diseño antiguo en la pechera, originalmente con la punta de una hoja de maguey: huipil juchiteco, blusa de manga corta en terciopelo o raso, decorado a mano en bastidor, de la naturaleza de los valles y las montañas del entorno; también quexquémitl, especie de jorongo corto, y/o las blusas de Juquila. Emparentado con la modalidad de Tehuantepec el bordado conocido como “hazme si puedes” (punto pepenado de hilván) es originario de la comunidad zapoteca de San Antonio Castillo Velasco, se reconoce por los pliegues de su diseño con flores de colores de la región. Las figuras en punto zurcido, plumeado y en relieve representan la vegetación (plantas, flores y árboles).
En este accidentado y diverso territorio –que además de Oaxaca comprende zonas de Guerrero– habitan amuzgos, chatinos, chinantecos, cuicatecos, huaves, mazatecos, mixes, mixtecos, tecuates, tlapanecos, triquis y zapotecos. En cada región se encuentran atributos distintivos y se calcula que existen unos 300 trajes distintos, tejidos ya sea con algodón, lana o seda. El atuendo de las mujeres se compone por lo común de un huipil (camisa recta, sin mangas), que puede ser más o menos largo: hasta abajo de la rodilla entre los zapotecos y mixes de la sierra norte y algunos mixtecos; arriba de la rodilla para mazatecos y chinantecos, y a la cintura entre los zapotecos del Istmo. Son numerosas las comunidades en que los textiles se fabrican en telar de cintura, y en algunas de ellas aún se utiliza el malacate para hilar. Existen localidades en las que todavía se utilizan tintes naturales –como la grana cochinilla, el añil y el caracol púrpura– para teñir las telas. Por lo general, estos hilados están bellamente decorados con bordados que incluyen motivos derivados de la cosmovisión indígena.
Conforme avance la fábrica de la serie Guerreras en el tiempo. Mujeres entretejidas, apreciaremos el intercambio simbólico entre las visualidades significantes de los textiles oaxaqueños con los suzanis, así como identificaremos continuidades de resistencia de género a lo largo y ancho del planeta. Pese a la carga histórica de las anécdotas visuales, el factor determinante continúa siendo el estético: el ensamblaje de información cribada por la conciencia de la creadora-pintora con los factores de expresión de las culturas y sociedades involucradas en el planteamiento de la temática resumida en la frase “mujeres en defensa de sí mismas”. Con armas o sin ellas se trata de luchadoras que procuran un reconocimiento a su condición vital, cuya rebeldía las orilla a visibilizarse, enfrentándose a los prejuicios que las minimizan, estigmatizan e instrumentalizan. Despertar de seres con deseos, aspiraciones, intereses y derechos.
Mujer de Tashkent entretejida con textil oaxaqueño (7), óleo y acrílico sobre tela, 190 x 120 cm, 2020.
Mujer de Alepo entretejida con textil oaxaqueño (8), óleo y acrílico sobre tela, 190 x 120 cm, 2021.
Asociar la pintura a los frutos del telar y a la imaginación de las artesanas pareciera más que afortunado y, por si fuera poco, derivar de un profundo análisis que entiende y reconoce el nexo entre la cultura textil en mucho propia de mujeres, la insurrección al dominio patriarcal y la simbología botánica metaforizada en genitalidad femenina no erotizada. Pintura inteligente, de pertinencia social, y no sólo de significación estética, capaz de demostrar que la resistencia y la crítica en su armadura de sentido y estructura conceptual no tienen por qué empobrecer la iconografía, sino que la fortalecen y la trascendentalizan.
El contrapunto entre la exuberancia vegetal de fondo, el timbre-significante, con la severidad de los retratos, el tono-significado, marca una disonancia cromática y estilística eficaz, pues nos permite establecer la referencia entre ambas dimensiones: su universalidad y coherencia. Será curioso que el color, en apariencia sinónimo de realidad, devenga atributo imaginario de vitalidad frente al blanco y negro, en apariencia sinónimo de representación de lo real, que huye de su calidad de documento para identificarse con la verdad efectiva.
Despojada de afeites, sin asomo alguno de maquillaje, la pintura se entrevera en el dibujo, cáscara que envuelve a las silenciosas protagonistas para exhumar su relevancia en el tiempo, para inhumar su desdén en la conciencia. Reconocer la valía, erradicar la invisibilidad, catapultar la equidad, para que, entonces, poner el acento en algo tan inasible y móvil como el género resulte innecesario, pues habremos alcanzado el ser a profundidad por encima de la envoltura accidental. Elegir las dichas del espíritu, rechazar los rebatos del prejuicio.
Mujer de Riazán entretejida con textil oaxaqueño (9), 190 x120 cm, óleo y acrílico sobre tela, 2021.
Mujer turca entretejida con textil oaxaqueño (10), 190 x120 cm, óleo y acrílico sobre tela, 2020.
Bacaanda es una palabra zapoteza (be’neza “el pueblo de las nubes”) que significa “sueño”, tiempo germinal, explosión de gozo e ilusión, que considero apropiada para sintetizar el alcance de la obra de Mónica Dower: deslumbrante, armoniosa y atrevida. Hulm (ملح) es una palabra árabe que significa “sueño”, como verbo, pero también paciencia, clemencia, tolerancia, como sustantivos, polisemia más que provechosa para estrujar el arte del retrato de Mónica Dower y beneficiarnos de su diversidad, belleza y pluralidad.
Ojalá estas lecciones en imágenes ayuden a reconocernos como gajos luminosos de otredad.
Valentina Ramírez con Sarape de Saltillo 2023 Intervenido con dibujo sobre papel amate 210 x 140 cm
1 Para Martin Heidegger óntica, sobre los entes, dimensión empírica de la existencia; ontológica, sobre el ser, dimensión metafísica del sentido o esencia.
2 Tejidos por las tribus turcomanas, estos suzani de algodón con bordados de seda son adecuados como colcha, cortina, cubierta de mesa, hecho a mano con el motivo de la granada, símbolo de abundancia y prosperidad. Cada menor urde y trama al menos uno para sus esponsales, formando parte fundamental de la dote y el ajuar respectivo. El suzani es una tela de algodón o lana tejida a mano con hilos de seda que suele representar motivos florales, vegetales o geométricos. Los pigmentos son de origen vegetal. Su origen se remonta al medievo en la antigua Persia, pero actualmente se siguen fabricando de manera habitual en Asia Central, espacio geopolítico integrado por Uzbekistán, Kazajistán, Turkmenistán, Kirguistán y Tayikistán. Esta voz proviene del farsi “sozan” que significa aguja, y los hilados pueden requerir hasta 18 meses en su manufactura, en una combinación de colores en contraste que solía utilizar el rojo como fondo aplicándole tonos tierra, berenjena, grises o blancos en su superficie.
3 Bordado a mano sobre terciopelo en punto de polca. Textiles de gala y media gala que sirven de arreglo para la interpretación de los sones regionales más conocidos como La Sandunga, La Llorona, La Polka, El Feo y el Son Calenda.Tehuantepec es palabra náhuatl que quiere decir “Cerro de las fieras”.
4 https://monicadower.com/2020/12/15/guerreras-en-el-tiempo-mujeres-entretejidas/
5 A este notable comentarista (1814-1874) se le debe la recuperación de los textos y la traducción al francés del Popol Vuh y el Rabinal Achí; rescató, además, en Madrid, los escritos sobre Yucatán del obispo fray Diego de Landa (1524-1579), amante del tormento y destructor de la casi totalidad de los manuscritos mayas, y los códices [Faustino Galicia] Chimalpopoca, desaparecido, y [Juan Tro y Ortolano] Troano, en Madrid, con su sistema gráfico y lingüístico. Véase, Voyage sur l’Isthme de Tehuantepec, dans l’État de Chiapas et la République de Guatémala, exécuté dans les années 1859 et 1860, Forgotten Books, London, 2018, 218 pp.
6 Cfr., Huerta y la Revolución vistos por la esposa de un diplomático en México, 1914, México, Diógenes, 1971, p. 145.
7 Capital de Uzbekistán; en turcomano “Ciudad de Piedra”. Paso obligado de la Ruta de la Seda, gozne entre Asía y Europa.
8 La urbe más poblada de Siria. Khalpe o Beroea para los antiguos griegos y Halep para los turcos. Asentamiento mutante, pues ha sido hitita, amorita, persa, asiria, romana, árabe, mongol, bizantina y otomana.
9 Territorio ruso, una de las 47 óblast, situada entre el bosque y la estepa, entidad sub-nacional equivalente a “región” o “provincia”. Fundada al menos desde 1129 como capital del Principado del mismo nombre que resistió los embates de jázaros, pechenegos, cumanos y mongoles.
10 Imperio que se extendió desde Budapest hasta Bagdad, y desde Argelia hasta Irán, con sede del poder político en Anatolia, la actual Turquía. Las mujeres selyúcidas y otomanas siempre destacaron por su valor.
Comentarios recientes